Prólogo.

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Un mechón sutilmente rebelde asoma en la frente del joven Jeon, muerde sus labios en gesto ansioso mientras mantiene su ceño fruncido. La fricción que su piel recibe contra el metal de aquel juego de esposas le causaba escozor, prácticamente solo escucha tres voces distintas sin prestar atención a nadie en especial. Estaba contra la espada y la pared, todas las pruebas apuntaban que se iría al demonio si iban a juicio. Así que poco le importaba que sucedía en aquel instante.

— Su señoría, necesito hablar en privado con mi cliente. Antes de tomar una decisión.
— Abogado Min, usted perfectamente sabe la posición de su cliente. No encontrará un mejor trato que este, le recomiendo aceptarlo así que tiene 5 minutos.

Min soltó un suspiro de alivio inclinando su rostro en gesto de agradecimiento con una corta reverencia, tiro del brazo del peli negro saliendo de la oficina del Juez. Con una mirada despectiva por parte del fiscal de distrito y la escolta de dos agentes quienes hacen custodia fuera del cuarto de interrogatorios en donde se encerraron abogado y cliente.

— Tenemos que aceptar el trato. Solo para darte un respiro pedí este espacio, ¿me escuchas? ¡Maldita sea, Jeon! —El de tez pálida arremete con fuerza su zurda contra el escritorio, obteniendo la atención del más joven.
— ¿Qué esperas que diga? ¿Qué rechacé el trato? Dime honestamente Yoongi, si vamos a juicio…. ¿Qué puedo esperar? — su voz delata frustración, sabía la respuesta y odiaba tener que aceptar sumisamente la situación.
— Un jurado no tendrá compasión por ti, mucho menos empatía. Estamos hablando de 20 a 30 años el fiscal irá con todo. Y si encuentra tu más sucio secreto hablamos de una posible cadena perpetua. ¿Te quieres arriesgar? Sabes que haré lo que sea por ti, Kookie…

El silencio invade aquella habitación, Jeon traga amargamente el escuchar aquella manera tan infantil en la cual su mejor amigo le estaba hablando con un apodo que no utilizaban desde la adolescencia de ambos. Yoongi era un excelente abogado, hacer conciliaciones es su diario vivir y es excelente en ello. Si él decía que no habían más cartas que jugar sobre la mesa es porque era cierto, confiaba plenamente en él. Jeon asiente de manera afirmativa con su rostro. — Esta bien, Yoongi. Acepta el trato. Encargate de todo, incluyendo que esa maldita rata se pudra en el infierno.

A corazón abierto: [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora