Las noches transcurrían larga y muy lentamente en mi trabajo. Mi trabajo no era algo que en verdad me gustara, no me quejo de él y jamás lo haré, en cierto sentido me gustaba y me venía muy bien hablando económicamente, que aunque la paga no era exuberante, era buena, pero, el trabajar en un burdel nunca fue de mi admiración o sueño; más después de buscar trabajos en muchos lugares, ahí fue donde pude conseguir. El convivir con el público que ahí frecuentaba, en su mayoría hombres, me resultaba complicado, pues el acoso en todas sus ramas era algo que siempre asistía, que aunque mi trabajo consistía en atender mesas y servir bebidas, no impedía que alguien se intentara propasar conmigo cada noche que ejercía mi trabajo.
El trato en mi hogar era bastante grato puesto que vivía yo con un compañero de preparatoria y gran, gran amigo mío. Cuando acabamos todo el ciclo escolar, ambos hicimos trámites para la misma universidad y tomamos la decisión de conseguir una casa cerca de la escuela, en la que ambos pudiéramos vivir y se hiciera más fácil el movernos de la casa a la escuela. Conseguimos una pequeña a no más de 5 cuadras del instituto. Perfecta y cómoda para nosotros. Llegaba yo a nuestro hogar apenas salía de mi trabajo. Iba rápido, ya que mis clases iniciaban a las 11:00 a.m. Y yo llegando a las 07:00 a.m., no me quedaba mucho tiempo libre. Era bastante atareado y complicado el organizar mi tiempo para tener todo bajo control, pero a como fuera me las arreglaba. Siempre fui de establecer para todo un tiempo determinado aunque estuviese bajo presión; era controladora en ese campo. Cuando la alarma de mi habitación dio las 10:00 a.m. me dispuse a salir con velocidad de mi casa y dirigirme a la escuela.
-¡Elizabeth, espera, yo voy contigo!
Gritó desde la puerta de la casa, mi amigo, Carlos.
-¡Vamos, apresúrate!
Él me alcanzó y ambos nos acompañamos con prisa por llegar.
El edificio escolar constaba de dos pisos repletos de aulas, desde el 1-9 y de la A-F. Carlos iba en 1-A y yo en 1-C, su salón se encontraba en la planta superior y el mío en la inferior. Él salió corriendo veloz a su salón, pues no le gustaba llegar tarde, era impecable en ese tema. Llegué a mi salón, era la única ahí; por lo que tomé el lugar que se me vino en gana. Descolgué mi mochila del hombro y la puse en la silla. Me senté muy lento y comencé a sacar mis materiales para la clase.
Mi amigo Ernesto entró con unos ánimos maravillosos, siempre se lo envidié; pues, ¿Quién viene feliz a la escuela? Con un gesto de su mano me saludó y se fue a su lugar a un lado del mío, sacó sus audífonos y dejó que la música fluyera desde su teléfono. Atrás de él venía Helena, la única amiga que he tenido, y me alegro de tenerla en mi vida; es mi complemento de vida. La conocí en preescolar y desde ahí nos empezamos a tratar hasta hoy.
La campana sonó y los alumnos que faltaban iban llegando. Entre la multitud que entraba por la puerta venía Antonio, mi hermano, muy desconcertado por la fuerza que generó la multitud que pasaba al aula, pues provocó que él saliera disparado hacia el asiento de Ernesto.
-¿Qué pasa, Antonio? ¿Has tomado hoy? Ja, ja, ja.- dijo sarcástico Ernesto.
-No tomé, pero igual estoy mareado.
Cuando pudo recuperarse de su repentino mareo, se dirigió a sentarse un lugar al frente de su pareja, Helena, la saludó de beso y abrazo y se sentó.
Al paso de dos minutos cada silla en el salón encontró dueño. El profesor entró por la puerta con un porte elegante e imponente. Entró portando un maletín de cuero negro en el cual llevaba sus materiales. Llegó a donde su escritorio y dio inicio a la clase.
Era viernes y era último día de estudio, por lo que la clase no podría e iba a ser tan pesada.
-Bien chicos, demos inicio a la clase. Hoy debatiremos el tema de: "inclusión por diversidad sexual", que a pesar de que son universitarios, y ya han de conocer bastante bien este tema, sigue siendo bastante criticado y hablado por corromper e incluso interrumpir creencias y acciones de varios individuos. Y hoy trataremos sus puntos de vista.
Este tema no era de mi admiración para hablarlo, pues era como la religión, cada persona tiene su punto de vista, y pueden llegar a convertirse en una plática infinita en la que es difícil que pare.
El profesor se paró de su silla y se puso a elegir alumnos para responder sus interrogantes.
-¡Helena!, díganos usted, ¿Cuál es su visión sobre esto?
Mi amiga se incorporó y respondió muy grata a la pregunta.
-La inclusión es algo conveniente para que una sociedad conviva con gran éxito. Hablando ya sobre la diversidad sexual, es aún más importante, pues esto, como usted ha mencionado, es algo dañado por aquellos y aquellas que tengan mentalidades conservadoras y se nieguen rotundamente a abrir sus creencias a más horizontes. Esto provoca demasiada discriminación desde tiempos inmemoriales, hasta hoy, que, aunque se vea muy normal, con más razón la sociedad trata de sobajar los derechos que se les han otorgado por su gran lucha a estas personas que tratan de demostrar lo que llevan en su interior y no es tan fácil que sean bien vistos. Si la...
La respuesta de mi amiga se vio interrumpida por una pequeña burla que hizo otra alumna.
-¡Ja, ja, ja! Ya para tu discurso tan rebuscado. Profesor, tan sólo está recitando palabras que utilizan los oradores para defender este tema.
-Exacto, "amiga" - digo Helena - tanto ellos como yo utilizamos estas mismas palabras, pues son las exactas para intentar lograr un cambio en la gente.
Con esas pocas palabras, Helena pudo hacer que aquella niña quedara callada y sintiera la vergüenza de entrometerse en una exposición que no se le preguntó.
-Bien, Giselle, es para que no intervengas en asuntos en que te pueden callar si no sabes a que te metes.
Dijo el profesor con intención de recalcar que nadie se volviese a meter donde no se le indicara. Giselle se dio la vuelta en su silla con toda la vergüenza del mundo convertida poco a poco en odio hacia el profesor y Helena.
El profesor retomó su clase con un poco de orgullo por lo que había pasado con sus alumnas. Toda la clase fue en base al tema de inclusión por diversidad sexual. Tratamos desde acosos y maltratos, hasta defender derechos y expresar tu verdadero sentir.
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El deseo de Elizabeth
RomanceElizabeth, una mesera de burdel que está estudiando la universidad. Ella descubrirá el sentido de su orientación sexual, por medio de una clase en su salón y por una chica que conocerá en su trabajo que cambiará a Elizabeth por completo.