Actualidad:Llamas, cadenas arrastrándose, gritos de agonía. Y un fuerte olor azufre. Aquello abundaba en aquel de temperaturas infernales.
Una gran cantidad de personas yacía formada enfrente de su juez. No había salidas. Sólo una larga caída con miles o cientos de guardias volando y vigilando por encima de ellos.
—¡Culpable!.— Exclamó dictando sentencia un humanoide de cinco metros de altura. Su piel era pálida. Tenía sus cuencas de los ojos hundidas y vacías. Su cabello era tan largo que le llegaba hasta sus caderas, desordenado.
—¡No!,¡Por favor!,¡No quise hacerlo!,¡No voy a quedarme aquí!.—Grito de miedo aquel hombre demacrado cual cadáver viviente antes de salir huyendo de ahí a como sus pies le permitían.
—Idiota.— se escuchó un Susurró a lo que posteriormente se vería como dos grandes seres de pieles grises llegaban sacudiendo el aire con sus grandes alas parecidas a la de murciélagos.
El hombre llegó hasta el final. Se asomó hacia abajo viendo una gran piscina de lava. Vio a las criaturas llegar a él y sin pensarlo dos veces se arrojo al vacío. Antes de llegar al fondo un par de largos tentáculos rocosos llegaron apresando al viejo hombre el cual grito de miedo.
Las demás personas en fila India solo se limitaron a mirar como aquel hombre era alzado por dos metros por encima de ellos. El cuerpo de este se desintegró en simple polvo. Quedaba un orbe verdoso cual veneno. Este se dirigió sin más a uno de los ocho círculos. A uno de los ocho castigos pues el noveno era uno especial.
—Siguiente.— Dio la orden el juez resoplando y bufando. Parecía cansado de aquello.
—Deseame suerte...— le pidió la mujer delante de una castaña encapuchada la cual sólo agacho levemente la cabeza.
La mujer adulta dio un paso al frente caminando con tranquilidad hacia el juez. Este mismo hizo un ademán con su mano invocando un pergamino.
—Thir Bausalt.— Le llamó el hombre.—Estas aquí por asesinato en primer grado de un inocente comerciante de vienes y servicios. Escondiste el cuerpo en ácido para tratar de eliminarlo. Al no poder lo cortaste en pedazos y echaste al escudo los restos.— leyó con náuseas escupiendo a una jarra dorada a su lado.— eres de lo peor. ¡Una eternidad en el Séptimo círculo!.— dio la sentencia a lo que el cuerpo de la mujer se desintegró en llamas con un chillido antes de que el polvo se dirigiera a esta.
—¡Siguiente!.— Ordenó golpeando su pequeño taburete al lado. Odiaba aquel trabajo. Pero era un demonio. Y por ende debía cumplir con su tarea pese a que no le terminara de gustar, dentro de su horrible cuerpo físico había un brillo blanco. Su alma. Era un ángel. Al final de todo varios demonios de aquel lugar con rangos importantes eran ángeles, caídos, pero ángeles.
La siguiente mujer dio un par de pasos al frente. Decir que estaba nerviosa era poco. Suspiró apretando sus prendas.
Aquel juez arqueo media ceja encorvandose hacia adelante para verle de mejor manera pues no la tenia en la lista. No al menos para ese día.
—Quítate la capucha pecadora.—Le ordenó acariciando su larga barba de chivo.— ¿Quien eres?.— preguntó esperando. Había algo extraño en ella. Lo sentía, algo inusual, anormal, un extraño sentimiento y sensación de que estaba frente a alguien una raza demoníaca o al menos con descendencia de esta. Un padre, una madre, o algo tan lejano como un abuelo durante toda la infinidad de años en los que el hombre y el demonio se veían mutuamente en la tierra humana.
—Vengo a ver a Arioc.— Reveló la mujer quitándose la capucha lentamente llamando la atención de todos los guardias que de inmediato le apuntaron con sus lanzas.
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La Enterradora Remake (Little Witch Academia)
FanfictionMagia negra, Oscuridad , demonios, Angeles, Mundo mágico criminal, entierros,muchos entierros. Aquello define a esta atsuko kagari que después de todo no pudo seguir su sueño opacado, ahora por capas oscuras. Pero aun tiene dos rayos de luz que se a...