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CAPÍTULO II

SEMANAS DESPUÉS

¿Alguna vez amaste tanto algo que llegó a quemarte por dentro? ¿Alguna vez te has enamorado hasta del dolor que esa persona llegaba a ocasionarte?

El amor viene de la mano del dolor, aunque no queramos aceptarlo, es así. No puedes enamorarte y querer no sentir dolor, así no funciona. El dolor, a pesar de ser una mierda, también es un recordatorio de todo lo que tenemos y de todo lo que podríamos perder.

En ese momento, Ethan se encontraba en su apartamento, solo. Rara vez estaba solo, siempre estaba con Caleb o Bea. Había puesto una película al azar en su televisor, aunque en realidad no le estaba prestando atención, su mente estaba en otro lado, para ser exactos, en aquel día cuando las vidas de todos cambiaron para siempre.

Ethan siempre fue el amigo fuerte, el que no se mostraba débil, aún cuando por dentro estaba a punto de quebrarse. El se recordaba que tenía que ser fuerte, sino, ¿Quien lo sería? Sin embargo, ya habían pasado varios días desde que Ethan empezaba a ceder ante ese característico dolor, el que le recordaba que incluso las almas más fuertes solían agrietarse.

El ver a Caleb ir todos los días al hospital y actuar como si Leah no estuviera muriendo era el detonante de su dolor, ¿Como puede ser posible eso? Se preguntarán. Bueno la respuesta es simple. Su amor por Caleb era la respuesta. No un amor pasional o un amor de pareja, sino un amor de amistad, éste era la base de su amistad, cuando Caleb empezó a estancarse también su amor se encontró afectado. No puede seguir algo de pie cuando los cimientos están derrumbándose, aunque construyas y construyas se caerá hasta que su base esté completa de nuevo, y es así como el dolor de alguien mas puede convertirse en el tuyo. En este caso el dolor de Caleb era también el de Ethan.

Estaba cansado, cansado de no haber actuado antes. Le había dado su espacio a Caleb, pero ya no más. Tenía que decirle la verdad a Caleb, le dolería, eso era seguro, pero era lo mejor para él.

Se levantó de la comodidad de su cama, agarró su celular y le mandó un mensaje a Caleb pidiéndole verse en frente de la fuente. Una vez mandado el mensaje ya no había vuelta atrás. Tendría que apegarse a las consecuencias de la verdad.

Terminó de arreglar algunos pendientes que tenía y salió de su casa. Al vivir muy cerca del parque no tuvo necesidad de ir en su auto y al cabo de escasos minutos ya se encontraba en el parque.

A lo lejos distinguió la silueta de Caleb, desaceleró su paso, de repente le llegó un golpe de nervios. ¿Como le diría a su mejor amigo que era hora de darle un final a su historia? ¿Con que cara le diría que ya no podían seguir escribiendo su aventura?

Limpió el sudor de sus manos y caminó directo al chico de ojos miel.

-Ethan. ¿Querías hablar?- preguntó Caleb al mismo tiempo que removía los auriculares de sus oídos.

-Si... ¿podemos ir a sentarnos?

-Claro.

Caleb caminó hacia la banca más cercana y se sentó. Ethan se sentó igual a su lado. Su ambiente permaneció en silencio, el único ruido provenía de la fuente. Caleb sospechaba que Ethan le había llamado con un propósito. Ethan no solía llamarlo para "charlas" solamente.

-Y bien, ¿de qué querías hablar?

Ethan suspiró, dejó salir el aire retenido y volteó a ver directamente a los ojos de Caleb.

El brillo de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora