Tang Xin pensó que lo había oído mal y se levantó: "¿De qué estás hablando?".
"Mañana dejaré que la gente venga a recoger al niño, sólo tienes que cuidarte". Li Yunshen no puede dejar el pico fuera del túnel.
Tang Xin miró a su hijo y dio un paso adelante para sacarlo.
En la sala de estar, Tang Xin se enfrentó a él con enfado: "¿Este es el propósito de tu venida hoy?"
Li Yunshen guardó silencio y la miró sin decir una palabra.
"Has dicho que quieres al niño, ¿por qué?". El matrimonio también se divorció, y él creía que el niño no era suyo. ¿Por qué vino aquí de nuevo?
"..." Esta vez se quedó realmente sin palabras.
"Sé que lo que tienes que hacer no es imposible, pero por favor dime, ¿en qué posición quieres recuperar a mi hijo?"
Por supuesto que ella se alegra de que él quiera recuperar al niño, pero ¿está dispuesto a admitir que el niño es suyo? Aunque mirará al niño durante mucho tiempo cuando venga, quizá también quiera estudiar cómo es él desde el niño mientras lo mira, para encontrar un equilibrio psicológico que pueda aceptar al niño.
Si no, ¿realmente le preocuparía que el maestro infantil lo siguiera de forma anónima?
"Bien por ti". Li Yunshen la miró con firmeza, y las simples tres palabras derrotaron instantáneamente el frío corazón de Tang Xin.
Ella lo miró, sin saber qué decir, ni siquiera qué quería decir tras esas tres palabras.
"¿Le harás daño como a un padre, lo amarás y lo educarás?"
Tang Xin tardó mucho tiempo en recuperar la lengua, su voz se entrecortó con un leve hilo de voz.
"Por supuesto".
Recibió su promesa, pero las palabras ordinarias son promesas indudables.
"Bien, mañana dejarás que alguien recoja al niño". Tang Xin tomó una decisión sin pensar.
No importa lo que piensen y opinen los demás, pero ella tiene muy claro que el niño es suyo sin duda alguna, en cuanto a por qué hay un par de ojos azules, tal vez un día en el futuro les diga la respuesta, y puede que ella no espere a ese día.
Li Yunshen se acercó un paso más y apartó la mano del pelo que aún no se había secado en su mejilla.
Todavía cree mucho en él, y es sólo una palabra diaria, pero puede creer firmemente que es su promesa.
Tenía mucha curiosidad, porque qué la hacía creer en él de forma constante y sin vacilar.
Tang no pudo evitar levantar la mano para evitar que la temperatura de su palma desapareciera, pero cuando su mano estaba a punto de golpear, se congeló en el aire, dudando y vacilando, y finalmente retiró su mano.
"Deberías volver, gracias por tu pastel".
Gracias por su compañía. Al final, dejó su sonrisa.
Su sonrisa sería la mejor de todos sus recuerdos.
Li Yunshen se fue, pero ella comenzó a mirar hacia adelante para recoger al niño mañana por la noche es él...
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El último día de la prueba final, Tang Xin y Gu Mu se citaron para llevar al niño de paseo, pero una llamada telefónica interrumpió su plan.
"Xin Xin, parece que has olvidado qué hacer con el tío, por qué es tan malo para la edad joven". La voz malvada de Tang Qian salió del receptor.
"No lo he olvidado. A las tres de la tarde, cafetería XX". Dijo fríamente Tang Xin.
La respuesta fue satisfactoria y el teléfono quedó colgado.
Tang Xin se quedó mirando el número de Xia Zhixing en su móvil durante mucho tiempo, y Gu madre se acercó con Chen Chen y le preguntó preocupada: "¿Qué ha pasado?".
Tang Xin se recuperó y dijo: "Haré otra llamada". Entonces se apartó y marcó el número que hacía tiempo que no marcaba.
Después de unos cuantos pitidos, llegó una voz desde allí.
"¿Eh, Xinxin?" Era la voz de Xia Zhixing, y a su lado sonaba el sonajero de un niño.
