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My snowman and me

El primer muñeco de nieve

El primer muñeco de nieve, no es precisamente un muñeco.

Un niño con pequeños rizos creciendo acumulaba entre sus manitas pequeñas bolas de nieve que después unía para hacer bolas de nieve más grandes.

Miraba de reojo, a la lejanía al resto de niños juntos en el patio de juegos, haciendo un muñeco de nieve mucho más grande. Un par de lágrimas se acumularon en sus ojitos, rodando lentamente por sus mejillas.
Hace dos meses, su padre recibió un empleo en otra ciudad, obligándolo a mudarse, dejando detrás a todos sus amigos.

Pronto entendió que en su nueva escuela todos los niños eran malos.
No importaba cuanto lo intentara, no conseguía hacer un solo amigo.

El primer día de clases había llevado paletitas y dulces para sus nuevos compañeros, que terminó comiéndose junto con su madre por la noche en su casa luego de ser ignorado y rechazado por cada uno de ellos.

El primer día no era nada comparado con lo que sucedería una semana después. Empezó a recibir empujones e insultos por parte de otros niños, que no soportaban la idea de verle como el niño favorito de las maestras.
Las pegatinas de estrellas doradas sobre su frente no valían el dolor que provocaban en sus costillas las patadas y golpes durante los recesos.

A pesar de recibir ataques físicos, para él eran peor los ataques verbales.
Su inseguridad escaló poco a poco.

En consecuencia a comentarios denigrantes en torno a su físico había dejado de comer durante el descanso, por comentarios burlándose de sus dientes había dejado de sonreír.

Había perdido su sonrisa y sin ella el mundo se oscureció, el viento se hizo más frío y el océano más violento.

La soledad es un océano lleno de viajeros intentando encontrar un lugar en el mundo. Pero, sin amistad, todos estamos perdidos. Sin esperanza, sin puerto, sin hogar.

Hecho bolita entre restos de nieve y césped, esperaba que aquellos niños terminaran de pisotear sus pequeños muñecos de nieve. Observaba entre los huecos de sus manitas temblorosas como cada uno de ellos pasaba de ser un muñeco a ser una combinación deforme de nieve, chocolates, piedras y zanahorias.

Como un rayo de sol, Roger llegó a su vida.

Entre las fuertes mareas de su dolor logró percibir a un niño ligeramente más alto, con pequeños cabellos dorados y ojos azules arriba de un árbol lanzando nieve hacia los chicos que estaban molestándolo.

—Y más vale que lo dejen en paz.—gritó al notar como ambos niños habían salido corriendo en dirección a sus profesoras.

El niño bajó hábilmente del árbol sacudiendo los restos de nieve de su ropa.
Brian sintió como el niño lo levantaba para llevárselo por la muñeca al patio principal.

—No llores más, no derrames ni una sola lágrima de nuevo. Vamos a hacer un muñeco de nieve mucho mejor que el de ellos... Mi nombre es Roger.—mencionó finalmente con una pequeña sonrisa.

Brian sorbió su nariz enrojecida y limpió sus mejillas con ambas manos.

—Brian.

El rubio rápidamente empezó a formar una bola de nieve con sus manitas invitándolo con una sonrisa amable a ayudarle.

Treinta minutos de trabajo duro tuvieron que pasar para que ambos niños vieran su muñeco de nieve terminado.

En realidad no parecía un muñeco de nieve.
Se asemejaba más a una pila de cristales de hielo mal acumulados con una sonrisa torcida, los ojos bizcos y sin uno de sus brazos.

La Promesa de la Nieve. // Maylor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora