Vacío

1.3K 152 27
                                    

“Tú no cometes errores de cálculo”, fue el primer cumplido que Tim recibió de Damian, aunque las circunstancias no apuntaban a que lo había sido. Más bien habían parecido un reclamo, pero Tim no culpaba al menor por decirlo. Él sabía que lo había hecho a propósito, había dejado que hirieran a Richard. Y lo había disfrutado.

Pero se lo merecía, el muy bastardo se merecía eso y más.

Tim nunca supo de qué tanto sería capaz hasta que Richard se volvió un obstáculo en su vida. Más específico, un obstáculo entre él y Jason.

Dick lo sabía, sabía cuánto admiraba Tim a Jason. Incluso desde antes de volverse Robin, Tim siempre había tenido su vista posada en el segundo petirrojo, y a su hermano poco le había importado.

Pero no podía culpar solo a Dick de su desgracia, el propio Jason también había sido su cómplice. Era culpable de enamorarlo, de ilusionarlo, y luego, de haberlo votado a la primera señal de que Dick le daría atención.

Daba igual cuánto le importaran a Tim las personas, estas siempre lo abandonaban, de una u otra forma. Él hubiese preferido mil veces que Jason volviese a morir a sentir lo que sentía.

Porque ahora su corazón pedía venganza, y él no quería dejarse llevar por ese sentimiento, pero lo hacía.

No importó cuánto se repitió a si mismo que eso no estaba bien, que ese no era el camino que sus padres o Batman le habían enseñado, porque las emociones de un joven tan roto eran muy volátiles.

Tim siempre supo que no era tan fuerte, que quizás pronto caería al vacío y nadie podría salvarlo. Pero entonces Jason apareció en su mundo, y le hizo pensar que no sería así, que había más cosas porqué vivir. Pero al parecer, Jason mentía. Para él, Tim solo había sido un premio de consolación, uno al que fácilmente pudo renunciar cuando Richard aceptó sus sentimientos.

Tim quiso morir, pero antes de hacerlo se vengaría.

Había tantas formas de hacerlo, pero Tim nunca pensó que acostarse con el tesoro más preciado de Dick sería una de ellas.

Tim nunca entendió del todo porqué Damian deseaba también vengarse de Richard, pero no le importaba. De algún modo, lo disfrutaba.

El sexo con Damian fue la cosa más extraña y la más genial que Tim nunca pudo haber sentido. No había caricias suaves ni besos amorosos, tan solo una lucha donde ambos desquitaban la furia que los embriagaba.

En cada embestida, Tim soñaba con la cara de horror del primer Robin, al ver como su pequeño era profanado. La cara de placer de Damian era solo un plus para su deleite. Al fin podía borrarle a ese pequeño idiota esa expresión llena de arrogancia que siempre mostraba. Tener a Damian bajo su pecho, gimiendo a causa de las fuertes estocadas, era sin duda lo más excitante de todo el encuentro.

Lo hacían muy seguido, luego de patrullar, luego de una pesada misión. A veces, simplemente, Damian entraba a su habitación, furioso por alguna mierda con los titanes o su padre, y lo usaba a él como relajante.

“Tú eres mejor que ellos” Fue el segundo cumplido que Damian le dio. Realmente no era necesario que el moreno dijera algo. En realidad, ninguno hablaba mucho con el otro cuando tenían sus encuentros. Cada uno tenía sus razones para hacer lo que hacía, y el otro lo respetaba.

Pero esa ocasión fue distinta, Tim se sentía destrozado. Era realmente jodido encontrar a quien amabas acostándose con aquel bastardo amante de menearle el culo a todos.

VacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora