La primera "Nanhuman".

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Hace diez años me despertaron. Mi primer recuerdo se remonta a una noche sin luna, atada de manos a pies en una de las habitaciones más lujosas de la compañía “Babel". 

A mi lado, un enfermero-robot analizaba mis signos vitales a la vez que tocaba ciertas áreas corporales, provocándome soltar pequeños quejidos de dolor. Ni una sola vez volteo a mirarme, ni siquiera me dirigió una palabra. Nada. 

—¿Qué…?, ¿Qué hago aquí?— pregunté asustada, con la breve esperanza de obtener aunque sea una respuesta.

El androide blanco me miró por un instante, conectando sus fríos y azules ojos con los míos. La tensión se hizo presente, acompañada por el silencio.

—La sujeto A está consciente— habló, informando a su superior inmediatamente.

«¿Alguien está observándome?» pensé, sintiendo el pulso de mi corazón acelerándose.

—Hazla dormir— ordenó severamente una voz varonil a través de un dispositivo auditivo, la cual no logré identificar.

El robot obediente, se acercó con lentitud hacia mí. Tomó bruscamente mi muñeca izquierda y vi una aguja de tamaño promedio salir de entre sus dedos. Forcejeamos por un corto momento y con una increíble fuerza sobrehumana, rompí las ataduras metálicas como si de un delgado plástico se tratara.

Con un solo golpe a la cara conseguí tirar al androide, dándome el suficiente tiempo para levantarme. Busqué la salida más fácil para escapar, miré en todas direcciones pero no encontré ninguna ventana. Frente a mí, a escasos dos metros estaba la única entrada del lugar. Suspiré y decidida me dirigí hacia la puerta automática. Necesitaba urgentemente de un código para abrirla y en mi desesperación, comencé a teclear los números aleatoriamente a la vez, pude percatarme que el robot volvía a aproximarse.

El pánico comenzaba a dominarme, no tenía salida alguna de aquel infierno. Dormir por lo menos alejaría a mis sentidos de la tortura que aguardaría después.

Toqué con mis dedos el fino cristal de la puerta produciendo en ésta pequeñas grietas. En cuestión de segundos y juntando todas mis fuerzas, derribé la entrada corriendo lo más rápido que mis débiles piernas me permitían. Las alarmas en el edificio entero se activaron, iluminando aquel pasillo solitario con luces infrarrojas.

«Mierda» 

Girando la vista, comprobé que el androide me perseguía y obligué a mis pies a apurar el paso. Recorrí sólo unos cuantos metros cuando de improviso, observé a cuatro hombres con gafas y vestiduras blancas bloqueando el camino. Cada uno sostenía un arma que a primera vista parecía peligrosa. Hice caso omiso de sus advertencias y me atreví a caminar hacia ellos como una muestra de rebeldía. La recompensa fue una bala de titanio impactando contra mi brazo derecho. Me llevé la mano a la profunda herida y sorprendida, vi que no salía sangre como en cualquier otro humano haría. 

Sin embargo, la nítida sensación de dolor continuaba ahí, haciéndome temblar una vez más. 

El pinchazo de la aguja al entrar en contacto con mi piel fue la cereza del macabro pastel. Mi cuerpo se dejó caer en el pulido azulejo, tieso e inmóvil, sintiendo el sedante hacer su debido efecto.

Mis ojos volvieron a cerrarse para abrirse años más tarde. 

Aquella noche me convirtieron en lo que soy ahora. 

Una nano-humana.

Seúl, Corea del Sur. Año actual 3556.

Hoy 20 de julio, es una fecha crucial para mí. Esta noche,  periodistas y las personas más ricas e importantes de Corea y otros países se reunirán en la famosa torre de Babel. La finalidad será conocer a la primera “Nanhuman", nombre con el cual el presidente Jeong Seok bautizaría a su nueva generación de androides.

The Nanhumans Donde viven las historias. Descúbrelo ahora