-Segunda parte-

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Las gradas repletas de gente ni siquiera les sorprendieron después de ver con sus propios ojos a siete gemelos Weasley idénticos discutiendo los unos con los otros.

—Oye, creo que mi hechizo me ha hecho algo más, porque la última vez que vi a los gemelos eran dos, no siete.

—A no ser que me haya vuelto a pasar con el whisky de fuego, ahí hay siete gemelos —dijo Allison.

—Estáis fatal las dos, ahí no hay siete gemelos, solo son dos —les dijo con burla Aquila.

Por un momento, las dos se lo creyeron.

—Se está quedando con vosotras, chicas —resolvió Emma, dándole un codazo muy sutil a Aquila y después separándose rápidamente porque sintió que había tenido demasiadas confianzas—. Ojalá fuera una broma de las suyas, pero no, ahí hay definitivamente siete gemelos.

Y como si la intervención de Emma los hubiera llamado, los siete gemelos se giraron de golpe para mirar a las nueve chicas. Aunque no eran los únicos que también se habían girado porque, escondidos detrás de esos seis, había otros dos chicos más. Uno de ellos era fácilmente reconocible para todas, pues se trataba de Cedric Diggory, pero el otro solo captó la atención de una, que se quedó mirándolo con una pequeña sonrisa en los labios.

Lo siguiente que se escuchó fue el nombre de las chicas salir de los labios de todos ellos, poniendo fin al debate interno que tenían algunas de ellas al no saber exactamente a quién mirar. Decidieron recortar la distancia que los separaba, algunos con ansias de tocarse para comprobar que lo que estaban viendo ante sus ojos era verdad, otros todavía demasiado sorprendidos por lo que pasaba como para tener otra reacción que no fuera observarse con incredulidad.

—¿A que yo soy mucho mejor golpeador que Fred, Allison? Ninguno de estos Freds se lo cree.

Fue inmediato. Los cuatro Fred restantes se giraron hacia él y empezaron a gritar, para nada en sincronía, distintos insultos y maldiciones hacia el George que había hablado.

—Bueno —interrumpió otro George, apoyado en su escoba con tranquilidad—, ese chico tan atractivo de ahí no ha dicho ninguna mentira, es un hecho que nosotros somos mejores golpeadores, y no pasa nada por admitirlo, se llama deportividad.

Su sonrisa ladina desapareció en cuanto Emma le dio un golpe en la nuca después de rodar los ojos. Definitivamente, aquel era su novio.

Mientras todos los gemelos continuaban su discusión sobre quién era mejor en Quidditch, Aquila decidió pasar de ellos y acercarse a Cedric. No recordaba si lo había visto hacía poco, pero por alguna razón sentía que lo echaba de menos.

—¿Tienes alguna idea de qué hacemos aquí? —le preguntó al llegar a su lado.

Cedric negó, pero le sonrió y se acercó para darle un corto beso en los labios. Emma y Bella observaron la escena con ternura y compartieron una mirada de curiosidad.

—Vaya, Cedric, qué guardado te lo tenías —comentó Emma con una mezcla de alegría y nostalgia.

Bella asintió. No comprendía por qué notaba el corazón acelerado y las palmas de las manos sudorosas al ver al que había sido su amigo durante años. Era algo muy diferente a lo que había sentido al ver a Fred con su uniforme, pero no podía identificarlo.

—¿Perdona? —inquirió Aquila, mirando a las dos chicas con el ceño levemente fruncido—. Todo el colegio sabe que Cedric y yo salimos juntos.

—Lo siento pero... ¿quiénes sois vosotras? —preguntó entonces Cedric, sonriendo para que no pareciese que la réplica de Aquila iba a malas.

Tiempo MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora