Parte sin título 7

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Un día más que parece noche eterna en esta prisión. No sé cómo llegué aquí. Lo único que recuerdo cuando despierto es un par de ojos mirándome con extrema amargura, como arrepentida e impotente de no poder ayudarme. Lo único que recuerdo es un par de ojos verdes llorando a mares.

Desde mi habitación puedo oír el llanto y los gritos desconsolados de mujeres y niños, puedo oírlo invocando a una persona que tal vez sólo exista para mantener viva sus esperanzas... la reina Tamir.

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Sus palabras acabaron con mi aliento ¿Cómo que los había traicionado? No me cabía en la cabeza lo que dijo Mariel esa vez que intenté hablar con ella y Marcos.

-Hola, hace mucho tiempo que no hablamos... y quisiera saber como estabas.

-¡Ah! Hola. Estuve bien.

-Qué raro, te veo algo pálida

-No es nada, sólo estuve un poco enferma. Nada que unas cuantas pastillas no pudieran solucionar.

En ese momento sentía sus ojos mirándome con rabia, aunque sus labios sonreían.

De pronto, me sentí observada... todo el colegio me miraba... se reían...

Oía risas estrepitosas, comentarios vulgares...

Marcos había cortado la parte posterior de mi camisa sin que me haya dado cuenta, y se veía mi pecho descubierto. Ese día no me había puesto sujetador, pues me apretaba demasiado.

Nunca entendí cómo es que lo hizo, peor aún cómo es que en ese lugar apartado, donde nadie solía pasar, se habían aglomerado tan rápidamente la gente. Y lo peor aún: el director, los maestros y... mis padres. De pronto sentí la espalda de Mario en la mía, me estaba abrazando. La confusión causada por el momento no me permitió reaccionar. Al parecer se habían reunido para darme una fiesta sorpresa. ¿Sorpresa? ¿De qué? ¿Cómo? El lugar estaba bien iluminado, y en los 5 minutos anteriores estaba completamente vacío, pero ahora, había adornos florales, pastel, bocaditos, mozos, entarimado, luces, hasta una orquesta y yo... en el medio, 

De pronto, una ola de insultos y regaños se abalanzaron contra mí ¿Cómo era posible? Todo había transcurrido tan rápido que no tuve tiempo de cubrirme siquiera. Mis padres bajaron para darme una bofetada y cubrirme con un saco. Me quede perpleja, todo el mundo, y yo en el centro, para ser juzgada. De pronto...

En una habitación semioscura, iluminada sólo por un reflector que apuntaba hacia una mujer, se habían reunido hombres extraños, con gestos y expresiones de maldad, de odio. Ella tenía el cabello largo, blanco, la cara pálida y una corona en sus manos. Al parecer, no sabía lo que estaba pasando, o tal vez se sentía tan derrotada que ya no tenía fuerzas para defenderse.

-¡Tamir! Hija de pu...- fue la primera palabra de mi madre que pude escuchar en el día, que por cierto no pudo completar-

Mi padre por otro lado, me dio lo que era según él, la décima bofetada del día. Al parecer, estuve callada, ida toda la tarde. Mi hermana me dijo que parecía muerta, no veía, sentía o escuchaba nada. Todo lo hice maquinalmente. Mis padres no sabían si estar molestos o preocupados, incluso llegaron a insinuar que debería ir a un psiquiatra.

En la noche, recibí una llamada

-¿Diga?

- Al parecer su majestad no es más que una...

-¿Por qué lo hiciste, Marcos?

- Porque nos traicionaste

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EL SECRETO DE UNA REINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora