Capítulo 9: Día de victoria

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¿Te gusta el helado? A mí no me fascina especialmente pero...— la voz de Naruto sonaba en el silencio de la barrera Uchiha, solo para ser interrumpida.

¡Bájate de una puta vez!— el grito de Minerva hizo que el Uchiha cerrara los ojos.

Pero admito que en este lugar las comidas y esas cosas son superiores.— volvió a hablar el pelirrojo al abrir sus ojos.

La visión actual de Minerva y Naruto era única y casi ridícula, ambos al estar cubiertos por la barrera de fuego rojo proporcionado por el Hinokami siendo invisibles para el resto, sumándole eso al Kamiyonanayo hacía que el tiempo no transcurriera en todo el estadio.

Lo risible de la situación era que Naruto estaba sentado en la espalda de la mujer Dientes de Sable, el pelirrojo del Rinnegan luciendo calmado y casual al hablar con serenidad a pesar de que la mujer le gritaba cada pocos segundos después de decir algo.

Fueron varios segundos de silencio, Minerva parpadeaba con somnolencia mientras que Naruto reposaba su puño en su barbilla con su codo apoyado en la rodilla.

Oye... ¿A ti te gusta gritar?— la pregunta del Uchiha hizo que la mujer de Sabertooth apretara con fuerza los dientes.

Te matare...Juro que lo hare, ¡Te matare si no te bajas!— los gritos de Minerva lograron hacer que el pelirrojo rodara los ojos, sin desistir de estar sentado en la espalda de la mujer.

A pesar de no gritar tanto puedes hacerlo así...Debes tener buenos pulmones.— Naruto asintió con la cabeza al cruzarse de brazos, estando casi seguro en su deducción que la mujer en la que estaba sentado tenia buenos pulmones.

La energía del Territory se manifestó en la mano derecha de la maga, está tratando de formar un portal, disparar un láser, hacer lo que sea con tal de sacar al hombre de Fairy Tail de su espalda, sin poder lograrlo cuando el pelirrojo atrapo su muñeca y absorbió la magia gracias al Camino Preta, sin que a la mujer le importara marcas moradas apareciendo alrededor de los ojos del pelirrojo.

¿Cuánto llevamos aquí...? Creo que al menos dos horas, ¿No?— hablo el usuario Sharingan con un leve encogimiento de hombros al soltar la muñeca de Minerva, suspirando un poco cansado al reposar sus brazos en sus rodillas que estaban arriba— En esas dos horas...Debes haberme gritado unas cien veces...Digo cien porque perdí la cuenta. Al menos podrías hablar conmigo, ¿Sabes? Yo forme las barreras para poder hablar con más calma.

¿Y de qué quieres hablar? ¿Sobre cómo vas a morir?— pregunto la Orlando con una sonrisa algo feroz, sus dedos ganando un leve brillo que desapareció cuando Naruto absorbió la magia al tocarla con un dedo en la espalda.

No de mucho...No sé, cuando estábamos peleando el odio que vi en tus ojos no me parecía normal.— las palabras del joven de ojos bicolores hicieron que Minerva alzara una ceja— Fue como darle una mirada a mi yo pasado... ¿A quién odias? Por tu perfil y por la mirada de ese viejo con la marca de tu gremio en la frente...Apuesto a que es tu padre.

Cierra la boca, hijo de puta...No sabes nada de mí. No hables como si me conocieras.— gruño la maga de Dientes de Sable con ojos iracundos, tratando de levantarse pero sin moverse ni un centímetro del suelo.

Tienes razón, no conozco nada de ti...Pero puedo hacerlo, meterme en tu cabeza seria la forma más fácil de conocer tu pasado y ver la razón de tu odio hacia tu padre.— Naruto se encogió de hombros, solo para negar con la cabeza al escuchar silencio— Pero no lo hare...Tal vez porque si lo hago las cosas entre nosotros estarían peor que antes.

Vaya, sabes pensar. Ahora bájate para poder matarte.— las palabras de la mujer Orlando casi hicieron que el pelirrojo del Rinnegan pusiera los ojos en blanco.

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