Prólogo

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En un tiempo muy, muy lejano, cuenta la leyenda que un viejo y poderoso líder Kyrin se vio atrapado en un terreno fangoso que causó la segregación de un continente entero, que siempre había sido pacífico hasta que unas extrañas criaturas lo corrompieron.

Esta nueva especie se hacían llamar humanos, y llegaron a sus dominios, destruyendo todo lo que encontraban a su paso, con el único fin de conquista y riqueza. El poder de todos los habitantes del continente, se vio afectado por tanta destrucción, ya que este emanaba directamente de la naturaleza. Ante este terrible atentado contra su hogar, el líder de los Kyrin, Yair, decidió juntar a los más poderosos para hacer frente a los humanos; con lo que no contaban era que también poseyeran un tipo de magia que, pese a parecer nimia, acabó con muchos de los reclutados.

Los Kyrin nacen con una runa de agua, tierra, fuego o aire que les otorga la capacidad de comunicarse con los espíritus de ese elemento, más Yair era especial: tenía tal conexión con la naturaleza que, pese haber nacido siendo un mago del agua, había conseguido adquirir las runas de fuego y aire, algo insólito que solo unos pocos en toda la historia de los Kyrin habían logrado.

Debido a esto, el emperador de los humanos decidió proseguir con su plan de conquista a no ser que Yair se pusiera a su servicio para encontrar la manera de obtener aún más poder. Yair se negó en rotundo, provocando una violenta carnicería por parte de los humanos. Sabían que la deforestación y la contaminación afectaban a sus poderes, por lo que se valieron de ello para ir acorralándolos en la zona sureste del continente.

La situación era complicada para los Kyrin, muchos murieron y otros estaban muy debilitados. Yair tenía que encontrar una solución, su pueblo estaba siendo masacrado y no tenía ni idea de cómo detenerlo; había intentado dialogar sin ningún resultado, tampoco podía mandar a más personas a una muerte segura, se estaba quedando sin opciones.

Melkyrin, espíritu mayor del agua, decidió junto a los otros espíritus mayores, hacerle una propuesta arriesgada a Yair, que pondría fin a esta guerra: Yair y otros tres Kyrin poderosos de cada elemento deberían sacrificarse para interponer una barrera entre los humanos y ellos. Ante esto, el líder sopesó todas sus opciones, y viendo que no tenía alternativa, decidió aceptar. El problema era que no quería sacrificar a más de los suyos, y aunque quisiera, los mejores habían muerto en combate.

Los tres hijos mayores de Yair, Kyrin de fuego, aire y tierra, al saber esto, llegaron a la conclusión de que debían ser ellos los que acompañaran a su padre, a pesar de que este estuviera en contra.

Finalmente, realizaron el ritual de madrugada, a unos cuantos kilómetros de separación de los campamentos Kyrin y de los humanos por si algo salía mal.

Tres días más tarde, en una noche de luna llena, se reunieron los 4 espíritus mayores: Helys (aire), Mayre (agua), Pyrus (fuego) y Seyme (tierra), Yair y tres de los hijos de este. Llevaron a cabo un ritual por el que quedaron petrificados de por vida, ni muertos ni vivos. Al día siguiente, los humanos se encontraron con una enorme cordillera nevada que separaba ambos campamentos. A lo largo de la historia, los humanos intentaron múltiples veces llegar al otro lado, sin éxito. En cambio, los Helkyrin (Kyrin del agua) lograron crear un camino oculto para que cualquier Kyrin pudiera pasar sin que los humanos lo adviertieran siquiera.

De este modo, los cuerpos de esta familia quedaron petrificados en el pico más alto de la cordillera, canalizando la magia que permite que exista la cordillera y no se produzcan conflictos entre ambas especies.

Tras este impactante acontecimiento, los Kyrin no volvieron a tener un líder en honor a Yair y su familia, quienes dieran su vida para protegerlos eternamente.

Sin embargo, la leyenda continúa con un final que muchos desconocen, y es que Yair tenía un cuarto hijo, demasiado pequeño para entender qué estaba sucediendo, o al menos eso pensaban. Los rumores dicen que los espíritus mayores llegaron a un acuerdo desconocido con Yair sobre su hijo pequeño, Yuri. Lo único que se conserva es este fragmento que dice:

"El sufrimiento verá su fin en el apogeo del sucesor de los inmolados, quien apaciguará las almas de los desvalidos".

El último elementoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora