Dos

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Sabía que tarde o temprano las cosas se derrumbarían. 

Pero no esperaba que fuera tan pronto. Esperaba poder disfrutar de los besos fríos un poco más, de los abrazos obligados y las caricias secas solo un poco más

Esperaba poder disfrutar un poco más de su esposo antes de que alguno de los dos dieran el próximo pasó. Porque tarde o temprano uno de los dos iba a terminar cansándose de la situación. Se iban a cansar de fingir. Mean iba a cansarse de fingir amor, de llegar y prometer cosas que nunca iban a cumplir. 

No esperaba que esa fría tarde del 5 de noviembre Mean llegara a la casa que fue un refugio para ambos, esa casa donde habían compartido sus sueños, sus anhelos, sus tristezas, sus miedos y sus alegrías, a esa casa donde tenían tanta historia. 

Esa casa que a Mean parecía no importarle ya. 

Llegó, no hubo beso, no hubo sonrisas falsas, no hubieron palabras. Y Plan supo que todo había acabado. 

''Quiero el divorcio'' había pedido, con la voz suave, como si tratara de golpear con menos fuerza.  

Pero no importaba como lo dijera. Plan seguía sintiendo como si un clavo oxidado se clavara en su pecho, enterrándose cada vez más profundo, más doloroso, más agonizante. 

''¿Por qué me dejas?" preguntó.

Sabía el motivo pero necesitaba que lo confirmara. Que Mean fuera lo suficientemente fuerte para admitir que ya no lo amaba. Necesitaba escucharlo para terminar de derrumbarse.

Pero Mean no respondió. Cobarde. 

Al contrario, se acercó hasta él y lo abrazó. Besó sus labios y acarició su rostro. Con un cariño falso, con un amor falso. Con frialdad, sin una gota de cariño en aquellos toques que enloquecían a Plan.

Plan nunca se había sentido tan solo aún entre los brazos de Mean. Nunca se había sentido tan triste y vacío.

¿Quién era Plan sin Mean?

¿Qué iba a hacer ahora?, ¿qué haría ahora que su confidente, su mejor amigo y su amor eterno se iba?

Se quedó ahí, sentado en la sala mientras escuchaba como Mean empacaba en la que antiguamente fue la habitación de ambos. Habitación donde habían pasado largos días, largas noches y madrugadas amándose. 

¿Así terminaba todo? ¿Así se iban a ir los mejores años de su vida?

Si Mean se disculpara estaría seguro de perdonarlo. De olvidar las noches en vela, de olvidar el dolor, el llanto y las infidelidades. De olvidarlo todo solo para tenerlo a su lado.

Pero Mean no se disculpó, no lo miró ni siquiera cuando se iba. Solo dejó las llaves en la mesa de la cocina y salió de la casa que tantas veces había sido su refugio.

Y Plan lloró en la soledad de las sábanas, en la frialdad de la cama y en el agonizante silencio que lo acompañaba en esa casa.

Goodbye, my love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora