Park Jongseong, un joven apuesto y único heredero del conglomerado JK Group, apuesta su vida en un juego peligroso con sus amigos, Jake y Sunghoon para enamorar a Yang Jungwon.
—¡Heeseung!— Jungwon caminaba a su lado, estaban algo cansados— ¡Heeseung!
—¿Qué quieres?
—¿Estás molesto conmigo? Oh, espera— se acercó al buzon y se encontró con una caja.
—Wow, ¿de quién es?— preguntó curioso Lee.
Jungwon abrió la pequeña notita.
"Feliz cumpleaños atrasado, te quiero. Mamá"
—¿Quién es?
—Mi tía Giunil se preocupa tanto por que mi mamá no quede mal conmigo— le dijo con una sonrisa triste— no importa, vamos adentro.
Jungwon se puso ropa mas comoda mientras Heeseung abría el pastel que le habían mandado.
—Mira, también llego esto— le dio una carta.
"Exposición de Yang Jiseol"
—¿Vas a ir? ¿Ni siquiera les has dicho que vas a ir a la universidad?
—Le envíe un texto— le dijo sin importancia.
—¿Te haces llamar hijo?— encendió las dos velas que le había puesto a la torta.
—¿Qué pasa contigo?
—Deberías tomar el dinero de tu madre e ir a visitar a tu padre.
—No gracias, estoy tan contento que ya no necesito su ayuda— apagó la luz y le sonrió— te dejare pedir un deseo con una de mis velas, anda.
Heeseung suspiró.
—Quiero un novio que me deje ganar en todo— soplo la vela con cuidado de no apagar la otra.
Jungwon en su lugar, solo cerró los ojos y luego de unos segundos la sopló.
—¡Oye! Tienes que decir tu deseo— le reclamó Lee.
—Solo los deseos que no se dicen se hacen realidad.
—¿Qué hay del mío entonces? ¡Vamos a hacerlo de nuevo!— buscó el encendedor para prenderlas de nuevo y Jungwon negó mientras reía.
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—Tu casa nueva estará lista en unos días— le dijo su padre sin levantar la vista del periodico que estaba leyendo.
—No voy a ir a la universidad que tú quieras— Jay rió.
Su padre lanzó una carpeta encima de la mesa y él la tomó.
—Ahí lo tienes, esas son las pruebas de que yo no soy tu padre.
—Ja, ¿es esta tu forma de amenazarme ahora?
—No creciste de la forma en la que yo quería, pero no espero que cambies, solo mudate y vive en silencio.
Jay lo miró dolido.
—¿Hace cuanto que lo sabes?— su padre se levantó y se dio la vuelta— eres increible, viviste todo este tiempo sabiendolo, mientras el odio crecía dentro mio.
