Acto uno: Cosas de las que no hay que hablar

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一¿De verdad quieres hablar sobre eso?

Dejé de morder la uña de mi pulgar cuando la tan esperada interrogante escapó por sus labios con un ápice de esperanza en su tono, mi vista se paseó por el lugar hasta acabar en el rostro de aquel alto profesional de lentes redondos y nariz peculiar, su cabello se percibía ligeramente más claro que en las últimas consultas, se notaba que estaba intentando hacer un cambio. Su ropa elegante calzaba perfectamente con su porte esbelto aunque en ese momento luciera como un niño que fingía no estar emocionado, tenía que ser profesional, pero la confianza entre ambos era lo suficientemente flexible como para hacer una pequeña excepción a su semblante serio que me llegaba a intimidar.

Sus ojos oscuros seguían sobre mí en espera de una respuesta, negué con la cabeza y la decepción lo cubrió de inmediato, incluso si intentaba esconderlo no podía. Era un chico bastante transparente.

一Está bien, tómate tu tiempo 一respondió, sus comisuras se alzaron flojamente en un intento por no hacerme sentir mal一. No debes hablar de eso justo ahora si no quieres.

一Sin presiones 一dije en voz baja, él asintió en concordancia.

Dejé que mi vista se corriera de nuevo hasta el gran ventanal en su oficina que me permitía admirar una parte de la gran ciudad en la que vivíamos, el infinito cielo azul decorado por nubes y disfrutar de la calidez que brindaba la luz del sol que llegaba hasta mi asiento. Él no dijo nada más, simplemente se estiró en su lugar, soltando un jadeo de alivio cuando toda esa tensión producto de tanto tiempo sentado desapareció de su cuerpo, estiró sus brazos y sus piernas con un bajo gruñido de por medio. No tenía sentido alguno por su supuesto semblante serio, parecía que hasta le daba lo mismo mantener la ética de un psicólogo promedio de su edad, cosa que confirmé cuando se levantó de su asiento para lanzarse 一de manera literal一 hasta el mío, tomando lugar junto a mí, aunque con suficiente distancia entre ambos como para darle lugar a un tercero.

No lo miré, dejé que mi vista se perdiera entre los altos edificios que en la noche le daban vida al país. Luego de todo ese tiempo conociéndolo ya sabía para dónde iba todo eso.

一Taehyun, ¿No has pensado en...?

一No digas nada, Kai-ah 一lo interrumpí de inmediato一, ni siquiera quiero pensar al respecto.

El aludido suspiró, sacándose sus lentes por un momento, masajeando el puente de su nariz con ayuda de su dedo índice y pulgar, buscando paciencia para lo que venía a continuación.

El que estaba a un lado de mí con una de sus típicas miradas exhaustas era Kai, mi psicólogo desde hace casi un año, y la habitación en la que estábamos era su consultorio, como podrán imaginar.

El hombre joven de perfil bien definido se caracterizaba por muchas cosas hasta donde logro recordar, la mayoría relacionadas a la calma o la tolerancia. La paciencia de aquel espécimen era increíble considerando lo irritante que muchos creían que podía llegar a ser, sobre todo en cosas tan delicadas como mi privacidad mental, esa que insistentemente buscaba irrumpir con sus preguntas a las que no tenía respuesta. El rubio oscuro o quizás castaño claro de diploma y vestimenta elegante era una de las pocas personas que me soportaban en lo posible, si bien ese era su trabajo, parecía que lo hacía gustoso, disfrutando cada una de mis visitas al edificio en el que tenía su pequeño consultorio. Más que un psicólogo al que le pagaba por hacer prácticamente nada 一debido a mi nula cooperación一 lo consideraba alguien cercano con quien me sentía bien con su simple compañía y conversaciones que parecían no tener una razón particular.

No sabía mucho de él, de su vida personal o de lo que hacía fuera de su papel de profesional, pero él sabía todo lo que yo le dejaba saber de mi vida.

⌠ Take Me Home ⌡ » TyunningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora