❪ 𝗦𝗮𝗴𝗮 𝗕𝗲𝘀𝘁 𝗙𝗿𝗶𝗲𝗻𝗱𝘀, book one . . . ❫
𝟬𝟬𝟭 ┊ BUTTERFLIES ៚𖤜 𐐒𐐚
𝗥on 𝗪easley 🦋
Layla Dunnet estaba enamorada de Ron Weasley y lo sabía porque cada que lo veía sentía mariposas en su estómago. Siempre pasó...
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Layla estaba segura que el evento de Fred y George pasaría a la historia en todo Hogwarts por muchos años y que no se olvidarían de aquello fácilmente. El pantano seguía en el mismo lugar y debido a que Umbridge no sabía cómo quitarlo, el profesor Flitwick tenía que llevar a sus estudiantes en botes; sabía que tanto él como la profesora McGonagall conocían perfectamente la forma de quitarlo de ahí, pero dejarían que el sapo rosa se las arreglará sola, y era lo que más le divertía.
Megan también había estado más triste que de costumbre, y gracias a la escena transcurrida aquel día Umbridge la tenía en la mira, como si de pronto fuera a seguir el mismo legado de «su novio» (como decían todos) y hacerle la vida imposible. La verdad era que muchos chicos de diferentes años constantemente usaban los dulces de «Sortilegios Weasley» para brincarse clases y decir que tenían «umbridgitis», lo cual era lo más gracioso de todo. Wayne y ella habían tratado de distraer a su amiga del tema, pero debido a que aún no llegaba el siguiente sábado para la visita a Hogsmeade no lo vería, y tal vez le quedarían claras las cosas. La rubia no les había contado con precisión qué había entre ellos, pero Layla no insistía: lo haría cuando se sintiera lista.
Cinco días después del evento, la castaña se encontraba con Ron (sorprendentemente) en la Sala Común de Gryffindor practicando un hechizo que vieron días antes en Transformaciones y al chico no parecía salirle correctamente.
—Insisto en decir que soy un caso perdido en este hechizo, ¡las patas salen muy delgadas! —se quejó amargamente, apoyando su cabeza en su brazo y lamentándose.
La Hufflepuff rodó los ojos, y negó con la cabeza, reparando la tasa de té que se había roto en la mesa nuevamente.
—Ya te dije que estás progresando mucho... este hechizo es complicado, incluso yo batallé para que me saliera bien.
—Aun así no batallas tanto como yo, Lay —volvió a darle golpecitos a la tasa y no mejoraba.
—Tranquilo, cariño, solo necesitas más práctica —intentó consolarlo nuevamente, tomándolo de las manos y dándole un apretón y sonreírle—. Estoy segura que saldrá bien después. ¿Quieres hacer otra cosa?
