Una niña se encontraba en su cuarto, acostada en su cama, arropada. No podía dormir, por alguna extraña razón sentía una angustia que la invadía y que poco a poco le quitaba el aire.
Tras dar varias vueltas en la cama, decidió tenderse boca arriba y observar el techo, el cual estaba cubierto de estrellas que brillaban a pesar de la oscuridad. A veces, cuando se sentía solas, Lilith se imaginaba flotando en medio de un universo inmenso, nadando entre su espesura y esquivando estrellas hasta llegar a la luna menguante, dónde se sentaría y observaría cómo el mundo continúa su curso mientras su vida se pausa.Por el rabillo del ojo, un movimiento la hizo salir de sus cavilaciones y pudo percibir como una sombra se deslizaba hasta el interior de su armario, dejando a sus espaldas las puertas entreabiertas.
La niña comenzó a asustarse y se levantó para investigar lo que fuera que se hubiera escondido en su armario, pero al notar la presencia de Muerte a su lado, se calmó.
Ese demonio que dormía bajo su cama era su mejor amigo, su confidente, él que la escuchaba y la aconsejaba. Para Lilith, Muerte era mucho más que eso. Muerte era familia.
—¿Es seguro? — le preguntó insegura a la bestia de ojos rojos. Muerte se limitó a señalar al armario y asintió con la cabeza.
—Acércate a la boca del lobo, no siempre muerden.—Le dijo. La niña comenzó a caminar hacia aquellas puertas, pero de pronto, un humo negro llameante comenzó a salir de los entresijos. Muerte se puso a su lado y apoyó una de sus manos sobre el hombro.— quédate aquí un momento.
El demonio se convirtió en sombra y avanzó hacia aquella cosa que se escondía en lo más profundo y oscuro del armario.
De pronto, un grito agudo resonó en toda la habitación, haciendo que Lilith se tapara los oídos.
Por un momento, La niña temió por Muerte, odiaba sentirse débil y no poder hacer nada si a su amigo le pasaba algo. Pero el demonio apareció tan ágil como se había ido y tomó una de sus manos.
—No temas, simplemente está asustado.— le aseguró. Lilith, en cambio, no puso en duda la palabra de su amigo, a pesar de que temía con toda su alma lo que pudiera ocurrir.Paso a paso, la distancia entre aquella cosa y Lilith fue disminuyendo y cuando se halló frente a sus puertas, inspiró ondo y las abrió.
En su interior una sombra alargada y muy delgada la miraba con ojos tristes y temerosos, unos ojos que en lo más profundo escondía un dolor inmenso.
La niña vio en esa cosa todo lo que nunca antes había vivido y sintió compasión. Por ello, dejó su miedo atrás y con sumo cuidado lo abrazó, el monstruo entre sus brazos tembló y lo que antes escuchó como gritos, resultaron ser los sollozos de aquella cosa que se encontraba sumergida en la tristeza y en la devastación.Su abrazo cesó cuando la sombra después de un largo rato, dejó de llorar. Con cariño y delicadeza, Lilith acarició su cabeza y le susurró:
—A veces, el dolor y la melancolía nos convierte en cosas grandes. Eres valiente y tu lucha interna algún día acabará y te darás cuenta de tu fuerza. Serás imparable. —Tras decir esto, Lilith le dio un beso en la frente y tomó su mano instándole a salir de su escondite.
La sombra, que antes se hundía en su propia pena, decidió desistir y siguió a aquella niña que le había consolado momentos antes y que no lo había hecho sentir tan solo como de costumbre.Ya fuera del armario, Muerte los observó desde el otro lado de la habitación, aquella sombra asustadiza necesitaba su espacio antes de lo que le estaba por venir.
Muerte observó como la pequeña Lilith le iba enseñando todos sus juguetes a la sombra, le decía todos los nombres de sus amigos peluches y le enseñaba todos aquellos dibujos que solía pintar con el fin de calmarlo y hacerlo sentir como en casa.
Cuando la temible sombra ya estaba por acercarse, escuchó como la niña decía:
—A veces, estar tristes nos demuestra que seguimos estando vivos.— La sombra no contestó y a Muerte, sus palabras conmovieron, pero a pesar de ello, continuó avanzando hasta llegar a ellos.
La sombra asustadiza comenzó a temblar, pero confiaba lo suficiente en la niña como para no volver a esconderse en el interior del armario.—Lilith, te presento a Conciencia.—Le dijo Muerte a la muchacha. Ella sorprendida, se dirigió a la sombra y le preguntó si era verdad, a lo que Conciencia asintió.— Es la guardiana de la devastación, alberga en su interior todas las emociones que una persona alguna vez puede llegar a presenciar. La tristeza, el miedo, la alegría... Ellos y Conciencia son uno solo.
Lilith no daba crédito a lo que estaba escuchando, en su mente mil preguntas le rondaban la mente y no sabía por cual de todas comenzar.
—Entonces, ¿Conciencia es como mi mente? —Preguntó a Muerte. La sombra sin embargo, le cambió de tema.—Conciencia ahora mismo está un poco perdido, en su interior las emociones se pelean por ser sentidas y eso está dificultando a nuestra pobre guardiana a retomar el control sobre estas bestias, es por ello que la tenemos que ayudar a volver a la normalidad.— Tras las palabras de Muerte, Lilith comenzó a comprender un poco más a aquella sombra tristona.
—¿Y qué podemos hacer? — Quiso saber la niña. Tenía la esperanza de poder luchar contra algún dragón y convertirse en la heroína de algún cuento fantástico.
—¿Me queréis ayudar? ¿Quién querría salvar a esta pobre alma perdida? Pero ya puestos, amo contar historias.— dijo Conciencia, quién hasta el momento se mantuvo en silencio. Muerte, sin embargo, se notaba perdido en sus pensamientos. Tal vez, barajando aquella idea que se había lanzado al aire.
"Puede que los cuentos calmen a las bestias y Lilith pueda volver a encontrar el camino a casa." Se dijo Muerte para sí mismo.
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Conciencia
"Guardiana de la devastación"
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Relatos oscuros de demonios cautivos
Short StoryMientras otros niños dormían plácidamente y soñaban con castillos y dragones, Lilith se mantuvo despierta, hablando con las sombras que, entre susurros, le contaban historias. Y Lilith amaba las historias. ...