—Vaya, ¿comiendo mango en estas fechas? ¿No sabrá ácido? —preguntó Kyo, recostada de cabeza con las piernas recargadas en la pared.
—Es importada, no te preocupes —respondió Otis, recostada casi de la misma forma, pegando su cabeza a la ajena.
Las chicas se encontraban en casa de la alemana. Trataban de descifrar qué había salido mal y el porqué había reaccionado de esa forma. Había sido una simple broma que había hecho todo un alboroto y no sólo eso, Jimena había salido amenazada y zangoloteada. Así que comenzaron las teorías, siendo la de Kyo una de las más... ¿congruentes? Según ella, Oli era un vampiro, y por eso se había alterado tanto con la sangre; sin embargo, Otis no se quedaba tras con su hipótesis, que aunque era aburrida, tenía sentido. Ella sugería que el joven era "hemofóbico".
—¿Crees que tenga "emofobia" internalizada? Pero, ¿cómo? Él es uno. —Se sentó Kyo, claramente confundida
—Hemo, con H. Hablo de fobia a la sangre, no miedo a los emos —corrigió Otis, sonriendo con tranquilidad un tanto enternecida —. Jimena, ¿qué tienes en mente? —Miró a su amiga, sintiendo un poco de inquietud pues ella no estaba tomando las riendas de la conversación.
—No soy malcriada ni una mocosa mimada —bufó cruzándose de brazos, sentándose para ver a sus amigas.
—Nadie dijo eso —contestó Otis, abriendo un poco los ojos, algo sorprendida.
—Ese estúpido lo dijo. ¿Quién se cree para hablarme así? Debería agradecerme que le hice el favor de hablarle e intentar integrarlo. Es decir, las bromas fueron divertidas, como cambiar su talco por chile pica, pica —rió entre dientes.
—O la bomba fétida —suspiró Otis con una sonrisa traviesa.
—O cuando le cambié su goma de borrar, por un borrador de fresita —dijo Kyo, tallando sus manitas como una mosca malvada.
Las tres se soltaron a carcajadas, recostándose nuevamente, suspirando al arquear sus cejas.
—Bueno, el polvo pica, pica hizo que lo sacaran del salón por no dejar de estornudar —carraspeó Jimena, dándose cuenta cómo Oli pidió, casi suplicó al profesor que no lo sacara. Siendo becado, seguro cada clase era oro para él.
—Uh, también lo enviaron a casa para que se quitara la peste —musitó Otis al darse cuenta que tal vez no había sido la mejor broma.
—Y la goma de fresa hizo un horrible manchón en su libreta —gimoteó Kyomi, sintiéndose culpable.
El trío de chicas se dio cuenta que tal vez las bromas no habían sido la mejor ideas, incluso Jimena se percató que Oli no se había reído, le hacía sentir como una especie de bully.
—Su caja de la risa no estaba rota, ¿verdad? —preguntó Kyomi, remarcando sin querer su acento.
Las chicas negaron aun en silencio mientras comían su manguito. Tenían sentimientos encontrados, sobre todo Jimena, pero no lo quería admitir.
—Saben qué, no deberíamos sentirnos mal. La intención es lo que cuenta, además, debió decirnos que no le gustaba en vez de explotar como el animal que al parecer es. —Se justificó irremediablemente.
Otis y Kyomi querían darle la razón, pero se quedaron calladas un momento, se miraron y voltearon a vea Jimena.
—Mañana vas a tener que encargarte de él —comentó Otis.
—¿Qué harás?—Kyo ladeó la cabeza, realmente intrigada.
Jimena se llevó una almohada a la cara, y aun recostada, comenzó a patalear para ahogar un grito. Estaba furiosa de haberse dejado intimidar por ese flacucho deprimido. Así que...no estaba segura de cómo lo manejaría el día siguiente, lo que sí sabía, es que necesitaba relajarse.
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10 Moras para Otoño
TeenfikceJimena, una chica con un futuro brillante, ha mantenido el estatus quo dentro de su perfecto colegio, siendo no sólo amiga de todos, sino futura presidenta estudiantil. No es hasta que entra un "misterioso" chico, que se percata que tal vez no todo...