𝑫𝒂𝒓𝒌𝒆𝒔𝒕 𝑫𝒆𝒔𝒊𝒓𝒆𝒔 | ❝ Todos somos demonios en la piel de un hombre, pero había sido una idea inimaginable, un hecho irreal, que un demonio se esforzaría en elegir entre su deseo de toda la vida, y una chica confinada en una lámpara, impo...
—Tenemos que ir a buscar la corona del rey Herodes, ¿no?
Parecía que esas pocas palabras habían cambiado el estado de ánimo de Calibán al instante. Sus cejas fruncidas desaparecieron y sus brazos cruzados quedaron a su lado mientras se apresuraba a alcanzar el paso de Dahlia. «Incluso después de miles de años, los hombres siguen siendo los mismos», pensó Dahlia. Era tan fácil hacerlos felices y tenerlos envueltos alrededor de tu dedo, sin que ellos siquiera lo supieran.
Calibán condujo a Dahlia por el pasillo y abrió una puerta a la izquierda, recibiéndola en una gran sala con sofás rojos. Al igual que en todas las demás habitaciones, había un claro tema del rojo. Un símbolo de la sangre, la ira, el sexo y el infierno. El techo era alto, como de costumbre, y las cortinas rojas cubrían las ventanas empañadas que mostraban el Mar del Lamento desde lejos.
El chico alto se sentó inmediatamente al entrar en la habitación, pero Dahlia tardó un momento en adaptarse a su entorno... para asimilarlo todo. Despacio, se dirigió hacia una ventana. Con su cara a escasos centímetros de la vidriera, se quedó boquiabierta ante el mundo que había fuera. Toda su vida fue consciente de los horrores que existían fuera del mundo de los genios y de una botella de genio, pero nunca pensó que sería capaz de verlo. Era todo un mundo de terror y destrucción... no quería saber qué clase de persona era Calibán para querer gobernar un sitio así. Lo único que sabía era que quería terminar su trabajo aquí lo antes posible, para poder liberarse por fin de él... ser libre de su botella.
—¿Cómo funciona esto? —la voz de Calibán sacó a Dahlia de sus pensamientos y soltó un suspiro que no se había dado cuenta de que estaba conteniendo.
Lentamente, se dio la vuelta y caminó hacia él.
—Estoy falta de práctica... —comenzó, en voz baja—... Pero, eh, tienes que pensar en tu deseo más oscuro... y yo te ayudaré a encontrarlo —los labios de Calibán se curvaron hacia arriba ante las palabras de Dahlia, y ella lo tomó como una señal para acercarse a él—. Tienes que haberlo visto antes... o una imagen de él. Tienes que ser capaz de visualizarlo. Y lo más importante, tiene que ser tu deseo más profundo y genuino, porque sino, no podré encontrarlo.