II

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− Isi... − Matt responde a mi declaración con preocupación.

− Lo que oíste. He estado sopesando todo, el caso, Joseph y ella. Aaron me hizo entender algo importante y eso es que daría todo lo que tengo y alguna vez tendré por él. Nada podría ser más importante que él, nada y eso solo me dice que Evelynn hizo lo que hizo porque solo le preocupaba una cosa: Su vida. Ella era consciente de lo que me sucedía, fue cómplice. Hasta el último minuto guardó silencio ¿y a cambio de qué? Comodidad, estatus, dinero. Me vendió. Y no pienso descansar hasta verla donde merece estar. − Matt guarda silencio y toma mi mano.

− Te amo y estaré contigo como me necesites.

− Gracias... Te amo.

En cuanto Matt abandona la casa para ir a trabajar preparo a Aaron para salir y me preparo yo misma. Con unos Jeans cómodos, camiseta de algodón con diseño y unas converse salgo empujando la carriola de Aaron. Si, tiene un año, pero entre llevarlo en brazos y dañar mi espalda, y llevarlo en coche hasta que esté listo para dar sus primeros pasos prefiero la carriola.

Salgo a caminar y mirar los alrededores. Estar en casa encerrada todos los días me está volviendo loca. Los sueños de una infancia feliz inexistente y de una madre preocupada se mezclan con pruebas de la realidad y no me dejan pensar claramente. Una parte de mi se cuestiona lo que estoy por hacer con Evelynn. No sé realmente la motivación de sus acciones y lo más fácil es culparla de lleno de lo más atroz que se me pueda ocurrir. Me pregunto calladamente mis propias motivaciones, si es que lo que hago, lo hago porque ella lo merece o porque no quiero encontrar una razón para lo que hizo, no quiero una justificación, no quiero entenderla. Quiero que sufra.

Recuerdo mi conversación con Matt del desayuno, tomo mi teléfono y llamo a mi psicóloga para una sesión express, necesito soltarme un poco, contarle mis miedos a alguien, mi constante deseo y añoro por una razón. ¿Por qué no a Matt? Porque no quiero hundir con el nombre de Evelynn el paraíso que hemos formado y desde el parto aún más. Consigo una sesión de última hora y quedo de ir así que vuelvo a casa para tomar mi auto, Matthew. Lo nombré como mi esposo porque amo montarme en él, aunque extraño a Christian y me encantaría volver a tener una motocicleta, Matt moriría de un infarto si comprara una nueva. Matthew es un Jeep Compass de color burdeo, pequeño regalo que me hice para mi último cumpleaños, eso y las clases de conducción. Le pido a Ruth que nos acompañe así ella puede ir detrás con Aaron mientras yo conduzco.

Conducir con una sola pierna puede parecer difícil, pero es cosa de costumbre.

Pongo el radio y escucho el disco de Michael Bublé que Matt me obsequió hace unas semanas.

"Tú me das la mano y luego dices hola. Yo apenas puedo hablar, mi corazón late tan fuerte y cualquiera podría decir que crees conocerme bien... bueno tú no me conoces"

Veo a Aaron, a través del espejo retrovisor, mover la cabeza al ritmo suave de la voz de Buble y sonrío, es un niño encantador y cada día se parece más a su padre, mi pequeño milagro.

Poco antes de los treinta minutos llegamos a la consulta, estaciono y nos bajamos. Llevo a Aaron en los brazos y Ruth va a mi lado caminando. Me pregunta si puede, mientras entro a la sesión, darse una vuelta por el centro comercial de al lado, sin problemas y algo incomoda de que me pida permiso le digo que no se preocupe, que puede hacerlo. Entro a la consulta donde la secretaria me recibe con amabilidad y hace caras a Aaron quien le sonríe coquetamente. Ruedo los ojos, va en la sangre. La coquetería de Matt y mía se refleja directamente en nuestro hijo.

Entro a la consulta donde la psicóloga me espera con una sonrisa y los juguetes para Aaron lo esperan en una esquina. Lo dejo en el suelo para que juegue y me siento. Suspiro.

Catársis: Liberame #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora