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Si había algo que identificaba a Kyoko, era su forma de no poder esconder sus sentimientos; sus expresiones eran su mayor delator, más que sus acciones o palabras. Todo el mundo lograba saber qué pensaba o sentía solo por el simple hecho de ver su cara y postura, por lo que es entendible que pierda todo su dinero en el Póker las veces que ha jugado.
Kyoko odiaba eso en ella, le detestaba ser un libro tan abierto y sin misterios, más por el hecho de que al ser médico especializada en traumas, sus pacientes y familiares de estos se enteran de todo antes de que ella abra la boca y diga qué pasa e incluso los consuele, muchas veces siente que el pésame es su cara logra que se sientan peor de lo que deberían pues cuando pierde un paciente o sucede un diagnostico negativo, la tristeza que refleja se puede sentir hasta en el alma propia.
Y aunque para ella lo anterior es una cosa terrible, había algo peor. El mundo se podía enterar qué sentía por cada persona, si detestaba a alguien de forma inconsciente en su cara se instauraba una expresión como si estuviera frente al genocida más grande del mundo ninja, odio puro; lo mismo con la gente que simpatiza, la alegría que su cara irradia no se la quita nadie, así que es de esperar que algo así suceda con alguien que le guste o sienta atracción.
Maito Gai era muchas cosas, pero alguien especializado en los aspectos románticos jamás. Así que a pesar de estar enamorado de Kyoko, este no se daba cuenta que ella le observaba como la octava maravilla del mundo, una mirada ensimismada que la aisla de un mudo entero de cosas preciosas, que cada mordida de labio era una invitación cautelosa a que este la besara, que las miradas con los ojos entre cerrados eran el pase para tener una vida eterna, él no notaba nada. Sin embargo, para Kyoko no era un problema, debido a que ella ni siquiera se daba cuenta de que hacía aquello cuando Gai toma posesión de sus sentidos.
Gemma observaba a Kyoko que estaba en una de las esquinas de la casa de Asuma conversando con Kurenai e Iruka sobre quién sabe qué cosa, no obstante, se notaba que las neuronas de Kyoko apenas hacían sinopsis ya que la distraía la figura de su amigo, Gai. Este a penas notaba la fuerte mirada en él por estar compitiendo con Kakashi para saber quién posee más victoria jugando piedra, papel o tijeras. Gemma se comenzó a reír por esa estúpidez, es decir, Gai debía ser demasiado estúpido como para dejar pasar a una chica tan inteligente y linda como lo es su hermana, aunque admitía que era algo posesivo con esta pues sabe que nadie está a su altura, sin embargo, era de su conocimiento que Gai era una buena persona y que amaría incondicionalmente a su hermana, a Kyoko.