─Oye, Eren... ¿que tal si nos escapamos?
En aquella noche silenciosa, una en donde ambos disfrutaban del calor de la hoguera improvisada que habían construido, el castaño se sorprendió ligeramente al escuchar la propuesta de su compañera. No era común que hablaran de temas que no fuesen sobre la misión que estuviesen realizando, y mucho menos lo que parecía ser una broma... en territorio enemigo.
─¿eh? ¿es en serio, Pieck? No creo que sea el momento más adecuado para estar jugando con esas cosas...─mientras le contestaba, leía un pequeño libro que tenía para entretenerse cuando no había mucho que hacer, como en ese bosque en el que esperaban a la luz del sol para partir hacia su destino.
El dulce sonido de la madera siendo consumida por las llamas inundó el lugar donde estaban sentados, no escuchándose nada más que eso. Al ver que Pieck no mencionó nada más, alzó la vista para verla. Por su lenguaje corporal, que era uno nervioso y algo triste, podía saber que algo iba mal con la señorita Finger. Ella, también, era conocida por siempre tener una expresión relajada y calmada, pero en ese momento era lo contrario.
─¿Pieck?
Habló suavemente.
La de ojos oscuros rápidamente volteó a ver al joven.
Ellos eran soldados. Habían sido entrenados desde que tenían memoria para trabajar en ello, aprendieron distintas artes de combate, varios idiomas, teatro, uso de armas, sobrevivir en la intemperie, etc. Así eran los soldados de la más alta élite de donde venían ellos, apodados "lobos", siempre estaban a la orden para hacer lo que sea que les mandaran sus superiores.
─Estoy... cansada, Eren. Siempre es lo mismo, una y otra y otra vez. Esta mierda, y disculpa mi vocabulario, me tiene completamente destrozada. Ya no quiero seguir matando.
Todo el mundo creía que los lobos no tenían esa clase de sentimientos.
Que eran unas máquinas creadas desde su nacimiento para matar a todo aquel que se opusiera a ellos. A nadie le importaba como se sintieran, lo único que tenían para sobrellevar la carga que se le impuso eran ellos mismos. Solían ser una gran familia, pero la guerra es un infierno.
─Aunque en un primer momento me impactaron tus palabras, la verdad yo también estoy en mis límites como persona. Ni siquiera sé quien es el bando bueno o cual es el malo... ¿o de verdad hay alguien que lleve razón en este mundo de conflictos? ¿por qué peleamos, Pieck?
─No lo sé... realmente no tengo idea. Llevo preguntándome eso desde la primera muerte del equipo... ¿por qué tenemos que pelear sino es nuestra culpa lo que sea que hayan hecho nuestros antepasados? Odio los conflictos bélicos, odio las guerras, las peleas, las muertes.
Lo aborrezco, Eren.
Aquel día cuando Armin murió, se les recordó a los lobos que en efecto, la felicidad que tenían no era más que una ilusión encerrada en lo más profundo de un país monstruoso. Uno a uno, mientras el tiempo pasaba, fueron cayendo. Todos se conocieron cuando eran unos infantes.
Crecieron juntos, comieron juntos, jugaron juntos, entrenaron juntos, se divirtieron juntos, eran inseparables.
Sin embargo, 13 años más tarde... solo vivían dos de ellos. Al menos que se supiera.
Sasha... seguía por ahí. Los dos lobos activos restantes guardaron el secreto de que ella no había muerto en una de las misiones. Sin embargo, una explosión que ninguno de los tres detectó a tiempo le voló una pierna y varios dedos de una de sus manos.
Cuando un lobo perdía una extremidad o recibía demasiado daño, se volvía una carga a ojos del país, y se le era ejecutado.
Así sucedió con Mikasa, cuando una noche se fue a dormir y nunca más volvió a ver la luz del sol.
