Me pidió disculpas.
A los dos días se encontraba afuera de mi casa.
Estaba agradecida de que mis papás nunca estarán.
Me dijo que había bebido demás ese día.
Para ese momento me encontraba en el arco de la puerta. Sin querer dar un paso más. Yo no estaba bien. Sentía que algo me faltaba.
Esto era.
Necesitaba que estuviéramos juntos.Sin embargo mí orgullo no dejo que demostrara cuanto me hacía falta.
Como me gustaría decir que ese mismo orgullo me dejo echarle de la entrada de mi casa.
Como desearía poder admitir que logré darle la espalda y cerrarle la puerta en la cara.
Como me gustaría que eso hubiera pasado.
De nuevo, antes de que pudiera hacerlo, empezó a hablar inclinándose sobre sus rodillas.
Empezó a llorar diciéndome que me necesitaba. En mi cabeza se proyectó la idea de que quizás y le estaba pasando lo mismo que a mí.
Entonces mi corazón dolía al verle así.
Como podía tener el descaro de hacer todo lo que quería, dejarle, darme la vuelta y no mirar atrás, si no estaba bien.
Ese día se abrió de una manera que estoy segura nunca jamás volvió a hacerlo. Al menos conmigo no.
Me contó su historia. Su infancia. Lo que tuvo que pasar.
No sé cómo tuve el valor de no acercarme mientras lloraba desconsoladamente.
¿Cómo podía rechazar sus sentimientos, como podía dejarlo cuando estaba en su peor momento?
No podía hacerlo. No quería hacerlo
Me dolía hacerlo.
Me agaché a su lado rompiéndome lentamente.
Ahora los papeles se habían invertido.
Era yo quien lloraba desconsoladamente.
Ahora era yo quién le pedía disculpas, las cuales no les encuentro un verdadero trasfondo.
Para mí estaba claro que probablemente había hecho algo para que sospechara. Quizás y tomé mucha confianza esperando poder poco a poco demostrar quién era realmente yo. Seguro había sido eso. Era mi culpa.
En ese momento no me importó nada más que demostrarle que le quería.
Acepto mis disculpas.
Y con eso nos reconciliamos.
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Esta pequeña carta© [En proceso]
General Fiction[En proceso] [Segunda edición] Aveces uno se mete tanto en una relación que se ve atrapado en ese laberinto. Se siente como si estuvieras completo cuando en realidad cada vez faltan más piezas del rompecabezas. Dejas de ser uno mismo. Te vuelves dep...