Capitulo Dos

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Educadamente había rechazado el almuerzo con Ian, tenía que ir a mi trabajo de medio tiempo en la cafetería y no quería llegar tarde ahí también.

Con pesadez crucé la puerta trasera de servicio entrando en la cocina, donde había poco movimiento.

Camine hacia los pequeños casilleros, guarde mis cosas, tomé un delantal y fui hasta la barra. Con una sonrisa salude a Cristopher quien tomaba las ordenes y cobraba, y a Camille que preparaba todo los pedidos.

—Te ves cansada— hizo una mueca Camille pellizcando mis cachetes, arrugue la nariz y asentí.

—No dormí bien anoche.

Ambos me miraron.

—Te preparon un café?— masajeo suavemente mis hombros.

—Por favor— hice un pequeño puchero.

—Por el momento esta tranquilo el día, así que me voy retirando— anunció Cristopher, me dio un abrazo y se fue por donde anteriormente había entrado.

Todos los dias o casi todos eran así, yo llegaba de la universidad y Cris se iba a la suya, Camille no estudiaba por lo tanto hacia una jornada completa.

Los últimos 6 meses que estuve trabajando en la cafetería habían sido muy agradables, al igual que el lugar y las personas que trabajan alli.

—Un latte para usted señorita.

—Gracias Cam.

Con cuidado tome la bebida y empece a hacer mi trabajo, tal y como había dicho Cris, no había muchas personas, por lo que limpie las mesas que estaban vacias y el piso bajo estas.

Mientras hacía las cosas pensaba en que podría agregar al proyecto personal que tenía, a medio hacer, en mi habitación. No recordaba si tenía suficiente tela para empezar o si tenía de los colores que necesitaba.
Hice una lista mental de lo que sabía no tenía en casa para comprarlo en la mercería de la señora Ana.

La campanita irrumpió mi debate interno sobre hilos de colores, me pare detrás de la caja registradora preparando la bienvenida que Cristopher me enseñó hace meses. Mire a la persona que había entrado, era el hombre del otros día, el hombre de unos treinta años, estaba bien peinado y lucia un traje de oficina gris oscuro en el cual no se veía bien, el color no lo favorecía lo hacia ver mucho mas grande de lo que seguramente es.

—Buenas tardes, bienvenido a Cornelia's café.

Sonreí como de costumbre.

Él levanto una ceja, sin devolver el saludo, miró la pizarra detrás mío con todas las variedades de cafe y otras cosas que servíamos.

Le dio una muy minuciosa leída y suspiro.

—Un café latte mediano con leche de avena, un americano grande y dos capuccino.

Asentí con la cabeza mientras marcaba todo en la registradora.

—Un muffin de chocolate y uno de frutos rojos.

—Para llevar?— pregunte cortésmente, aunque estaba un poco molesta por que no haya devuelto el saludo, no fue educado de su parte.

Volvio a levantar la ceja, como si la respuesta a mi pregunta fuese obvia.

Pues no, lo siento pero no lo era, talvez quieres tomar todo esto sentado en un rincón solo o esperando amigos.

—Si.

Dejo una tarjeta de crédito en el mostrador, hice el pago correspondiente y la devolví.

—Podria decirme su nombre así lo llamamos en unos minutos?

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