A nadie le importaba un grupo de huérfanos usados para misiones prácticamente suicidas. Si se 'rompían' o se 'averiaban', simplemente los tiraban a la basura, como si nunca hubiesen estado ahí en primer lugar. Eran los soldados espía más importantes y poderosos que existían, pero eran segregados de los demás y tratados como meros perros.
─A decir verdad, Pieck... nada nos ata a ese país de mierda llamado Marley.
─¿e-eh?
Eren dejó su libro en el tronco de madera en el que se hallaba sentado, procediendo a levantarse mientras que apuntaba su mano a las estrellas, las cuales brillaban hermosamente.
"Allá" susurró el de ojos esmeralda.
Al principio, aquella muchacha no entendió bien a que se refería su allegado con esa palabra.
Sin embargo, recordó entonces una conversación que tuvo con él años atrás, cuando todavía ella podía decir que eran días felices.
"Allá, Pieck.
¿ves esas bellas estrellas?
¡Te aseguro que son tan bellas y tranquilas porque son libres de toda guerra!
Si todos pudiéramos congeniar en la armonía que vemos en el cielo nocturno cada día, te aseguro que sería un mundo mejor.
Algún día, iremos hacia ahí, te lo prometo"
─Eren...─fue todo lo que pudo decir la chica de cabellos negros.
Llevaban una vida juntos.
Si habían logrado sobrellevar la muerte de tantos jóvenes que querían tanto y que siempre estarían en sus corazones, era porque estaban unidos. Los lobos probablemente eran la familia más unida del mundo, aquellos que crecieron apoyándose en todo momento.
A veces esa fémina pensaba... que si hubiera perdido también a Eren, ya no sería ella misma.
─De hecho, no sabes cuanto me a-alegra que recuerdes tu promesa, tonto─tardó algunos segundos en recuperarse, ya que realmente no esperaba que el contrario sacara ello. Pensó que la propuesta que haría sería más complicada, así que corazón se liberó de una gran carga─porque... siéndote sincera, ya había planeado todo con el capitán Levi y su ayudante, Hanji.
─Planearon... oh, ¿estás diciendo que nosotros ya no...?
El concepto de padres para los jóvenes abandonados era algo lejano y como un sueño.
Mentores que se preocuparan de corazón por ti, que procuraran que crecieras bien y tuvieras una buena salud era como sacado de una fantasía. Increíblemente, ellos, quienes fueron separados de la población común y obligados a convertirse en armas vivientes, también tenían algo cercano a ello; Levi Ackerman y Hanji Zoe.
Al principio parecían ser iguales a los de los altos mandos, solo fijándose en sus desempeños en las actividades y en cómo iban mejorando a la hora los entrenamientos. Pero Hanji era alguien totalmente distinta a todos quienes habían conocido los lobos. Comenzó a comportarse con cariño, a leerles historias sobre lo que a ella más les gustaba, a enseñarles cosas distintas a lo que Marley quería.
Levi no era el más expresivo, pero sus acciones hablaban por él.
Silenciosamente se encargaba de que los chicos tuviesen fines de semana con descanso, comida de la mejor calidad, un buen espacio para vivir, etc. De vez en cuando se le podía ver sonriendo cuando estaba rodeado de ellos, ya que en el fondo era un sentimental, uno muy peculiar, pero una buena persona al fin y al cabo.
Los dos superiores eran los padres de aquellos marginados.
Por lo que no podrían seguir con sus vidas si sus dos hijos que seguían luchando terminaban por morir igual que los otros. No, sería imposible continuar si así fuera, así que... los matarían.
─A-Así es, Eren... como sabes, esta misión nos fue encargada por ellos dos.
─S-Sí, se me hizo un tanto extraño de su parte, ya que pararon de darnos los encargos ellos mismos desde lo que pasó con Jean y Annie, eso ya hace un tiempo. Entonces... me estás diciendo que nos dieran esta tarea no fue coincidencia, ¿no?
