Capitulo 2

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Después de dos horas de clase y de estar soportando a Giselle que seguía empeñada en burlarse de mi amiga, la clase dio fin con la campanada del receso. El salón quedó vacío en cuestión de segundos, exceptuando a mis amigos y a mí, pues esperamos a que todos salieran para evitar golpes en la puerta. Por fin salieron todos.

-Listos amigos, vayámonos de aquí. – le dije al grupo con un ademan indicando la puerta.

Caminamos por un corredor directo al patio. Aquí se aglomeraba un tumulto de perfumes y hedores provenientes de los alumnos de deportes, que hacían más complicado el paso. Empujamos con una mano, mientras que con la otra tratábamos de evadir los olores, al tumulto de gente que se juntaba en los pasillos tan estrechos que era imposible no toparse con otro alumno. Tuvimos que dejar las mochilas y bolsos guardados en los casilleros para pasar mejor por entre la gente y llegar al patio.

-¡Genial, aire fresco! - gritó Antonio

-¡Años sin saber cómo se sentía el exterior! – exclamé acompañando a mi hermano.

- Hasta que alguien me entiende. – respondió Antonio.

La institución tan solo daba 45 minutos para receso, por lo que debíamos aprovecharlos cada segundo, pero nos faltaba Carlos.

-Elizabeth, ¿le dijiste a Carlos dónde lo esperaríamos? – Me preguntó Helena.

-No, pero hay que esperarlo unos minutos aquí, de todos modos tiene que salir.

La espera de Carlos se volvía eterna para el hambre de Antonio y Ernesto. Pasaron 20 minutos y no salía, por lo que me sorprendí, pues varios compañeros suyos ya se encontraban afuera.

-Ok, si llega, se van a donde nosotros, estaremos comiendo. – dijo Antonio, llevándose con él a Ernesto, dejándonos a Helena y a mí.

Para mi suerte, mi teléfono se encontraba sin cobertura y por ende sin modo de contactarlo, y para colmo, por el celular de Helena no respondía Carlos.

-Sabes amiga, vamos a buscarlo – me indicó Helena – si no, jamás saldrá.

Accedí. Nos encaminamos hacia la puerta, pero un muro de personas se interpuso entre nosotros, al parecer, algo fuerte sucedía y era el motivo de la obstrucción humana. Frente a mí se hallaba Alhan, un amigo de Carlos que trataba de pasar pero se lo impedían. Lo interrogue sobre si sabía dónde estaba su amigo.

-¡Alhan!, ¿Sabes dónde se metió Carlos?, tenemos rato esperándolo.

El tumulto comenzó a gritar y a no dejarnos escuchar.

-¡Tu amigo se metió en problemas con Christian! – Carlos y Christian se odiaban desde que se conocieron; jamás han dicho el por qué. - ¡De la nada comenzaron a pelear en las escaleras! – Gritaba eufórico Alhan.

Me exalté. Helena arremetió con quien se atravesaba en su camino para abrirse paso e ir por Carlos. A la mitad del camino le envié un texto a mi hermano para que nos ayudaran. Logramos llegar frente a las escaleras. Vimos a Carlos sobre Christian golpeándolo, mientras tras él los profesores intentaban separarlos. Quisimos subir las escaleras e intentar ayudar, pero Giselle y su grupo nos lo impidieron.

-Hazme un favor y lárgate, quiero pasar. – Dije comenzando a enojarme.

Con un giro de muñeca y mano Giselle le indicó a su sequito que se apartaran, no sin antes lanzarnos una mirada barata de odio.

Mi hermano y Ernesto empezaban a llegar. Helena tomó del brazo a Carlos y lo detuvo por unos segundos antes de arremetérselo a Chris que ya se encontraba casi inconsciente. Los profesores cedieron, pero mi amiga y yo no podíamos rendirnos aunque no pudiésemos con la fuerza cegada por odio de Carlos. En un giro que di para lanzar a Carlos a un lado, me tropecé con su pierna y rodé hacia los pies de los profesores. Helena no pudo seguir sosteniéndolo. Antonio venía corriendo por el pasillo seguido por Ernesto.

Helena y yo nos separamos de la pelea cuando los vimos venir. Supusimos que ya todo habría terminado, pero, que equivocadas estuvimos, ya que cuando mi hermano iba a subir las escaleras, Carlos se alzó para comenzar a patear a Chris. Una mochila que se hallaba ahí, sirvió como obstáculo para que Carlos pudiera pararse, pues él la piso provocando que se resbalase y callera por los escalones hasta llegar a los pies de Antonio. Los bordes de los escalones le dañaron seriamente el cráneo, lo que causó que se desmayara.

-¡Carlos!- Fue lo único que se escuchó en el espacio, acompañado por un sonido hueco proveniente de la caída.

Ver a Carlos inerte en el suelo paralizó a mi ser, no podía moverme ni pensar nada; quedé impactada.

Gritos de miedo azotaron el lugar, gente corriendo llenó el espacio. Cuando salí de mi "trance", le arrebaté rápido el teléfono a Helena de su mano y marqué a emergencias. La operadora me avisó que ya alguien había marcado antes y ya se encontraba la ayuda en camino; y efectivamente, 5 paramédicos entraron corriendo con camillas en mano. Dos se quedaron con Carlos, otros dos fueron directo a Christian y el ultimo con uno de los profesores para recabar datos. En menos de 3 minutos subieron a ambos a sus respectivas camillas y rápido los sacaron de la escuela. Quise salir con ellos, pero Antonio me tomó por el brazo y ya no pude hacer nada más que comenzar a llorar.

El deseo de ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora