26 Heath "Lemon"

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Había sido una semana áspera, ¡todo parecía empeorar en la vida del actor! Y todo se fue al demonio todavía más, cuando Michelle, su esposa y el amor de su vida de hace años, optó por dejarlo y quedarse con su hija. Está molesto, furioso y se sentía tan estúpido por volver a recaer en los medicamentos y el alcohol, su cabello había perdido el color, sus ojos estaban cansados y rojos de tanto que no duerme, aún en ese estado horroroso no entendía por que las mujeres se seguían muriendo por el. 

Las luces rojas y colores neón se mezclaban entre la multitud, dándole al bar una apariencia mas sensual, exótico e intimo. Aunque ya sea con las luces y la música, para Heath Ledger ese bar de poca monta se había convertido en su hogar. Un lugar para ahogar sus penas, irritantes pensamientos, conocer mujeres o, simplemente, beber unas copas y dejar que el alcohol lo libere un poco del dolor y el estrés.

Durante esta semana solo se la ha pasado acostándose con una que otra prostituta o con Lindsay que es casi lo mismo, ya que esta se presento al enterarse de su ruptura diciendo que era su mayor fan y bla bla bla, al final termino follando con la pelirroja. Pero claro, tuvo que mandarla a la mierda ya que la niña se había enamorado de el en tan solo tres días, pero realmente le daba igual, ni siquiera sabia dar un buen oral.

- Todas son iguales.... ¡Son unas malditas zorras que acaban con mi vida!  

Su mano se cierne en la botella de cerveza cada vez mas fuerte, siente sus nudillos blanquearse e incluso, tener la sensación de que la botella comienza a quebrarse debajo de su palma; aunque esta ultima sensación es debido a su ligero estado de ebriedad. Nada de otro mundo.

Decenas de mujeres se le han acercado durante las cinco horas que estuvo allí sentado desde que llegó: rubias, morenas, pelirrojas, castañas; con escotes tentadores y minifaldas que dejaban muchísimo a la imaginación pero, como si de un perro rabioso se tratara, el actor las espantaba siendo un tanto irrespetuoso.

En cualquier otro momento hubiera aceptado el tener sexo con cualquiera de ellas, mas estaba muy enojado con la vida, solo quería posar sus labios en la botella de alcohol y descargarse con alguien en particular, con alguien que cumpliera sus expectativas. Solo era cuestión de esperar.

Haciendo un gesto con su mano para que el sujeto de la barra le abriera otra botella de cerveza, Ledger juega ansioso e irritante con la tapa de chapa puntiaguda. Necesita tener sexo, ya. Justo en estos instantes, pero a su manera y con sus reglas. 

Cuando esta dispuesto a voltearse y observar a las mujeres ir y venir buscando clientes para quitarles dinero y energías, una silueta a su lado le impide hacerlo. Ledger; arquea una ceja con intriga y se dispone a analizar a la joven a su lado.

No es menor de dieciocho, pero tampoco mayor de treinta. Su vestido rojo sangre de cóctel le brinda un excitante show de cuerpo: senos medianos que se lucen debido al cuello exagerado en V, naturales y carnosos; caderas grandes, cintura promedio; piernas largas, firmes, suaves y torneadas que acaban en unos zapatos de tacón color negro. Baja la vista un poco más, y logra ver sus muslos desnudos. Le gustaría ver de qué color son sus bragas, pero no se queja de su vista. Es una mujer con un cuerpo y curvas exquisitas. Su cuello es delgado, sus clavículas resaltan y sus labios están pintados de un intenso color sangre.

- ¿Puedo ayudarte en algo? 

Ledger parpadea por varios segundos, sólo para sonrojarse por lo bajo y centrarse en su bebida. La estaba viendo mucho, ella se dio cuenta. No es como si quisiera hablar, pero tampoco quería quedar como un tarado por segunda vez.

- ¿Disculpa?

- Te pregunto otra vez , ¿se te perdió algo, niño bonito?- responde formando una sonrisa coqueta y burlona. Su dentadura blanca y  alineada deslumbran aún más a su labial rojo.-Por como me miras, puedo creer que me robaras en cualquier momento.

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