Capitulo 4: Una luz al final del pasillo... ¿o no?.

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Ahí seguía intentado pensar en algo para de alguna manera ayudar a Rogger, sin embargo por más que intentaba, nada salía de mi cabeza, me sentía bloqueado. ¿Qué se supone que haces cuando pasa esto?.

Mientras Rogger aún veía venir lo peor, alguien tocó de pronto la puerta de la oficina, naturalmente el profesor algo exaltado abrió la puerta esperando que fuera alguno de los tipos conmigo.
Sin embargo, al abrir la puerta, tanto Rogger como el profesor de sorprendieron.

—Derramé por accidente algo en la mesa y se supone que aquí es donde está la gente de limpieza ¿No es así?— No eran nadie más que Elisa y su amiga Alice, que sin saberlo, habían salvado la situación.

—La intendente no está, ve a buscar a otro lado— Le dijo el profesor rápidamente.

Rogger aprovechando el momento, se levantó de la silla y le pidió al profesor que lo liberara.

—Ya acabó mi hora de detención ¿Puedo irme ahora?— Le preguntó al profesor.

Ambas chicas voltearon sin saber que hacía ahí Rogger, y como el profesor no podía levantar sospechas, de una extraña y fácil manera le dijo que si.
Rogger salió de ahí rápido bastante sudado y volteó solo para retar al profesor con la mirada.

Entonces, bastante molesto el profesor les dijo a las chicas que se fueran y buscaran a la intendente.

Rogger levantó el celular en el que aún seguía la llamada y me dijo que me encontrara con él en el lugar de siempre.
Debo admitir que ni yo entendía que era lo que había pasado, había sido tan inesperado y fácil que en realidad parecía una tontería.

En la oficina, el profesor le contaba a Mariana todo.

—Esas tontas niñas arruinaron todo, juraría que ahora mismo Rogger va a hacer algo para evitar que su amigo sea encontrado— Le dijo bastante enojado.

—¿Su amigo? Esos tontos perdieron de vista al chico hace horas— Le dijo riendo Mariana.

—Genial ¿Y ahora qué? Sabes bien que al mayor no le va a gustar para nada saber que tú plan está fracasando— Le dijo el profesor recargado en la mesa.

Mariana se quedó meditando unos segundos, y luego volvió a mirar.
—Espera... ¿Quienes eran las chicas que interrumpieron?— Le preguntó.

—¿Ellas? Elisa y Alice, las tontas hijas del alcalde y el secretario de ayuntamiento ¿Por?— Le respondió el profesor sin pensar mucho.

Mariana sonrió.
—No pierdas ni un minuto, busca a Alice y distráela, yo le digo a los chicos que vayan rápido— Le dijo algo temblorosa.

—Espera... ¿Planeas...—

—Alguien tiene que pagar esto y podemos distraer al mayor para disminuir su molestia al enterarse de todo— Le respondió Mariana amenazante.

Mientras tanto, Rogger y yo nos habíamos encontrado, ninguno estaba hablando, solo caminábamos ausentes pensando en distintas cosas.

—No encontré nada— Dijo Rogger rompiendo el incómodo silencio.

—Wow— Le respondí distante sin saber que más decir.

Creo que ambos sabíamos que queríamos arreglar el extraño ambiente generado, el punto era que ninguno estaba dispuesto a comenzar.

—Rogger debo ir a casa, tengo tarea y mi madre debe estar preocupada— Le dije rápidamente y caminando sin voltear.

Rogger no dijo nada, solo siguió caminando.

De camino a casa, ambos pensábamos en lo que había pasado hoy. Rogger al llegar a casa, subió a su habitación y cerró la puerta.

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