CAPÍTULO XI
El calor en sus mejillas se hizo presente al recordar la tarde de el día anterior. Cuando regresó a su casa aún no podía creer lo que había pasado. No todos podían decir que habían pasado la tarde con la persona con lo que llevas un crush por siempre ¿verdad?
Claire estaba recostada sobre su espalda en su suave y cómoda cama. Había regresado a su casa y al instante se quedó dormida. Apenas eran las 7 de la mañana.
Recordaba cada detalle de la noche anterior, desde las miradas hasta esa electricidad que sintió al roce de sus manos. Jamás olvidaría esa sensación ¿Cómo podría olvidarla? si fue como si hubiera regresado la luz en ella, desde que murió su hermana.
Su burbuja duró poco tiempo. Los gritos en su casa, como ya era costumbre, comenzaron escucharse. No sabía cuánto tiempo más tendría que aguantar esta tortura. O si algún día acabaría.
—¡¿Has vuelto a consumir verdad?!— se escuchó una voz femenina.
—¿Y a ti que te importa? Ya quisieras que algún día esta mierda me mate.
—¡Eso no es cierto! Por mas que te odie Claire te necesita. No puedo perderla a ella. No otra vez.
—¡Oh pobre Claire!— ironizó el hombre. —Sabes que Claire ya no es mi hija. No después de lo de Stella. ¡Si no fuera por ella, Stella, mi niña, estaría viva!
—¡No digas eso! ¡No fue culpa de nadie! ¡Fue un accidente!
Claire dejó de escuchar la discusión. Ya no tenía sentido seguir escuchándola, solo le recordaba lo que ella ya sabía. Y aunque al principio trató de evitarlo, al final terminó metiéndose en su cabeza y de verdad creyéndose que su muerte había sido su culpa.
Ya tenía dos años que la culpa comenzaba a llenar cada rincón y átomo de su cuerpo. Hasta el punto en que no podía si quiera entrar al cuarto de su difunta hermana sin desear haber muerto ese día en lugar de Stella.
Stella, tenía tan solo 22 años de edad cuando murió. Sus padres siempre tuvieron más atención hacia Stella. Para ellos era la inteligente de la familia, la más exitosa. Mientras que Claire fue el producto de una infidelidad de su madre.
Sin Stella ahora su casa era todo menos un hogar. Ya no se sentía bien, o si quiera amada. Stella era la chispa que mantenía unida a la familia y sin ella, ahora estaba despedazándose de a poco.
Su madre Katy Johnson siempre fue una madre que le apoyaba demasiado, que le amaba demasiado. Pero como siempre llega un tornado que arruina todo a su paso y hay daños que no pueden repararse, en este caso, el vacío que dejó en su familia la muerte de su hermana Stella.
Ya no quedaba nada de esa madre que solía conocer. Ya no reconocía a su madre. Era como si solo su cuerpo estuviera ahí pero no su alma.
Mientras que su padrastro siempre tuvo un odio hacia Claire, por sólo el hecho de haber sido la prueba viviente de la infidelidad de Katy. Pero ahora su odio incrementó, no podía sí quiera mirarla a los ojos. Le repudiaba su existencia, deseaba que fuera Claire quien descansara en una tumba y no Stella. Claire se lo merecía. Al fin y al cabo, ella tenía la culpa de todo, de la agonía de su familia. Y de la muerte de su hija.
Claire decidió tomar una ducha. Faltaba poco de dos horas para que pudiese entrar a la escuela, siempre era de las primeras. Prefería pasar la mañana ahí en las gradas que en su casa en medio de los gritos.
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El brillo de las estrellas
RomanceAveces el brillo de las estrellas no es suficiente para iluminar dos caminos. Aveces alguien tiene que quedarse en la oscuridad para que el otro llegue a la luz. Cuando nos aferramos a algo o alguien, es difícil dejarlo ir, es difícil aceptar que p...