Capítulo Uno

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Mi pesadilla empieza así:  De estar de vacaciones en  las playas hermosas de Miami Beach con mis amigos, el sol brillando en lo más alto del cielo y la brisa sopla suavemente con ese fragante aroma a mar, a una isla desierta en medio del océano atlántico.

Les contare la historia de cómo llegué aquí. Una historia trágica en donde no vimos obligados a cambiar nuestra forma de ser y despertar todos los aspectos importantes de nuestros sentidos para poder sobrevivir cada día en un lugar del cual nuestros conocimientos eran igual a cero.


Era una tarde  fría y tranquila tarde en Nueva York y estaba con mis amigos en Central Park, realizando nuestro ejercicio diario que decidimos hacer hace un par de meses. El sol estaba cubierto por las nubes y el zumbido de los carros se escuchaba tan fuerte que era como si yo estuviera al lado de ellos. Un día normal en La Ciudad Que Nunca Duerme, pensé. Entre carcajadas, chistes de mal gusto y datos curiosos aleatorios, nos sentamos en unas de muchas bancas en este gigantesco parque.

-Saben, uno de mis mayores anhelos es ir a Miami -dijo Gabby, una de mis mejores amigas de toda la vida. 

-¿Es en serio?, ese ha sido uno de mis mayores anhelos también-dijo Luisa, otras de mis amigas.

 Somos el grupo de amigos que cualquier adolescente quisiera tener, nos compartimos y decimos todo y, cuando digo todo, me refiero a TODO. Nos apoyamos cuando alguien está decaído y, bueno, somos muy amigables con los demás. Gabby, Sebas, Luisa, Will, Keila y yo, Hector.

-¿Qué pensarían si les digo que llevo preparando ese viaje unas dos semanas y he logrado conseguirnos un hotel en Miami Beach?- les dije. Gabby y Luisa, petrificadas por la emoción, se miran a la cara y gritan tan fuerte que si no fuera por Will hubiera quedado sordo.

-We're going to Miami, b****es- dijeron las dos al mismo tiempo mientras todos reíamos.

-Nos vamos mañana a las 5:00 a.m. Ah, ¿les mencione que nos vamos a ir en carro?

-¡Esto suena cada vez mejor!-dijo Keila. Estaba igual de emocionada que el resto, pero es más reservada que los demás.

*Al día siguiente*

Todos estábamos adentro del carro de mis padres, el cual tenía que cuidar con toda mi vida, y empezamos el viaje, el cual creíamos inofensivo y divertido. Era un viaje de 18 horas, así que estábamos preparados con vasta comida, bebidas y snack. Estábamos cruzando el puente de la I-195 hacia Miami Beach a las 11:11 y todos, en voz muy alta, dijeron sus mayores deseos:

-Deseo que estas sean las mejores vacaciones de la vida-dijeron Gabby y Luisa.

-Deseo que seamos amigos hasta la eternidad-dijo Sebas.

-Deseo pasar la eternidad contigo-dijeron Will y Keila.

-Y yo deseo que el carro no pare porque ya casi no tenemos gasolina-les dije.

-Ay, Hector. Arruinaste le momento-dijo Luisa.

-Sólo deseaba hacerlos reír- me quejé.

Llegamos a nuestras habitaciones a las 12:00 y cada uno se fue a dormir. Al día siguiente, decidimos ir de compras al Aventura Mall. Salimos con los brazos cargados de bolsas. 

-Si seguimos así, seremos las personas más pobres del país-dijo Sebas.

-Sí-les dije, -¿Qué les parece si vamos regresamos al hotel y nos vamos a la playa?

-¡Qué gran idea, Hector!-grito Luisa

 Fuimos a dejar nuestras bolsas al hotel y nosos dirigimos a la playa con una emoción que se nos notaba en la expresión de nuestras caras.

-¡Que día tan hermos para estar en la playa!- dijo Keila.

-Sí, el sol está perfecto- dijo Gabby.

Un día en la playa, con el sol más radiante que nunca, las bebidas frías como un casquete polar, con mis mejore amigos, ¿Qué malo podría pasar, no?



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