Capitulo Uno

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La campanita anuncio mi entrada al pequeño y antiguo local, mordiendo la piel seca de mis labios empece a divagar por los pequeños pasillo, buscando algo interesante o que pueda funcionar con mi nuevo proyecto. La variedad de colores aumentaba a cada paso, con mis ojos curiosos y detallista puestos en cada uno.

—Venis por mas provisiones?— pregunto con una sonrisa la mujer detrás del mostrador, su pelo castaño claro con algunas canas bien peinado en una cola de caballo dejaban su rostro con pocas arrugas a la vista.

—Pense que los tres rollos que lleve me iban a mantener ocupada por varios dias— respondí tomando un rollo de lana verde militar — pero parece que fue un autoengaño— una risa no tardo en resonar en el lugar, haciendo que ría también.

—El crochet es entretenido— asentí con la cabeza muchas veces— sin darte cuenta pasas horas tejiendo.

—Mi querida Ana tiene toda la razón, mírame sino ayer vine y hoy estoy buscando mas— la mujer volvio reir, abrió la boca para responder pero la campana del local sono nuevamente anunciando un nuevo cliente.

Ambas llevamos la vista a la puerta por donde había entrado un hombre de unos treinta años caminando directamente al mostrador, con rostro serio e intimidante, vestía una remera celeste muy clara, una campera negra encima, jeans negro y unas zapatillas del mismo color.

—Buenos dias— saludo la señora Ana con una sonrisa.

—Hola, estoy buscando hilos de color bordo— la voz grave resonó en el silencio.

—Si, los tengo atrás enseguida se lo traigo— respondió— Kai en este canasto hay colores que te van a gustar.

—Bien— dije automáticamente sin sacar la vista del hombre.

Este giro la cabeza al notar mi presencia, apretó la mandíbula, mirándome con un par de ojos claros, con poca discreción volví a mirar los colores de lana que había en los estantes, agarre dos colores al azar y camine hacia el mostrador donde en una punta se encontraba un gran canasto de mimbre lleno de bolas de lana.

—Ese rojo va a combinar bien con el marrón y verde que tenes en la mano— hablo nuevamente el hombre, frunciendo levemente el ceño lo mire, este bastante obvio señalo mis manos.

—Oh, si supongo— saque un rollo de lana de color naranja y lo deje junto con los otros en el mostrador.— pero no me gusta el rojo.

—Eso puede cambiar.

—Cuantos va a querer?— interrumpio la señora Ana saliendo del depósito.

—Solo uno- saco su billetera dejando el dinero correspondiente- gracias- sonrió de lado y camino hasta la salida sin esperar respuesta.

-Era lindo no Kaia?- insinuó Ana guiñando un ojo, sonreí negando con la cabeza.

-Espero que le hayas dado tu número en el recibo.

La mujer soltó una fuerte carcajada y me cobro algunos rollos de lana.

[...]

Escuchar las alarmas era algo que mi cerebro seguramente lo tenía bloqueado, al igual que el termino llegar temprano y lamentablemente hoy tenía que ser ese día en el que llegaba tarde. Veinte minutos - vamos a dejar una muy buena impresión al profesor mi querida Kaia.

Con la máxima velocidad que mi piernas me permitían subí las grandes escaleras de la universidad de artes, no había muchos alumnos caminando por los pasillos, claramente estaban en clase. Mire cada puerta del tercer piso buscando el salon 19C, con suerte solo me tomo dos puertas llegar ahí, solté un suspiro pesado, peine mi cabello un poco con los dedos y golpee la puerta.

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