Capítulo 3

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Acabo despertar, escribo esto para no olvidarlo, pues acabo de tener varios sueños que fueron como recuerdos.

Estaba en Nowhere, el sol se comenzaba a esconder y se alcanzó a escuchar uno de los graznidos del niño volador que solía hacer cuando comenzaba a anochecer.

Caminaba con el niño que se parece al chico de ayer, también estaban unas luciérnagas que nos iluminaba el camino entre los frondosos árboles, al parecer nos estábamos escondiendo.

Llegamos a los roqueríos que estan antes de llegar al inicio del sector de los pieles rojas, cuando nos topamos con un niño en el suelo.

"Mira aquí hay otro."

Le susurré con inocencia al chico, como si hubiera encontrado algún objeto bonito o algo así, en lugar de un cadáver.

"Está muerto, de seguro también fue el demonio volador."

Ese pequeño fragmento me hizo despertar, pero a la vez recordé varias veces haber visto niños muertos en Nowhere, solo que yo no sabía que estaban muertos.

Intenté seguir durmiendo, otro recuerdo llegó a mi mente.

Este fue horrible, no puedo creer que algo así haya pasado realmente. Las hadas y el niño volador... no me trataban mal o al menos eso creía recordar.

Estaba acostada en el suelo, llorando mientras abrazaba mis rodillas. Me sentía débil, tenía sueño y me dolía la cabeza.

Las hadas me tiraban del cabello intentando levantarme, el niño volador estaba ahí muy molesto, le reclamaba algo a las hadas mayores.

"Yo pedí un hada y ella sigue creciendo. ¡Eso no era parte del trato!"

"Ella será el hada que necesitas, solo danos un poco más de tiempo."

Se acercó a mi y tomó bruscamente una de las hadas que me molestaban llegando a también tirar de mi cabello y  le dijo a las demás hadas.

"Cuando esta se apague, la siguiente será ella."

Le tenía miedo a eso lucia que como un niño, pero al voltear tenía dientes terrorificos, ojos negros, sus manos parecían garras de halcón, todas las hadas le temían y hacían lo que él pedía sin cuestionarlo.

Desperté de golpe otra vez, sin duda fue la peor noche que he tenido intentando dormir.

Miré a mi alrededor para tranquilizarme un poco, todo aún estaba oscuro, mi compañera de habitación seguía durmiendo.

Cerré mis ojos de nuevo, regresé a otro recuerdo. Este comenzó con un aroma a humo y zanahorias.

Estaba sentado a mi lado el niño de la ceja cortada, había una fogata frente a nosotros, comíamos pescado cocido con zanahorias quemadas que estaban clavadas en ramas.

Creo que era lo más rico que había probado en ese entonces, las hadas siempre me alimentaron con bayas y frutas.

Miré al cielo y mi recuerdo avanzó, ahora estaba enseñándole a volar.

Me reía de lo torpe que se movía, no podía controlar el flotar con el polvillo de hada, tomé sus manos para guiarlo.

Los ojos del niño brillaban de un verde tan bonito, sus manos estaban algo sudadas, creo que se ponía nervioso cuando me acercaba mucho a él.

Cuando entendió bien, lo solté.

Estuvimos jugando a atraparnos, era demasiado fácil ganarle. En un último momento del juego dejé que me atrapara, pero chocó conmigo y nos dimos un cabezazo.

Había dolido, aún así nos estábamos riendo.

Luego estando de nuevo en el suelo, el chico se acercó a mí, para darme mi primer medio beso entre mi mejilla y mis labios.

Lo tomé de las orejas y le devolví el beso en sus labios.
Curiosamente lo hice así, porque había visto a las sirenas darse besos así.

Volví a despertar, esta vez fue por mi alarma.

Quiero pensar que sólo es una coincidencia de nombre, no creo que el Adler de mis recuerdos sea el mismo Adler que llegó ayer a la escuela en la que estoy. ¿Verdad?

A quien engaño, si se parece mucho al niño. Tal vez intente hablar con él sin que mis amigas se den cuenta.

Diario de Twinky Bell Donde viven las historias. Descúbrelo ahora