Broken Hearts

-Cuando mi corazón latió-

1 año antes.

Error.

Correo no enviado.

¡Joder!, pensé. Tenía que mandar esos documentos antes del fin de semana y aquella conexión infernal me había devuelto el mismo correo tres veces seguidas por fallo en el remitente, según ella. ¿Estaría mal apuntada la dirección, e iba a llevarme la bronca por eso? Dejé caer los hombros con abatimiento y la cabeza hacia atrás en el respaldo del cómodo sofá marrón en el que estaba sentado, lanzando un bufido al aire.

—Cuando vea mañana a Black Star se entera... —murmuré, malhumorado.

Me incorporé lo justo para dar un largo sorbo de la taza de café que tenía enfrente. También podría acribillarle a mensajes desde el teléfono móvil y fastidiar su habitual salida de viernes por la noche hasta que le diese la dirección correcta.

Satisfecho con el resultado que podía tener la vengativa idea, me apresuré en buscar el móvil en el interior de la funda del ordenador portátil (que entonces estaba sobre la mesa, junto a mi café) para dar rienda suelta a la frustración con el que era hasta la fecha mi mejor amigo.

Para lo bueno y lo malo, como solía decirse.

Los dedos volaron veloces por las pequeñas teclas digitales mientras escribía a Black Star con una sonrisa torcida en mi cara, cuando un pitido agudo emitido por el ordenador y que sonó incluso por encima de la música de jazz que había de fondo en la cafetería, me obligó a levantar los ojos del móvil para mirar el portátil.

Un pequeño icono brillaba en la pantalla. Tenía un mensaje nuevo.

Tiré de mala gana el teléfono sobre la mesa. Empezaba a cogerle manía a mi bandeja de entrada, pero lo comprobé igualmente:

De: moon90.

Para: dizzy_drake.

Asunto: Tarde.

¿Se puede saber dónde estás? Llegas tarde.

Parpadeé.

Di otro sorbo al café, mientras leía por segunda vez, por si se me escapaba algo.

¿Quién demonios era "moon90"? No había quedado con nadie esa noche, salvo con el verdugo si Black Star no se dignaba en contestar para enviar el correo correcto a tiempo. Nada más. Y lo que era todavía más raro, ¿quién usaba el correo electrónico para confirmar una cita? No es que yo fuese una eminencia en las redes sociales, pero... ¿había vuelto lo retro y no me había enterado? Otro error, sin duda.

Menuda mierda de noche.

Regresé a la bandeja de entrada para borrar el mensaje. Y de nuevo, el pitido. De reojo, pues trataba de terminar el café sin mucho éxito, observé que tenía otro mensaje: el mismo remitente, asunto distinto. Quise ignorarlo, borrarlo de mi memoria y llevarlo directamente a la papelera como el anterior, pero me pudo la curiosidad.

De: moon90.

Para: dizzy_drake.

Asunto: ¡Que te den!

Mira, ¿sabes qué? ¡Paso de ti! No te ha bastado con ignorar mis mensajes y llamadas toda la semana, sino que me dejas tirada. Debí imaginar que sólo me querías por conseguir el puesto... ¡Eres un capullo! ¡Ni se te ocurra volver a dirigirme la palabra, ni a acercarte a más de dos metros de mí!