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 Me encontraba rodeaba de paredes lujosas, tapetes de colores vibrantes y un lujoso trono. En el estaba sentado el sultán, el padre de Jazmín siendo hipnotizado por la vara de serpiente de Jafar.


"Problemas urgentes requieres medidas drásticas, mi señor."

"Si, medidas drásticas"

"Ordenareis a la princesa que se case conmigo"


Mientras el sultán estaba a mitad de recitar la misma frase, despertó del trance peguntando si el visir no era demasiado viejo para su hija de quince años. Pero parecía no detener al hombre delgado, pues volvió a dar la misma orden hipnotizando al de ropa blanca.

De pronto, el sonido de las trompetas volvió a interrumpir el intento de hipnotismo. Seguí al entusiasmado señor de baja de su trono para dirigirse al balcón, a ver el porque de la fanfarria. Ahí estaba entrado el famoso desfile para presentar la grandeza y riqueza del príncipe Ali, quien era en realidad Aladdin cuando pidió al genio de lo convirtiera de la realeza para poder así impresionar a la princesa.












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Twisted wonderland: la princesa cisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora