Los fuegos de la envidia.

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A veces siento algo que no puedo reconocer ni ante mi misma, a veces veo el amor que se tienen otras personas y siento algo muy raro en el estómago, es una mezcla de tristeza y bronca. Algo horrible nace en mi como si no soportara ver la felicidad ajena.
Es como una angustia, una nostalgia por algo que tuve y ya no tengo pero no se que es.
Cada vez que veo que alguien tiene eso que yo no tengo se me enciende un fuego, algo espantoso que odio sentir, me niego a reconocerlo pero creo que ese fuego que siento es envidia.
Por que nos sometemos incluso en situaciones en la que podríamos revelarnos?
Por que?
Por que incluso cuando por una cuestión numérica estamos en condiciones de revelarnos no lo hacemos?
Uno solo domina a cientos y si esos cientos se rebelaran podrían cambiar las cosas pero no.
Pero no es uno solo, pueden ser miles y nosotros podemos ser poquitos y pacifistas.
Hay dos motores que mueven a la humanidad, uno es el deseo y el otro la envidia.
Ósea desear lo que desea el otro, todos tenemos deseos, son el motor de nuestra vida no es malo tenerle celos pero cuando no alcanzamos lo que deseamos y lo alcanza otro ahí nace la envidia.
Nadie desea lo que nadie desea, un cuarto lleno de juguetes, dos niños, uno agarra un juguete y el otro por supuesto quiere el mismo juguete, está en la naturaleza.
Que suerte, que tarro, cosas que le decimos a los otros cuando creemos que tuvo suerte, pequeñas expresiones simpáticas teñidas con unas gotitas de envidia, nada grave.
Hay otra envidia que es mucho más peligrosa, envidia del ser, es algo tan profundo que a veces casi no lo podemos ver, no envidio lo que tiene el otro, envidio lo que es el otro.
Los fuegos de la envidia tienen poderes casi sobrenaturales, son fuegos que pueden arrasar con todo porque pueden encender un motor, la envidia no es más que un recordatorio de que algo no estamos haciendo para cumplir nuestro propio deseo.
Hay que luchar por ese deseo y no darse por vencido nunca, no existe fuerza más poderosa que el deseo, es indestructible, nuestro deseo es el único capas de apagar el fuego de la envidia.
Un envidioso envidia algo que puede conseguir pero un resentido sabe que jamás va a conseguir eso que envidia. Sentir que no pudimos y no podremos lograr eso que queremos genera vergüenza y dolor, un dolor que te va matando.
Aprendí que la envidia nos viene a decir algo, nos habla de nosotros mismos y no hay que tenerle miedo a la envidia, hay que transformarla en algo bueno.
Sentir envidia es creer que uno tiene un derecho, que la vida nos debe algo y que es injusto que se nos niegue pero la vida no nos debe nada, tenemos lo que queremos y lo que podemos y por todo lo que nos falta hay que luchar, ahí la envidia se convierte en deseo y ese deseo en motor.

El fracasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora