CAPÍTULO 3 [+18]

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Sophia

Cuando ingresamos tiré mi bolso hacia algún lugar de la habitación sin cortar el beso.

¿Desde cuándo me convertí en lo que soy? Me había prometido a mi misma que no me enrrollaria con el mismo hombre más de una vez. Heme aquí, por tener otra noche pasiva con el mismo hombre desde hace un año aproximadamente.

La vida es irónica, ¿eh?

Jean coloca sus manos en mi cuello para luego, mientras acaricia mi piel, comenzar a descender hasta mis hombros y quitarme la chamarra. Tira de ella hasta quitármela por completo y dejarla en el suelo. La habitación huele a vainilla, tiene las luces bajas y oscuras que le dan el toque intenso y pasivo. Perfecta para esta noche.

Con una de sus manos suelta mi cabello para dejarlo caer a mi espalda y con la otra baja en cierre de mi vestido mientras yo desabotonaba su camisa blanca y acariciaba sus pectorales, sus cuadritos del abdomen y para luego quitarle el cinturón del pantalón. Meto mi mano dentro de el, por encima de su ropa interior y comienzo a masajearlo, logrando que salga un jadeo de placer, ronco y varonil.

Sonrío cuando corta el beso y su respiración ya no es normal, sus manos recorren mis brazos, laterales de mis pechos, espalda y nalgas, recorriendo cada detalle de mi cuerpo que mandan chispas de electricidad a mi parte baja y erizandome. Está tan deseoso de mi como yo de él.

Me gusta la forma en la que me tocas, nena susurra en mi oreja y me mira a los ojos eres jodidamente preciosa, Sophia.

Jean tiene esa manera de convertir una noche cualquiera en una inolvidable. Con sus palabras, sus caricias, sus besos. Me tiene a su merced y maldito sea el día que le entregué todo de mí porque ahora entiendo que no puedo vivir sin él y se está aprovechando de mi vulnerabilidad.

Termino por quitarle lo que le queda mientras yo sólo quedo en bragas. Lo tengo solo para mi y eso es lo que me prende, ver como lo prendo y que sea mío sin queja alguna porque lo nuestro, ahora, hoy y cada maldita noche juntos, quedará por siempre entre nosotros.

Su virilidad apunta hacia su abdomen, sus venas son notables de lo duro que está y su liquido preseminal hace que brille. Me acuesto en la cama mientras Jean busca un condón en la pequeña cajita de al lado sobre la mesita de luz.

— ¿Cuál sabor quieres? — pregunta mientras muestra un par de ellos — hay de fresa, menta, sin sabor, manzana...

Bienvenidos a una noche con Jean y Sophia. Incluye comedia y erotismo.

Jean por favor — ruego mientras rio Jean en serio es un hombre único — no puedes estar bromeando ahora.

— Sólo elige uno — sonríe pícaro — no manches. Hay también condones que brillan en la oscuridad.

No puede ser.

— Jean solo agarra uno y ven — me mira y alza una de sus gruesas cejas — el de fresa— termino. Jean tira los otro y abre el dichoso.

Su manera de colocarselo es sexy, sus brazos se tensan mientras lo coloca con cuidado para no romperlo, su respiracion es lenta y entrecortada por el movimiento de su abdomen, y todo mientras lo analizo. Está completamente desnudo, excitado, sexy y lo tengo sólo para mí.

Lo último que hace es subirse arriba mío, apoyado en sus rodillas mientras me abre las piernas y me quita la braga para luego admirar mi cavidad húmeda.

— Sólo Dios sabe lo bien que me porté para merecer ésto — señala todo mi cuerpo desnudo

— Por favor — bufé — no me hables de Dios ahora. En este momento — lo que estamos por hacer no es para nada santo.

— Que ansiosa está, mi amor su jodido mi amor se lo puede meter por el... ¡Dios!

Su lengua había saboreado mi punto débil haciéndome estremecer de placer. Continúa adentrándose más y comenzar a chupar, lamer y succionar. Lo hace con tanta naturalidad y experiencia y eso es lo que lo hace placentero. Su manera de consumirme y tragarse mis fluidos me lleva al borde del éxtasis.

Mi cuerpo comienza a contraerse, temblar y enviar un escalofríos por toda mi espalda baja dando señales de que estoy cerca pero Jean se aleja y de mí sale un quejido de desaprobación.

Él sabe lo que hace, y lo hace muy bien. Es un hombre de esos que también quieren que la mujer disfrute de ello.

Sus labios besan mis piernas cerca de mi humedad, abdomen, pechos, cuello y boca. Su beso es húmedo y caliente, deduzco que es por su tiempo en mi intimidad.

Su pelvis rosa la mía y ambos jadeamos por el placer que eso nos provoca. No tardó más y entró en mí, mis manos se aferraron a sus hombros, su rostro estaba endurecido y una ola de calor me invade en todo el cuerpo. No es la calefacción del lugar ni el clima, es el momento que estamos teniendo los dos.

Sus movimientos son acertados, entra y sale fácilmente gracias a mis fluidos y al lubricante del condón. Hecha su cabeza a la curva de mi cuello para aferrar más nuestros cuerpos, coloco mis piernas alrededor de su cintura para atraerlo más. Mi cuerpo se estaba empezando a empapar de sudor, mis uñas se clavaban más fuerte en su espalda y sus gruñidos roncos y sexys me dicen que eso es lo que le gusta.

Dios, estoy cerca. Siento que voy a explotar, mis caderas se movían en círculos para disfrutar y terminar ya porque ya no aguanto, Jean también está cerca. Pero algo... Algo hizo que ambos nos detuvieramos.

Laura... jadeó en un suspiro

¿Qué? — sus estocadas frenaron y su rostro se dio a luz, sudado y rojo.  No sé si del momento o de lo que acaba de decir — ¿Como me llamaste? — Lo alejé bruscamente de mi hasta quedar uno al lado del otro.

No es lo que parece — intenta excusarse.

— ¿No es lo que parece? — ingdago mientras salgo de la cama para volver a vestirme.

Podría haber hecho cualquier otra cosa pero ¿llamarme por el nombre de otra mientras lo hacíamos? Dios, eso duele.

Nena solo dejame aclararte las cosas...

—No. — lo corto. ¿Aclarar qué? No somos nada pero por lo menos me hubiera dicho que no soy la única con la que que se tira. Porque que te hagan eso duele, como si te hubieran clavado una estaca en el pecho y se te hace todo un nudo allí — me voy.

Dile que no lo haga mejor que yo — suelta mientras termina de vertirse

¿Qué has dicho?

—¿Crees que no sé que te cas a ir con él a terminar lo que yo empecé? — suelta veneno — ve y ábrele las piernas a otro más

—¿Pero quien te crees para decirme todas esas cosas cuando tú eres el que me llamó por otra?

—Un error lo comete cualquiera, nena ya me dió asco pero aún me duele — si una mujer lo hace, es una víctima. Si un hombre lo comete, es un idiota. Moraleja de la vida — sus ojos ardían con sátira pero ¿dolido? — si te vas me estarás demostrando lo puta que eres.

¿Quién es? No es el Jean que conocía, ahora es un ser insensible y duele verlo ser así para conmigo.

Doy unos pasos hasta llegar a él y darle una cachetada, su rostro queda girado a un lado y su mejilla se torna rojiza por el golpe.

No me vuelvas a hablar o siquiera acercarte en tu miserable vida — y me largo dando un portazo.

Al salir, el aire esra fresco, estaba oscuro y no queria volver al depa aún. Mi corazón late con fuerza, mis manos tiemblan y mis ojos arden por las lágrimas contenidas. Me duele, podría haberme dado igual si alguien más me decía puta pero no fue cualquiera, fue Jean. Y me quema como el fuego.

Algo Más Que Sexo ✔ [#1] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora