Capítulo 10.

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Un nuevo amanecer se hizo presente, y fue imposible ignorarlo.
La alarma a las seis de la mañana nuevamente me despertó, aún no descubro cómo hacer que no suene, o al menos que no lo haga tan temprano. Segundo día de clase, y una resaca que me hace sentir en otra dimensión.
Resulta que una de las peores cosas que pueden pasarte no sólo es que te envíen a un Internado. Sino que además de que te envíen a un internado, que te escapes a una fiesta con tus compañeros, beses a uno de tus nuevos amigos, mezcles vodka con tequila, te reten a quitarte la remera, y volver a tu habitación con todo a tu alrededor girando.
Ayer por la noche pasaron muchas cosas, las que más se repiten en mi mente en este momento son; tedka y sin remera.
Por lo que me contaron, Ima bautizó a la mezcla tequila/vodka como "Tedka" hace unos años, al parecer sí tiene un problema con acortar las palabras.
La resaca por la bebida me está matando, lo que me está matando también es el resfrío, producto de haber estado sin remera por horas en plena noche, y preferiría no mencionar un moretón negro que tengo desde el muslo derecho hasta las costillas, no sé cómo apareció ahí.
-Mi cabeza está haciendo "Boom, boom, boom, boom".- Dijo Ima mientras seguía con su frente apoyada en la mesa del comedor.- Creo que son los latidos de mi cora. Aunque también parece el ritmo de las bombas de las pelis, ya saben, cuando hacen "Pi, pi, pi, pi" y están por explotar.- Levantó la cabeza asustada.- ¿Mi cabeza va a explotar?
-Sólo si sigues hablando.
-Estoy de acuerdo con Vivi, si dices algo más te asesino.- Agregó Patty con cara de dolor.
-Chicas, las noto muy mal.- Reflexionó Francisco burlándose. Luego recibió tres pares de miradas con puro odio.- Que sensibles, guarden esas miradas para el señor Torres.
Ayer no asistió a la fiesta, y según él, está "Fresco como una lechuga".
-¿Quién es el señor Torres?- Preguntó Nahuel mientras se sentaba.- Buenos y resacados días, menos para ti. Traidor.
Francisco se rió, lo que provocó un fuerte "piiii" en el contador de la bomba de mi cabeza, y luego explicó.
-Es el profesor de historia, tiene unos 55 años. Hace un buen tiempo tuvo un accidente y quedó medio sordo.
-No, no, no, no, no.- De repente, pude visualizar lo que sentiría hoy en la clase.
-Así es.- Le dio un mordisco a su dona glaseada.
-Mierda.- Muchos "Pi".
-Grita cuando habla, le hemos dicho muchas veces que trate de hablar más bajo, que nosotros lo escuchamos bien, pero luego de unos minutos vuelve a ser la misma historia.- Hasta que la bomba en mi cabeza explotara.
__
Las primeras dos horas de la mañana fueron de historia. Sí, con el profesor Torres. Pero al parecer su sordera no es muy aguda, porque luego de mi quinto estornudo me envió a enfermería. Y aquí estoy, caminando por los pasillos buscando el lugar, y pensando en lo idiota que fui en la pasada noche.
Porque claro, que hagan 22 grados durante el día y 10 grados en la noche, no va a impedir que haga un reto que no solo va a acabar con mi autoestima, sino que también con mi salud.
-Aquí estás.- El cartel con letras azules de la enfermería apareció sobre una de las puertas, y le di tres toques con mi puño.
-Hola corazón ¿Que necesitas?- Me preguntó una mujer de unos sesenta años luego de abrir la puerta.
-Mi profesor de historia me envió aquí, estuve estornudando toda la mañana, creo que pesqué un resfrío.
-Ay, tranquila. Ven, entra.- Y eso hice.- Soy Juliet, siéntate en la camilla. Voy a prepararte un café.
-Muchas gracias.
Julieta desapareció tras una puerta del consultorio. Yo, me acerqué a su biblioteca.
No es muy grande, creo que no llega al metro de largo, pero tiene los estantes repletos de libros.
Siempre creí que las bibliotecas tienen magia, y que son un reflejo de las personas a las que le pertenecen. Pasé mi mano por los lomos de los diferentes libros. Romeo y Julieta, La Ilíada, la saga de Harry Potter, La Biblia.
-¿Te gusta leer?
-Me encanta.- Le respondí con una sonrisa.- Mi madre tiene una biblioteca súper grande en casa, pero nunca me dejó acercarme demasiado.
-Las madres suelen ser muy cuidadosas.
-¿Tu eres mamá?- Le pregunté mientras tomaba una fotografía enmarcada de un estante. En ella se veía a Juliet cuando era más joven, junto a un chico de unos 15 años que la abrazaba muy fuerte.
-No, nunca pude serlo.- Dejó el café sobre el escritorio y se acercó a mi.
-Oh, lo siento mucho.
-Tranquila, no hay problema.- Su voz es dulce, y su sonrisa transmite tanta calma como un día soleado. Señaló al chico de la foto y continuó hablando.- Él es mi sobrino, esa foto la tomó mi hermano la última vez que nos vimos, hace unos 20 años, antes de que se mudaran a Canadá.
-Ese es mucho tiempo para no verse.
-Así es, suelo extrañarlos mucho. A veces hablo con el chico, ya tiene 34 años. De chico no tiene mucho.
-Siempre lo será en tu corazón.- Y estornudé.
-Tienes razón. Pero dejemos la charla y ven, siéntate aquí...
-Viviana, pero puedes decirme Vivi.
-Genial. Siéntate aquí, Vivi.
Lo hice, me senté en la camilla y el dolor del moretón me nubló la vista ¿Eso debería asustarme?
-¿Que pasa?
-Nada.
-Mentir está mal.- Me reí y le comenté.
-Me duele un poco el costado de la cintura, aquí debajo de las costillas.
-Uy, déjame ver.
-Nono, no es necesario.- Lo dije tan rápido que se asustó, y su sonrisa desapareció.- Es que, no es un dolor fuerte, de seguro me pegué con algo y listo.
-En ese caso, no hay problema. Puedes mostrarme.
-Creo que es más importante el resfrío, en verdad.
-¡Viviana!- Dijo mi nombre como lo diría una madre cuando se harta de que le evadan, y como una nena chiquita desvíe la mirada y levanté la camisa.- ¿Como te hiciste eso?- Preguntó luego de tocarlo y hacerme gritar.
-No lo sé.- Respondí aún mirando las cerámicas del suelo.
-¿Cómo te hiciste eso?
-En verdad no lo sé.- Elevé la mirada y recibí el café que me ofrecía.
-¿No lo sabes?
-No.
-¿Hay alguien que sí lo sepa?
-Puede ser.
-Si alguien más lo sabe, y no lo sabes tú, es porque estabas inconsciente, o tan borracha que no lo recuerdas.
Intenté abrir la boca para responder, pero solo lancé un suspiro. Ella me miró con una sonrisa, sabiendo que en el fondo tiene razón.
-¿Cómo se llama? La persona que puede llegar a saberlo, y que puede que también necesite un café.
-Nahuel.- Lo dije antes de pensar en que sí lo descubrían podrían castigarnos a ambos, incluso antes de pensar que él era el que estaba más sobrio, pero que igual había bebido.- Por favor no lo castiguen.
-Hey, ¿Acaso crees que soy una chismosa? Yo sé que hacen estas cosas, prefiero que tengan aquí a alguien de confianza a que les pase algo malo y no lo digan por miedo a los castigos que puedan recibir.
-Gracias.
Le dije en qué salón podría encontrarlo y quedé sola con mi café en el consultorio, tardó unos minutos en volver acompañada por él.
Él entró primero en la habitación, podría decirse que su miedo se puede oler, e hizo un gesto para restarle importancia cuando murmuré «lo siento».
-Bueno, tienen una hora para contarme que es lo que sucede por la noche en esta institución.- Cruzó sus brazos y se quedó ahí parada, mirando como estábamos sentados en la camilla.
__
Media hora después y seguimos aquí, escuchando con atención las palabras de mi amigo. Los últimos sucesos que menciona en su relato están un poco borrosas en mi mente, a esa altura tenía más alcohol, que sangre en mi sistema.
-Entonces ¿Recuerdas que los retaron a besarse?- Preguntó Juliet, yo asentí con la cabeza y no me atreví a mirar a Nahuel. El reto no fue en sí besarlo a él, yo lo elegí.- ¿Recuerdas el reto de los dos vasos de whisky?
-En realidad, creí que solo había sido uno.- Dije para luego mirarlo.
-No, estoy seguro de que fueron dos.- Tomé otro sorbo de café (segunda taza que nos preparó Juliet).- No tengo claro en que momento fue, pero algunos chicos se fueron de la fiesta, y otros simplemente se durmieron. Nuestro círculo seguía jugando, era como una adicción que nació dentro de nosotros. Fue ahí cuando Ima la retó a quitarse su remera.
-Sip, sí recuerdo eso. Es decir, no recordaba que ella era la que lo propuso, pero ahora ya sé que me enfermé por su culpa.- Juliet me miró.- Sí, lo sé. Es mi culpa.
-Ella cumplió el reto y seguimos jugando, cuando quiso abrigarse los chicos no la dejaron, "si te pones el buzo, admites que eres una nena llorona". Y bueno, no es una nena llorona, pero sí una orgullosa manipulable.- Lo miré con rabia, pero sé que tiene razón.
-Eso no lo recuerdo.
-De seguro tampoco te cuerdas cuando nos retaron por segunda vez a besarnos.
-Oh, no.
Por un momento sostuvimos las miradas, y se pudo notar la tensión en el ambiente. Por su lado, Juliet parecía disfrutar la situación, lo único que le falta son las palomitas.
-Sí, de hecho el reto fue de dos minutos, y creo que llegamos a los tres.- ¿Tanto me costaba mantener mi lengua dentro de mi boca durante una noche?
-Bueno chicos, muy interesante la novela romántica.- Nos dio una sonrisa pícara.- Pero necesito saber cómo fue que se hizo esto.- Y levantó una parte de mi camisa, para que se pueda ver lo negro en mi piel.
-Mierda.- Pensó durante un momento.- Al volver, ya era tarde y todos estábamos borrachos. Ella apenas podía caminar.- Pronunció lo último señalándome, como si yo no estuviese aquí.- Pusimos la escaleras en la ventana de cada uno para que puedan subir, y no es un mal momento para recordarles que no la habían dejado abrigarse aún. Entonces ella comenzó a subir esas escaleras, semidesnuda y borracha. Antes de llegar a su ventana sucedió lo inevitable y quiso vomitar, cuando lo hizo también cayó ella, aunque pude agarrarla, supongo que llegó a golpearse, pero no puede ser nada grave.- Aunque no puedo verme, puedo apostar millones de dólares a que estoy roja, como un tomate.- ¿Verdad que no?
Juliet le dijo que si él estaba seguro de que no era un impacto grande el que tuve, que no habrían más consecuencias que el color y ese dolor por unos días. Yo seguí tomando café hasta que el timbre del receso nos libró.
____

Holis, sé que no es un capítulo muy largo, pero algo es algo.
No olviden dejar sus votos, los tkm.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2021 ⏰

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