Johnny había tenido un día bastante agotador, la panadería había tenido mucha más gente de lo normal y había aprovechado para hablar con cualquier chico del pueblo que se le pasara por enfrente.
Era un chico bastante guapo, de cabellos castaños y ojos de color miel que brillaban con la luz del día, su piel era ligeramente morena por estar expuesto mucho al sol y por su trabajo había desarrollado un buen cuerpo que atraía la atención de medio mundo.
Pero solo una persona dominaba en su corazón, aquel chico que siempre estaba bordando en su habitación y lograba verlo por la ventana de color blanco que tenía vistas al río del pueblo.
Llegó a su habitación y no se molestó en quitarse la ropa de trabajo, simplemente se tiró en la cama cayendo en un sueño que se sentía bastante real, estaba rodeado de los chicos a quienes les había dicho cosas lindas esta mañana.
Pero alguien llamó su atención, un chico de piel muy pálida, más que la nieve fría, vestido completamente de negro, el mismo negro que sus ojos y cabello, chico que ingresó a la habitación sin esfuerzo alguno.
—¿Cómo has entrado, mi vida? —preguntó Johnny. —Cerradas están las puertas, ventanas y celosías.
—No soy el amor, amante —respondió aquel chico. —Soy la muerte que un Dios te envía.
Johnny entonces sintió como los latidos de su corazón se volvían más desenfrenados, sabía que no había forma de escapar a la muerte.
—Oh muerte tan rigurosa, déjame vivir un día —Johnny se arrodilló frente al chico vestido de negro casi llorando y con sus manos juntas a la altura de su pecho.
—Un día no puedo darte —dijo el chico con algo de pena. —Una hora tienes de vida.
Entonces despertó, comenzó a vestirse con su mejor ropa y zapatos que tenía, y corriendo se fue a la calle dónde su amado vivía.
La casa quedaba a la orilla del río, una mansión de puertas altas de color blanco, corrió lo más rápido que pudo y en poco tiempo ya se encontraba ahí.
—¡Ábreme la puerta blanca! —gritó Johnny estando de pie a la orilla de Johnny, casi debajo de dónde se encontraba la ventana de su amado. —¡Ábreme la puerta, niño!
Taeyong al escuchar esto se asomó por la ventana encontrandose al amor de su vida un poco alterado y a nada de lanzarse al río.
—¿Cómo te podré yo abrir si la ocasión no es venida? —gritó Taeyong, era ya muy tarde como para que le dieran la autorización de abrir las puertas de la mansión. —Mi padre no fue al palacio, mi madre no está dormida.
—Si no me abres esta noche, ya no me abrirás, querido... —Johnny estaba a nada de llorar de la desesperación, solo quería darle un último beso al amor de su vida, repetirle mil veces que lo amaría por siempre. —La Muerte me está buscando, y junto a ti sería mi vida.
Taeyong rápidamente se alteró también, no podría abrirle la puerta a su amado sin ser castigado cruelmente por su madre, tampoco podía arrojarle una de sus sábanas, estaba muy alto.
—Sube por aquí mi amado, a la ventana donde cosía.
Johnny comenzó a escalar por aquella pared de piedra con mucho cuidado, estaba a nada de llegar cuando sus pies resbalaron dejándolo colgado del barandal de aquella ventana, Taeyong trató de ayudar pero no pudo y al final Johnny terminó cayendo del lugar directamente al fondo del río.
A una orilla esperaba el chico vestido de negro sentado sobre una piedra, sin embargo, al ver salir a Johnny del río, este se levantó y sacudió su ropa para después darle unas palmadas en la espalda al chico.
—Vámonos enamorado, que la hora ya está cumplida.
Johnny miró al chico, tenía una mirada vacía, sus labios eran de un color coral hermoso y su pequeña nariz lo hacían lucir algo tierno como para ser la muerte.
—No me has mencionado tu nombre, muerte que ahora eres amiga mía —dijo Johnny a medio camino.
—Me llamo Doyoung —el chico de cabello negro por fin lo miró a los ojos. —Desde hoy seré tu guía.
🌹☠️
1. Es exactamente lo que decía el poema.
2. Son las palabras que yo agregué.
Y lo demás pues ahí fue saliendo.
Escuchen la canción de Alanna, está hermosa 😔👌
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El enamorado y la muerte ¡! JohnDo
FanficInspirada en un poema que lleva el mismo nombre.