─En efecto, señorito. La exploración a las tierras tan lejanas como lo son las de Paradis no es más que una fachada en la que el capitán nos pondrá en la lista de lobos fallecidos. Los altos mandos dan este tipo de misiones a los sujetos que ya no necesitan, ya que están seguros de que, entre el viaje tan largo y cansado, los peligros tan grandes que hay en las zonas silvestres y la gran cantidad de enemigos que vigilan que no se metan infiltrados... estos soldados desechables morirán.
Eren sonrió por primera vez en toda esa noche.
"Hah... esos dos en serio que nos amaban, eh..." Había gente buena en Marley, más allá de sus padres adoptivos, podía saber que entre el pueblo, chicos y chicas buenos crecían en las sombras. Esperaba que algún día ese sitio se convirtiera en un buen lugar para vivir.
─Vaya, ahora somos libres, Pieck Finger.
La felicidad que había en sus palabras no podría ser descrita aunque uno lo intentase.
Miró a las estrellas de nueva cuenta, solo para terminar viendo a quien estaba frente a él.
Lejos de ser una noche preciosa, también había una personita inmensamente preciada a su lado, y aunque a veces se acostumbrara y olvidase algo tan importante, siempre la tenía presente. Sus camaradas, esos hombres y mujeres con los que había vivido desde que tenía memoria... eran su más grande tesoro.
"Mikasa, Annie, Armin, Connie, Jean, Reiner, Bertholdt, Marco, Thomas, Mina, Nac, Franz, Samuel, Ruth, Gordon, Sandra, Tom, Daz, Mylius, Hannah, Floch, Historia, Ymir, Marlowe, Hitch, Boris, Marcel, Porco..."
Ya no estaban entre los vivos, eso era cierto.
Aún así, siempre le acompañarían en su corazón. No solo era eso, sino que todavía tenía miembros de esa familia con vida. Sasha y Pieck, y una de ellas necesitaría apoyo para continuar. Igualmente, con la pelinegra de su lado, podrían avanzar y seguir con sus vidas.
Habían sufrido mucho, hecho cosas que nunca olvidarían y estado a punto de cometer atrocidades. Merecían un descanso, de eso no había duda alguna.
─Eren Finger, ¿quieres morir conmigo?
Un sonrojo invadió el rostro del ojiverde.
Como eran huérfanos, más de la mitad de los lobos no conocían sus apellidos originales, entre ellos Eren. En uno de esos días de estar hablando sobre el tema, el joven decidió adoptar el apellido de Pieck, sin saber que, en otro contexto, prácticamente se estaba convirtiendo en su pareja.
─Jeh, no hay de otra.
Pieck se levantó de su asiento improvisado y se acercó a Eren, pegándose a él.
Se unieron en un cálido abrazo. No conocían el nombre del sentimiento que se estaba generando en ese momento, pero sabían algo y era que... se sentía bien. No les importaría seguir sintiendo eso, y eran lo suficientemente perspicaces como para saber que solo lo sentirían con el otro.
Al separarse, intercambiaron miradas.
Pieck pensó en sus ojos como bellas joyas.
Eren pensó en los de ella como un espacio infinito lleno de estrellas.
Estarían bien.
Sus compañeros les miraban desde el más allá, apoyándolos con gran furor.
Vivirían por ellos, sea donde sea. A orillas del mar, adentrados en el bosque, en una pequeña isla, en una gran ciudad, debajo de la tierra... en donde fuese, serían felices.
No necesitaban al mundo. Solo a ellos mismos.

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𝘌𝘷𝘦𝘳𝘺𝘣𝘰𝘥𝘺 𝘭𝘰𝘷𝘦𝘴 𝘌𝘳𝘦𝘯 𝘑𝘢𝘦𝘨𝘦𝘳
Fiksi PenggemarAquí serán publicados distintos One Shots de Eren Jaeger con cualquier personaje femenino que se me venga a la cabeza del universo de Shingeki no Kiojin. Me tomo mi tiempo con cada 'disparo', así que tenganme un poco de paciencia qwq