Prólogo

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TW: Lenguaje ofensivo.

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PRÓLOGO

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PRÓLOGO

—¿Qué se supone qué es "La Ciudad del Diablo"? —pregunta la pelinegra fijando sus orbes verdes en las chispeantes llamas de la fogata que yacía al centro del pequeño círculo.

El rubio a su lado la mira con curiosidad y ambos le dedican una mirada expectante al hombre que se situaba frente a ellos, reconfortado sobre su silla reclinable y su botella de licor en mano. Susodicho da un gran sorbo de su trago y deja salir un suspiro cargado de nostalgia.

Aunque algo en él se estremece al recordar esos días en los que temer era la mejor modalidad para la supervivencia.

—¿"La Ciudad del Diablo"? —repite con una sonrisa juguetona y ella asiente suavemente.

Él la acribilla con calma, pensando si era correcto o no contarle la gran historia que hay detrás de ese conspiranoico título.

—¿Me va a decir o no, viejo? —persiste la pelinegra al borde de la desesperación.

Hay muchas palabras que pueden describir a Aleix Wölff, pero la paciencia no es una de ellas.

El hombre le dedica una mirada de desacato y aprieta su mandíbula al ver esos salvajes ojos verdes que lo fulminan con la mirada.

—No es un maldito cuento de hadas, niña —contesta, disconforme.

—No estoy esperando uno —espeta, cruzándose de brazos.

El crepitante sonido de la madera ardiendo y el agudo canto de los grillos mezclados, genera una insignificante tensión entre la chica y el hombre que se rehúsa a hablar de aquel suceso trágico de hace ya más de veinte años.

—Bien —cede el sujeto tras una prolongada meditación—. Pero, luego de esto, lo olvidarás, ¿de acuerdo? Olvidarás esta conversación, porque no te conviene saberlo —le condiciona a modo de advertencia—. Y esto aplica para ambos —completa, mirando al rubio a los ojos.

—De acuerdo —los dos jóvenes aceptan sin hacer más preguntas.

—La Ciudad del Diablo, es todo un cementerio... no, es una jodida condena mortal —comienza a explicar, eso solo incrementa la curiosidad de la pelinegra y el rubio que decidieron hacerle compañía durante la noche—. Hace veintidós años, existía una secta religiosa que se dedicaba a hacer cosas terribles de mencionar. Eran como una maldita plaga, esparciéndose por todo el país e involucrando a gente inocente y vulnerable. Reclutaban familias adineradas con devoción religiosa, pues era fácil explotarlas, al punto de meterles miedo y manipularlas a su antojo. Se hacían llamar "Los Iluminados".

Esa poca información ya tiene más que intrigados a los jóvenes. Ansían poder conocer toda la historia, o al menos, la versión de aquel hombre que les ha brindado hospitalidad por unos días.

La Ciudad Del Diablo [+21] © | 0.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora