Mi eterno amor - Traducción [mini fic]

Colores

POV – Narrador

La historia que será contada sucede en otra realidad en donde las personas nacen con un propósito, algo que es su decisión seguir o no, lo cual sería...

Encontrar a su amor.

Cada ser humano que nace presenta una pequeña marca o tatuaje con un nombre escrito en la piel, puede ser masculino o femenino. Independientemente del sexo, cada persona nace destinada a encontrar a alguien. El prejuicio no existe, no se conoce el significado de "doctrinario" o trabajo en exceso.

Esta realidad es perfecta, contiene culturas y costumbres totalmente diferentes a las que conocemos.

Un verdadero paraíso para quien encontraba a su amor.

Lo que no era el caso de Valentina Carvajal. Una mujer joven, licenciada en derecho, había pasado años buscando a la dueña del nombre escrito debajo de su seno izquierdo. Había estado viajando por varios países hasta el momento no la había encontrado en ninguno.

—Mierda, un intento más fallido – Replicó por milésima vez desde que entró al avión que la llevaría de vuelta a casa – Y la opción de que hayas muerto vuelve una vez más a mi mente.

Ese era el pensamiento que circulaba por su mente cada vez que regresaba sin su alma gemela.

La mayoría de las personas que no encontraban a su amor vivian tristes e infelices. Principalmente por la falta de uno de los sentidos del cuerpo, el cual solamente era posible sentir estando cerca de su amor.

Valentina no veía los colores, para ella todo no pasaba del blanco y negro.

Todo eran todos claros u oscuros que se mezclaban y formaban lo que ella llamaba: vida sin gracia. En ocasiones era muy frustrante para ella el no poder ver si quiera el color de su piel, labios y cabello. Val podía estar vestida con la ropa más exquisita y llamativa del universo, pero para ella todo era del mismo color. Blanco, negro y gris.

La chica no sabía cuál era el color de los árboles, de los ríos, del cielo, el color de sus propios ojos. Valentina no podía ver el color de nada de lo que circulaba a su alrededor.

— ¿En dónde estás? – En pleno auge de sus 27 años, la chica pasaba por el décimo país desde que había cumplido la mayoría de edad, lo cual le permitía viajar sola.

Cuando el sentimiento de frustración comenzó a hacerse presente, no lo pensó dos veces antes de tomar el primer vuelo en dirección al país en el que pensaba que podría estar la dueña de aquel bellísimo nombre...

Juliana

Val no tenía idea de cómo podría ser la chica, como sería su cuerpo, su altura, su cabello. La única seguridad que tenía era el origen del nombre, sabía que algún país de américa latina la encontraría.

—Solo me faltan pocos países – Susurró mirando el pequeño mapa de bolsillo, que ya estaba bastante gastado, eligiendo su próximo destino – Argentina, Cuba o Chile. En alguno de estos debes estar...

Valentina era inteligente, se sabía de memoria todas las leyes de la constitución federal. Era muy exitosa, compartía su apartamento con una pareja de amigos, le gustaba la música, el café y una buena película de comedia.

Fue fiel a su destino, nunca se relacionó con nadie.

Se estuvo guardando, aunque esa opción no era obligatoria. La mayoría de las personas se cansaban de buscar y comenzaban a relacionarse con cualquiera, transformando totalmente el destino escrito en algo banal y triste.