Cap 3: Espinas, espinas...Ah, es Durian

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La adolescencia es demasiado fácil, demasiado, demasiado fácil...jodida mentira. El problema de esa frase es la normalización de los "juegos" que pueden terminar marcando o incluso, matando a una persona; porque no, no es demasiado fácil...ser menor, no te exime de ser un criminal.

Oli día a día regresaba a casa sin querer hablar de lo que sucedía en la escuela, pues al final, eran sus problemas y no quería preocupar a sus padres...además, ¿qué eran un par de inocentes bromas? Fue lo que pensó, tratando de convencerse que esas chicas sólo eran molestas, sin embargo, creía que era cuestión de ignorarlas y se hartarían, pero, poco a poco el ver cómo otras personas se volvían cómplices de esas inocentes bromas, empezaba a preocuparse.

—No logramos sacarle ni siquiera una pequeña risa, ni siquiera funcionó cuando Kyomi intentó asustarlo —suspiró Jimena, recostada boca arriba en su cama con sus amigas.

—Casi le revienta la cara del susto —respondió Otis—. Aunque admito que hasta ahora me di cuenta lo peligroso que fue que te escondieras dentro del casillero —dijo mientras se sentaba y volteaba a ver a la pequeña asiática.

—Admito que en mi cabeza era buena idea, no pensé que azotaría la puerta del susto —gimió tan avergonzada.

—Al menos metió la mano para detener ésta y no te lastimara —carraspeó Jimena un poco sonrosada. No estaba segura si aquella pequeña acción había sido atractiva, o por vergüenza de que se lastimara.

—¿Creen que me haya perdonado? —chilló Kyomi, realmente angustiada. Sus amigas no esperaron y la abrazaron.

—Seguro que sí, no es como si el dolor de posiblemente haberse roto la mano lo haya dejado sordo —respondió Otis, queriendo consolarla desde lo más profundo de su corazón.

Jimena le reprendió por lo bajo, mientras su pequeña y delicada amiga lloraba más por la vergüenza. Sabían que su culpa era equivalente a la frente roja que se cargaba por lo mucho que se inclinó contra el suelo para pedir perdón.

—Mañana podemos en contentarlo, algo inocente, sin confeti, sustos ni nada que pueda salir mal —sugirió Jimena, como la líder que era.

Sus amigas asintieron, y de inmediato, abrieron la computadora para ver bromas que habían salido mal y terriblemente mal, para aprender y hacer algo más llevadero. Querían integrar al chico nuevo, y creían que a pesar de que todo salía mal, y éste no reía, lo estaban logrando. ¿Por qué? Pues porque veían cómo sus compañeros, e incluso gente de otros salones se les unían. En su cabeza, mientras no hubiese agresión física, no era bullying, eran chistes.

—Mierda —gruñó Oli.

Era de mañana, estaba en su cuarto, buscando con su única mano algún pantalón limpio, pero "Oh sorpresa", la mayoría estaban sucios o arruinados debido al trío de locas que no lo dejaban en paz. Así que Resignado, optó por ponerse unos shorts blancos de mezclilla. Se sentía algo ridículo siendo invierno, pero...mejor a salir desnudo.

—Vaya, vaya...ay'mijo, no sé por qué no usas short más seguido. Tienes tan bonitas piernas. —Su madre lo observó apenas entró a la cocina, mirándole con completa ternura, ya que la chamarra holgada que traía, resaltaba más sus frágiles extremidades.

—¿No me vas a preguntar por qué lo uso? Es decir, es invierno. —Se quejó extrañado.

—Quién te entiende, si te digo algo, te enojas, si no te digo nada me reclamas... —resopló la señora, sirviendo un par de huevitos estrellados—. Aunque, ¿no has pensado en depilarte las piernas, amor? Por higi...

—Mamá. —Le reprendió Oli, un tanto avergonzado.

—Ya, perdón, perdón. ¿Cómo está tu manita, bebé? —dijo para después besar su frente.

10 Moras para OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora