Loto florecido en las llamas

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Las montañas del sur de la secta Dadi servían de recinto para una de las sectas más prominentes y conocidas hasta el momento. Algunos decían que su fama provenía de su crueldad ante las batallas, puesto que era conocida una de las principales reglas de esta secta: Ningún testigo más que el cielo y tu espada deben quedar al final de la batalla. Con conceptos como estos, era sabido que el clan Hong QingTing no dejaba nunca un testigo de batallas más que ellos mismos.

El líder del clan, Dong FengHao, por muchos años desechó discípulos que no estuvieran de acuerdo con sus enseñanzas, siempre daba un castigo a la basura humana que ya no servía para honrar sus ideas y seguir perpetuando la fuerza y vigor de su clan. Yong ChaoHeng estaba destinado a ser su sucesor. Al ser el único hijo que había tenido la hermana fallecida del líder del clan, este lo adoptó como suyo desde la edad de 7 años y procuró convertirlo en un hombre que una vez pusiera en alto el símbolo de la libélula roja por sobre muchos territorios y batallas como lo habían hecho los líderes anteriores.

-Maestro, nuevamente he puesto incienso al altar de mi madre para presentarle mis respetos.- el joven discípulo se presentó tras su maestro con una reverencia, el mayor se hallaba sobre una roca en medio del lago repleto de islas de loto, meditaba con sus ojos cerrados y con el viento haciendo danzar con él sus oscuros cabellos.

-ChaoHeng, ¿crees que la vida de un hombre valga más que la de otro?- sus ojos no se abrieron, ni siquiera su seria expresión cambió. Su voz fue seca y segura.

Yong ChaoHeng se mostró desconcertado ante la incógnita que su maestro le planteaba. Acostumbraba a hacer eso, pero, por los años que llevaba siendo cuidado por su tío, no había ocurrido una sola vez que sus preguntas no lo sorprendieran. Yong ChaoHeng a veces se preguntaba qué tan lejos de aquellas montañas podría viajar su maestro al meditar como para plantearle semejantes preguntas.

-La vida de ambos vale, pero también lo que ambos han hecho en esta para mantener su honor le da valor a una sobre otra.- respondió por fin algo nervioso por la reacción del mayor.

A la caída de las hojas de los árboles por el suave viento, la espada de Dong FengHao salió de su funda para precipitarse hacia el discípulo. Apenas tuvo tiempo de reaccionar para defenderse; con la espada a medio sacar de su funda, Yong ChaoHeng logró detener el ataque. Sin embargo, eso no detuvo a su maestro, quien seguía moviendo su espada en tentativas de herir a su estudiante mientras este continuaba el compás de sus movimientos y bloqueaba cada ataque. Un paso tras otro, ambos cultivadores parecían danzar con la música de las espadas al contacto y el susurro de las hojas caídas que movían sus pies en cada ataque. Aún así, lo que marca la diferencia entre maestro y discípulo es su habilidad, y en ese caso, Yong ChaoHeng tenía las de perder cuando la punta de la espada de Dong FengHao se acercó peligrosamente a su cuello.

-ChaoHeng, no siempre el honor salvará o le dará valor. Tú no tenías honor cuando te tomé a mi cuidado, y aún así tu vida fue salvada. Entonces... ¿qué crees que hace a una persona merecer la vida sobre otra...?- Dong FengHao sonrió levemente con una mirada penetrante hacia su alumno.

-Yo... no... no lo sé, maestro...- la espada fue retirada de su cuello tras su respuesta, lo que lo hizo respirar tranquilo.

El líder del clan le dio la espalda al volver a enfundar su espada y levantó la vista para admirar el cielo en comienzos del atardecer.

-ChaoHeng, cada hombre hace su camino con sus propias reglas. Y es cada hombre quien decide si ese camino será lleno de trigo o de espinas. Aún si yo soy tu maestro, aún si este clan ha sido tu hogar, como lo ha sido para todos tus compañeros, cada persona forja su propio destino y decide su vida.

Yong ChaoHeng hincó una rodilla en el suelo, así como el puño bajando la cabeza para presentar su respeto. El mayor se dio vuelta con sus manos sujetas detrás de él y sonrió con una expresión de superioridad.

-Maestro... las únicas reglas que han marcado mi vida son la de este clan. No tengo nada más que seguir o desear.

-Esas palabras me enorgullecen, Yong ChaoHeng.- afirmó tocando el hombro de su discípulo.- Consciente estás de que cuando la corriente que hago fluir en este mundo se detenga, deberás venir tú para continuar ese flujo. Por eso te pruebo, quiero estar seguro de que tu núcleo es devoto a nuestro clan.

-No se arrepentirá de mí, Maestro. Sus enseñanzas han logrado que me convierta en lo que soy, y si por ello está orgulloso, por favor, siga confiando en mí. Entrenaré duro para que nuestro clan siga volando alto.- el ceño de Dong FengHao se contrajo de repente.

Con un rápido movimiento de su mano, lanzó un objeto al rostro de su discípulo, el cual tuvo los reflejos de detenerlo con su mano sin saber lo que era. Al abrir el puño, observó que solo se trataba de una hoja de árbol.

-¿Qué...?- levantó la vista hacia su superior.

-La valía de un líder de clan no solo está determinada por la fuerza de su espada, ChaoHeng, sino también por la de su mente.- el joven miró a su tío con sorpresa, le daba la razón, admiraba mucho cuando este lo hacía reflexionar sobre la vida como en ese momento.- Está anocheciendo, será mejor que vayas con tus compañeros a cenar y descanses temprano.

-Sí...- haciendo una reverencia con sus manos juntas al frente, ChaoHeng se retiró del jardín caminando hacia el comedor.

Dong FengHao soltó un largo suspiro al estar solo. Tenía una expresión seria, incluso preocupada. Aún si lo disimulaba así de bien, su mente tenía preocupaciones recurrentes y, cada vez se acercaba más el momento en el que sus predicciones se harían realidad... para su desgracia...

Sin embargo, para su total cambio, Yong ChaoHeng estaba mucho más animado tras los consejos de su maestro. Compartió cena con sus hermanos discípulos y se fue a dormir con tranquilidad. Las noches eran tranquilas en las montañas del sur de Dadi, pero esa noche era diferente.

Esa noche el sueño de Yong ChaoHeng fue perturbado por unos pasos que escuchó caminando sobre el techo del clan.