El Cuadro

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        •PRIMERA NOCHE•

Era de madrugada, y el reloj marcaba las 3:00 am en punto.

Mi profundo sueño fue interrumpido por risas y murmullos que se escuchaban justo detrás de mi cabeza. Cuando abrí los ojos, un fuerte, aunque corto grito salió de mi boca.

No entendía aún que pasaba, seguía un poco adormecido y desorientado. Casi instantáneamente supuse que los ruidos que me habían despertado eran producto de un sueño muy vívido que estaba teniendo, mismo sueño que seguramente había olvidado al momento de despertar. Le resté importancia, me levanté al baño, abrí la llave del lavabo para dejar caer el agua en mis manos, y cuando se formó un pequeño charco en ellas, las llevé directamente a mi cara.

Cuando levanté la cabeza, detrás de mi y gracias al espejo, alcancé a distinguir una cara, maso menos a la altura de mi hombro derecho. Dejé escapar un chillido, y un escalofrió subió desde el frío suelo y me recorrió toda la espalda, me volteé lo mas rápido que pude, buscando algo o a alguien detrás mío. Pero me percaté de que solo era un viejo cuadro que estaba colgado en mi baño, la cara de un payaso para ser exactos. Me había sido obsequiado por un amigo de la familia años atrás, en mi tercer cumpleaños. En realidad, nunca me había gustado, cuando era pequeño nunca entraba a mi baño pasadas las 8 de la noche, esa cara sonriente me atemorizaba, pero por alguna extraña razón, siempre permaneció ahí, colgado. Respire profundo, deje salir una ligera risa nerviosa y regresé a la cama.


•SEGUNDA NOCHE•

Llevaba ya un tiempo intentando consolar el sueño, y, aunque moría de cansancio, un insomnio provocado por alguna razón desconocida, no me dejaba dormir, había intentado de todo en la ultima hora... leer para cansar la vista, escuchar música relajante en mis audífonos, incluso trate de contar ovejas, pero todo intento parecía ser inútil.

Ya un poco desesperado a causa del insomnio y el abrazador calor de mi habitación, le di un giro a mi almohada, colocando la parte fría en contacto con mi cachete derecho, me quité las sabanas de encima con un movimiento brusco, dejándolas caer al suelo y cerré los ojos dejando salir un suspiro de impotencia. Me fui tranquilizando y poco a poco el cansancio hizo su trabajo, el insomnio se alejo y sin más, me dormí.

Desperté de golpe, se que fue algo instintivo porque esa extraña sensación de que algo estaba ocurriendo no abandonaba mi cuerpo. Tomé mi celular, que seguía sobre la cama, aún conectado a los audífonos, según la hora marcada, eran las 3:00 am.

Yo seguía sobre mi costado derecho, por lo que frente a mi tenía la puerta del baño, que, por alguna extraña razón, no estaba completamente cerrada, cuando mis ojos comenzaron a enfocar alcancé a distinguir una silueta dentro del mismo. Espantado, pero no paralizado estiré lentamente mi mano izquierda para alcanzar las sabanas que seguían aún en el piso junto a mi cama, las jalé hacia mi, sin apresurarme, tratando de no hacer ni el más mínimo ruido. Con cada centímetro que movía mi mano, temía alertar sobre mi presencia a quien se encontraba a escasos metros. Y justo antes de colocarme las sabanas, escuché a alguien gritar mi nombre, el grito provenía del baño, así que en una fracción de segundo voltee hacia aquella puerta entreabierta y vi a algo o alguien correr hacia la cama, me tapé con la primer cobija que pude agarrar, sin dejar al descubierto ninguna parte del cuerpo, usándola como un escudo protector, cerré los ojos, apreté la mandíbula y puse mi cabeza sobre la almohada, haciendo presión en ella cerrando ambos puños, pero nada ocurrió. Mi corazón iba a toda velocidad y pasados unos segundos, un sonido de algo chocando contra el suelo interrumpió el profundo silencio que se había apoderado ya de mi habitación.

No sabía que acababa de ocurrir, aun espantado, comencé a sollozar y a sentir como las lagrimas escurrían desde mis ojos hasta la almohada, hasta que nuevamente me dormí.

No fue hasta la mañana siguiente, que descubrí que aquel ruido había sido ocasionado por los cristales del cuadro del baño al colisionar contra el suelo... en cuanto a todo lo ocurrido en la madrugada, mi yo interno, mi yo escéptico, decidió atribuírselo a una pesadilla más, una relacionada con ese estúpido payaso.

Al ver esa escalofriante cara risueña, me petrifiqué por unos instantes, me apresuré a juntar los pedazos y meterlos en una bolsa, tomé la foto que resguardaban, la hice añicos y la tiré a la basura junto con ellos.

                               •TERCERA NOCHE•

Desperté convencido de que mi alarma para ir a la escuela estaba por sonar, lo cual daba a entender que eran cerca de las 6:00 am, así que me estiré por unos instantes, tome la almohada y la puse contra mi cara, esperando a que aquel molesto sonido me diera luz verde para levantarme de la cama.

El tiempo suele pasar muy rápido a esas horas, en un abrir y cerrar de ojos pasan esos "5 minutos más" que todos pedimos al despertar, así que cuando paso un tiempo y mi alarma no sonaba, la curiosidad me invadió. Tomé mi celular, con mi dedo pulgar apreté el botón de inicio y justo después de sentirme deslumbrado por el brillo de la pantalla, me di cuenta que eran apenas las 3 de la mañana, de nuevo había despertado a la misma hora que las 2 noches pasadas.

El miedo y los nervios se apoderaron de mi al recordar lo que había pasado la noche anterior... "bueno creo que no soy tan escéptico después de todo" me dije a mi mismo, me apresuré a escanear toda la habitación lo más rápido que pude. Fue al ver que estaba solo que me tranquilicé de nuevo y me dirigí al baño con la intención de lavarme la cara y regresar a la cama.

Al llegar al baño accioné el interruptor, mismo que provocó que todo el lugar se iluminara.
Di 2 pasos hacia el lavabo, pero justamente antes de abrir la llave en el mismo, el foco en el techo reventó, dejando pequeños pedazos de cristal por todo el baño, e instantáneamente dejándome en total obscuridad.

El miedo era lo único que podía sentir, no conseguía moverme por más que lo intentara, como si mi cuerpo no le respondiera a mi mente, misma que solo me gritaba ¡Corre, corre! ¡Sal de ahí! Fue entonces que la sentí, una mano tocando mi hombro derecho, acompañada de una exhalación justo detrás de mi nuca, temeroso, volteé hacia enfrente, y con la ayuda de una pequeña ventana que dejaba entrar luz de luna, alcance a verme en el espejo, y no, no estaba solo.

Noches de terrorWhere stories live. Discover now