Lee atentamente.

1K 58 12
                                    

Me acuerdo cuando era pequeña. Todo era bonito y no había problemas. Extraño mi infancia, aquellos momentos de ignorancia. Encontraba la felicidad en todo. Me acuerdo también que lo peor que me podía pasar era caerme y hacerme una insignificante herida en la rodilla. Que mi mayor problema era si había ordenado los juguetes. Mi mayor felicidad la encontraba en esos momentos en que jugaba al pilla-pilla con mis amigas. Pero ahora... Ahora todo es diferente. Todo ha cambiado. Esa niña pequeña e ignorante se hizo mayor y maduró. Cambió sus pendientes de oro por dilatadores. Su forma de vestir, pasó de las dos coletitas cortas, a ir con el pelo suelto y largo; a ir en falda, camisa y manoletinas, a ir con mallas negras, sudadera oscura y converse negras, y los ojos pintados. Pasó a tener marcas de cortes en las muñecas y brazos. A llorar por todo, por cualquier tontería, en cualquier momento, a veces sin motivo, y otras, por cosas muy grandes. Se intentó suicidar. A esa niña que siempre le resultaron fáciles las asignaturas y siempre sacaba buenas notas, le empezaron a bajar y a suspender. A tener la agenda llena de notitas del profesor. Esa niña buena que no pegaba, ni insultaba, ni gritaba, ni lloraba, cambió. Esa niña que nunca se metía en problemas, creció. Esa niña que era tímida, callada, buena, etc., se dio cuenta de que la vida no es fácil. Es extraño saber que podemos vivir muchas cosas y muchos momentos, pero que en cuestión de segundos podemos dejar de existir. Dejar de respirar, dejar de oír latir tu corazón, no correr la sangre por tus venas... Cómo en cuestión de segundos puedes pasar de ser una carga y un estorbo, a ser un problema menos para este mundo. Si te vas, puede que algunos lloren, sufran y sientan pena, pero habrá otros que se pondrían felices; otros que no te querían ni te apreciaban. Que te odiaban y se metían contigo sin razón. Y ese es otro motivo. Los insultos. Otro motivo por el cual quieres morir. Desde muy pequeña te han insultado, pero nunca has echado cuenta. Ahora, te siguen insultando, y te lo crees. Tú te querías, te veías guapa en el espejo, creías en ti. Pero ahora no. Ahora te menosprecias a cada hora, a cada minuto, a cada segundo. Porque no fuiste tú, fueron ellos los que te hicieron odiarte y ese es otro problema. Lloras a todas horas hasta quedarte seca. Lloras por las noches en silencio para que nadie te escuche, pero por otra parte quieres que alguien te oiga para poder preguntarte y saber que le importas a alguien, y en el intento, te rompes un poco más. Paras de llorar, ya cansada, y vas a auto-lesionarte. Las cuchillas. Esas hojas afiladas que con un sólo corte pueden sacarte sangre de las venas. Ese objeto que antes odiabas y que creías que nunca usarías, ahora es tu mejor amiga. Sentirás necesidad por cortarte. En el instituto, te irás a los baños para sacar la cuchilla y cortarte. En los cambios de hora sin que nadie te vea. En los recreos. En tu cuarto. En el baño. En la cama... En muchos lugares. Sentirás amor por cortarte, pero más que amor, obsesión. Cuando empiezas, ya no puedes parar. Tras dar el primer corte quieres más. Muchos más. Hasta acabar con el brazo lleno. Al tener todo el espacio del brazo izquierdo ocupado, te vas al derecho, hasta este también acabar lleno. Al faltar hueco, te vas a las piernas. Primero a la izquierda, y luego a la derecha. Hasta acabar llena de cortes por todo el cuerpo. Perdiste mucha sangre, pero el agua te ayudó. Y ahora, ¿cómo tapar los cortes y que nadie te los vea? Manga larga, pantalones largos, sudaderas... No podrás ponerte shorts, ni blusas con tirante, ni vestidos, faldas... Nada. ¿El maquillaje? El maquillaje puede servir, pero no lo tapa todo. Siempre quedan marcas, o incluso a veces, hace que se noten más. Es difícil dejarlo. Difícil lograr dejar esta obsesión. Esta necesidad. Intentar que no lo noten los demás es difícil porque, cuando te preguntan "¿Cómo estás?", tú respondes "Como nunca" y sacas una sonrisa falsa. La respuesta puede tomarse como buena, aunque tiene trampa; nunca has estado así de mal. Nunca has sentido tanto dolor. Nunca te has odiado tanto. Nunca has estado así. Otro problema, es que tu autoestima roza el suelo, tu dignidad ya la perdiste, y tus ganas de vivir se fueron junto con tu infancia. Es fácil fingir. Todo el mundo lo hace. Es fácil decir un "Estoy bien" y sacar una sonrisa falsa. Hay gente que, si cuando yo respondiera eso, y luego me levantara las mangas, pensaría que estoy loca. Que necesito un psicólogo. La gente no se da cuenta de que el motivo por el que me odio y me corto, es porque a nadie le importo. Nadie nunca me ha querido. Nadie me ha tratado bien. Nadie me ha hecho sentir alguien especial, nadie se ha preocupado por mí, nadie ha pasado lo que yo, así que nadie puede entender el por qué lo hago sin antes saber todo sobre mí. La gente se cree que te conoce, pero en verdad nadie te conoce del todo, ni tú mismo te conoces. Para conocer a alguien tienes que saber todo de él/ella. Tienes que saber por lo que ha pasado, lo que ha sufrido, lo que ha soportado, lo que ha llorado, lo que ha aguantado, etc., todo sobre él/ella. Y es difícil porque no todo el mundo quiere dar a conocer su historia. Hay gente que se cierra a ser conocida, por miedo a qué pensarán los demás de ella. Por miedo a que no le valoren ni le aprecien tal y como es. Todos somos únicos. Todos somos especiales. Cada uno a su manera. Todos tenemos esa cosa especial que alegra a una persona concreta. A esa persona que lo daría todo por ti. Esa persona que por primera vez en tu vida ha llegado para hacerte feliz. Para sacarte de esa obsesión. De tu tristeza. De tu temor. De tu odio a ti misma. A enseñarte a ver lo mejor de ti y enseñarte a valorarte. A enseñarte lo fantástica, lo única y lo especial que eres. A enseñarte que se puede ser feliz. A enseñarte que tu vida puede cambiar en cuestión de segundos, y a enseñarte a querer a los demás, y darte cuenta de que hay gente ahí fuera que te quiere y se preocupa por ti. Por eso, a esa persona no la dejes escapar nunca, porque esa persona es la ideal para estar a tu lado. Y por último y no menos importante, sé feliz que la vida son dos días y hay que vivirla sonriendo, porque aunque estés mal, sonríe, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa. Besos.                                                                                                                                                                        -Chica invisible-.

Sentimientos escondidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora