2| detention

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La profesora McGonagall me dio detención por el resto de la semana, con Adrian. Porque dormí en clase y Adrian no había hecho su tarea.

Me senté detrás de Adrian y agarré mi libro de mi bolso.

—¡Leerás tu libro, página 193 y luego escribirás, lo que no debes hacer en clase! —, Dijo McGonagall, así que abrí mi libro— ¡Regresaré en una hora! —Aviso y salió del aula, encerrándonos a mí ya mi mayor enemigo en una habitación.

—Entonceeees —Dijo Adrian, deslizándose a mi lado.

—Vete a la mierda —Abrí mi libro y comencé a leer.

—No eres muy amigable —Pajeó e hizo un puchero.

—Vete a la mierda, Pucey —maldije y lo miré.

Ojalá nunca lo hubiera hecho. No podía apartar mis ojos de sus ojos oscuros.

—Jodanme —murmuré, cuando eché un vistazo al reloj.

—¿Yo? —Adrian sonrió y se acercó a mí.

—En tus sueños —Dije rodando los ojos.

—No me hables con esa actitud, Weasley —Dijo y sentí su aliento contra mi cuello.

—¿O si no qué? —Volteé la cabeza hacia él, lo que casi nos hizo besarnos.

Sus ojos echaron un buen vistazo a mis labios. y se humedeció los labios— De lo contrario ... —comenzó, pero se interrumpió— ...Tendría que besarte.

«No vas a molestarme, Pucey...»

—¿Cómo funciona el hechizo Avada Kedavra? —Sonreí y me volví hacia mi libro.

—Vamos, lo quieres. ¡Lo sé! —Soltó una pequeña risa, cuando sentí su mano en la parte interna de mi muslo. Haciéndome enganchar y miré su mano.

—¡Mantén tus manos lejos de mi, idiota! —Miré a Adrian, quien actuó como si fuera algo normal.

—¿Y si no lo hago? —Preguntó y se acercó a mí.

—¿Estás tratando de coquetear conmigo? —Le pregunté con una sonrisa.

—No —dijo simplemente.

—¿Entonces qué es? —Pregunté.

—Oh, vamos, quieres eso. Lo sé —Su mano se adentró más entre mis piernas.

Mi respiración se aceleró y tragué con fuerza. «Gracias a Dios, me puse una minifalda»

—Tenemos una hora, cariño. Dame veinte minutos y te haré sentir como nunca —su voz ronca hizo que un escalofrío recorriera mi espalda.

Adrian comenzó a besar mi cuello, lentamente.

—V-vete a la mierda —murmuré, pero salió como un gemido.

Sentí los dedos de Adrians contra mi coño mojado. Fue difícil contener mis gemidos. Me atrapé mi labio inferior con los dientes.

—Déjalo salir, cariño —susurró con voz ronca y comenzó a chupar mi cuello.

Mi cabeza cayó hacia atrás y gemí suavemente.

—Mírate, qué desesperada estás —sonrió contra mi cuello, cuando su pulgar masajeó mi clítoris.

Yo cerré mis ojos.

—Usa tu linda boca —bromeó, mientras bombeaba su dedo muy lentamente dentro y fuera de mí— Ruega por más, puta —gruñó contra mi cuello.

No pude evitarlo, pero estaba tan caliente, que me gusto que me llamara puta.

—Por favor, te necesito ... ¡Adrian! —Gemí de nuevo, pero en voz alta, cuando sentí sus dedos curvarse en mí.

Escuché como se abría el cinturón y yo abrí los ojos.

—Sube a la mesa, ahora —Exigió con voz ronca y profunda y yo hice, lo que él quería.

Su bulto crecía con cada miraba mis piernas y la parte interna de mis muslos desnudos.

—Mierda, qué mojada debes estar —susurró contra mis labios.

Acarició mi feminidad y se burló de mí, con su erección contra mi entrada húmeda. Mis manos se abrieron paso a través de su cabello y gemí contra sus labios. Mis piernas se curvaron en sus caderas y lo acerqué más a mí.

Bajé sus bóxers y sentí su erección estallar contra mi muslo interno.

—Dios, te follaré hasta dejarte entumecida, Weasley —gruñó y me golpeó con fuerza.

Gemí fuertemente y tiro de mi cabeza hacia atrás, para sentir sus besos en mi piel pura y salada.

Sus caderas se balancearon contra las mías y su pene se estrelló contra mi punto G, haciéndome gritar de placer.

—Así es, nena. Muéstrame lo bien que te hago sentir —Adrian sonrió y chupó mi cuello.

Gemí en voz alta y tiré de su cabello.

—¡V-ve más rápido! —Le rogué y lo empujé más cerca de mí.

Sus embestidas se volvieron más rápidas y lo único que se podía oír eran nuestros gemidos o nuestras caderas, que chocaban entre sí.

—¡Dios, estoy tan cerca! —Gemí contra su cuello y lo empujo más cerca y más profundo. me.

—¡Suéltalo nena! —jadeó y me llenó con un fuerte gruñido.

Cerré los ojos, cuando una ola de electricidad se precipitó sobre mí y mis piernas temblaron con fuerza.

—Buena chica —Adrian susurró y me besó, con una pequeña sonrisa en su rostro.

Se apartó de mí cuando le devolví el beso. Lloriqueé, cuando sentí el vacío a mi alrededor. Me vestí de nuevo. Los otros treinta minutos comencé a hacer mi trabajo.

—¡Espero que sepan lo que no deben hacer en clase! Pueden irse ahora, la detención termino—la profesora McGonagall entró y nos miró.

Asentí con la cabeza, empaqué mis cosas y salí del aula. Estaba a punto de ir a la Sala Común de Gryffindor, cuando alguien me tomó de la mano. Me di la vuelta, mirando a Adrian.

—Mañana a las doce de la noche, en la torre de astronomía —dijo y sonrió, cuando se acercó a mis labios.

—¡Alguien nos verá, idiota! —Rodé los ojos y lo miré.

—Lo único que podría o diría es que eres una mierda para mí —dijo, con sus pulgares en mi labio inferior.

Yo tragué.

—Vete a la mierda —gruñí y lo empujé lejos de mí.

—¡¿Qué?! —En su voz había confusión.

—Solo vete. Vete. —Dije y murmuré la contraseña de la sala común y cerré la puerta, dejando a un Adrian confundido detrás de mí.


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Este capítulo estuvo bomba!

Desperate (+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora