El experimento (Parte I).

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Quince años atrás.

Escuché la alarma sonar a las 7:10 de la mañana, molestando de manera habitual a mis oídos. Abrí las cortinas y la luz solar invadió mi ordenada habitación, que consistía en una cama individual, un ropero y una gigantesca estantería repleta de infinidad de libros. No hace mucho acababa de mudarme, y la sensación de libertad era tan fresca como abrumadora. 

Me vestí con el uniforme blanco, cuidando que mi cabello castaño estuviera recogido en una perfecta coleta. Según el protocolo en Babel, mantener una apariencia impecable es vital para la imagen empresarial. 

Encendí el televisor mientras desayunaba, siendo el único momento calmado de mi rutina. El canal BBC transmitía la noticia de la que todos continuaban hablando: mi experimento sobre los Nano-humanos había captado la atención suficiente de los medios y redes sociales, infestados con el título de “Nanhumans". El presidente Seok había sustituido el nombre, una estrategia de mercadotecnia que estaba claro que funcionaba.

Y ahí estaba yo en pantalla, una ingeniera genética de brillante carrera en Harvard haciendo historia. Las entrevistas no habían parado desde hace tres meses, los influencers no paraban de hablar sobre mi trabajo, al igual que los reporteros quienes me acosaban constantemente. 

Gracias a la mayoría de ellos, tuve que buscar una nueva vida en Los Ángeles, lejos de mi familia. 

—La fama tiene su desencanto— me levanté con resignación suficiente, dejando los trastes sobre el lavabo.

Salí del departamento, Andros me aguardaba en el estacionamiento como todos los días para indicarle el auto que elegiría. Los beneficios de la compañía incluían: un automóvil diferente que cumpliera con los estándares de mi comodidad.

—Buen día, señorita Standford— saludó el androide azul con cortesía—. ¿Qué modelo le gustaría para este cálido día? 

—Mmm… no lo sé. Estoy indecisa— confesé sin ánimo de pensar en las opciones que tenía.

—Si me permite una sugerencia, hay un auto recién salido de fábrica. Es un Nissan Vax que combinaría perfecto con su vestimenta— Andros hizo un ligero movimiento con la mano. En cuestión de segundos, el coche aparcado en la esquina del lado norte prendió las luces.

Llegó frente a mí en menos de lo esperado. Asentí y el androide abrió la puerta. 

—Tenga un excelente día— dijo esbozando una sonrisa programada. El auto arrancó.

Vivir en Estados Unidos, era el “sueño americano" para quienes contaban con expectativas de una vida más cómoda. Yo no coincidía con aquella lógica y bastante me costaba adaptarme. Por otra parte, los inversionistas se encargaban de suplir mis necesidades a cambio de resultados. Quejarse no formaba parte del acuerdo.

La inmensa torre se encontraba justo al lado de The Getty Center, siendo un rascacielos de lo más impresionante en la infraestructura de Babel. Ciento cincuenta pisos dedicados por completo a la ciencia, y desde el exterior parecía edificada por seres con tecnología más sofisticada que la nuestra. Los numerosos vidrios reflejaban un brillo dañino a la vista, con el logotipo holográfico B girando desde la punta.

«Aquí voy de nuevo». 

Me encaminé hacia la entrada principal, evitando a los turistas quienes parecían decididos a quedarse observando desde su lugar. Las puertas de cristal se abrieron y el reconocimiento facial me permitió entrar. 

Pulsé el botón 101 del ascensor, intercambiando saludos de forma cotidiana. Esperé hasta llegar a mi planta, y pude notar que algunos colegas en distintas áreas susurraban, lanzándome miradas un tanto furtivas que no supe cómo interpretar. ¿Había sucedido algo de lo que no me enterara?

The Nanhumans Donde viven las historias. Descúbrelo ahora