|| 𝚂𝙼𝙿 𝚂𝚞𝚙𝚛𝚎𝚖𝚊𝚌𝚢 ||

𝑆𝑖𝑥𝑡𝑦-𝑇𝑤𝑜 [𝙼𝚎𝚗𝚝𝚊𝚕𝚒𝚍𝚊𝚍]

El deseo de un tonto es la inmortalidad

Caótico Mayor

Resumen:

Después de cuatro años de exilio, Tommy regresa a L'Manburg y se enfrenta a las sombras de su pasado. Finalmente regaña a sus demonios internos, que resultan ser las personas que lo secuestraron.

Notas:

Esta es mi opinión sobre "¿y si el exilio de Tommy fuera diferente?"

Este también soy yo explicando algunos pensamientos mientras soy un apologista de Tommy.

Texto de trabajo:

Habían pasado cuatro años desde que Tommy se exilió. Cuatro largos años para casi todos los que lo conocieron. Cuando fue exiliado, lo llevaron remado a una isla lejana, a millas de su hogar. O cuál había sido su hogar.

El primer año fue duro, aceptar lo sucedido fue un gran obstáculo para todos. Por una vez, el SMP guardó silencio. No hubo aplausos cuando se logró algo, no se iniciaron ni terminaron conversaciones aleatorias sobre cosas serviles. La culpa era ahora lo principal de los sentimientos de L'Manburg. Su presidente lo superó durante el primer año. El gabinete estaba alimentado por una ira no dirigida y un despecho desenfocado. Todos parecían estar en un estado crónico de autodesprecio. Todos enojados con algo o alguien. Era como si la bomba de relojería de un niño al que exiliados nunca se fuera realmente. No completamente.

El chico en cuestión era un hombre cambiado. El primer año lo pasó solo, como los tres siguientes. Después de que el bote se perdió de vista, dio media vuelta y echó a correr. Sin nadie a su lado, sin nada a su nombre más que la ropa que llevaba puesta, el otrora orgulloso niño corrió. Sabía que allí no había nada para él, ni una vida, ni un amigo, ni un hogar. Estaba solo y finalmente lo aceptó como un hecho. Impulsado por los pilares de la ira sobre los que se construyó, corrió lo más lejos que pudo, viendo como su mundo, como siempre, se derrumbaba a su alrededor en una ráfaga de fuego y llamas. No dejó de correr hasta que sus pilares se derrumbaron, la última parte de su imperio en caer. Cuando miró hacia arriba, no reconoció su entorno. Eso fue algo bueno.

Impulsado por el despecho, los fragmentos rotos de un niño se construyó una casa en un pintoresco bioma de tierras baldías. Lo construyó en lo alto de una colina, hierba seca y robles extendidos salpicaban la colina. Usó la arcilla y la terracota a su alrededor para construir la casa, algo de madera de roble esparcida en el medio. Una vez hecho esto, el niño partió a buscar comida. Al final de los años, el niño tenía una buena granja y un pulgar verde.

Poco después de su segundo año, ya no podía soportar la soledad. Tenía las ovejas y los cerdos, las vacas y un caballo, pero el chico destrozado todavía estaba solo. Así que se dirigió al desierto cercano y encontró un pequeño gatito tirado en la arena, abandonado como él. El gatito era de un hermoso color, reflexionó, antes de irse a casa con el gatito en brazos. La llamó Clara.

En el tercer año, el niño encontró una aldea con la que interactuar. Nunca se presentó, y los aldeanos estaban bien con eso. Venía a su pequeña ciudad, todos los fines de semana, para intercambiar con los adultos un juego con los niños. Siempre fue amable con ellos, con todos. Si los niños comenzaban a pelear, él lucía una sonrisa triste y les enseñaba a resolver sus problemas con palabras. Siempre funcionó, para sorpresa de los adultos. Cuando se le preguntaba al respecto, el niño siempre soltaba una risita y la misma sonrisa triste y decía: "Aprendí por las malas, que pelear no te lleva a ninguna parte de la vida. Son tan jóvenes que no deberían pasar ni un minuto peleando entre ellos ". Sin que el niño lo supiera, los aldeanos escucharon el solemne: "Nunca se sabe cuándo pueden ser arrebatados" que se dijo después. Algo horrible le había sucedido a la joven de diecinueve años, que los aldeanos sabían.