Cap 2

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- ¿Mal de amores?- Preguntó mientras escribía algo en su libreta.

- No, solo poca fé en la humanidad, considero que este mundo esta podrido.

- Interesante... Cómo sea, es suficiente, lo escribiré a mi manera, ni tu ni yo sabemos mucho del amor al parecer.

- ¿Me has preguntado todo eso para nada?

- No, claro que no, me sirve para el pensamiento de un personaje, pero no para sobrellevar la trama del libro, creo que seria demasiado empalagosa.

Suspire y tomé un último sorbo de café, se hizo de noche, o por lo menos estaba apuntó de hacerse de noche. Pagué la cuenta sacando un billete de 5 € y un par de monedas de 50 centimos.

- Un poco caro, ¿No crees?

Le heche una mirada rápida, no era caro, sólo yo era demasiado generosa. Negué con la cabeza y le señalé la tabla de precios, la tarta de Zanahoria apenas costaba 1,50 €, pero yo siempre tenía el detalle de dejar más dinero. Rinaldi era una mujer de avanzada edad, y en verano la poca clientela solía afectarle, era mala en cuentas, por eso nunca o casí nunca se enteraba de que a veces le daban dinero de más.

- Eres muy samaritana entonces. Esta bien eso es bueno.

Apenas esbocé una sonrisa, me levanté, mis piernas crujieron Dios estaba tan entumecida.
Acomodé mi chaqueta y dije:

- Ha sido un placer pero debo volver a casa. Tengo un par de compromisos con mi escritorio y el libro de matemáticas.

- Igualmente, yo debo prepararme para la entrevista con una editora, espero volverte a ver pronto Hanna, ya me dirás que opinas de mi próximo libro.- Me comentó exhibiendo una bonita sonrisa.

Reí y me despedí con la mano de la señora Rinaldi y el chico. Si debo ser sincera ese tal Jeon no es tan malo como aparenta, pero sigo sin entender por que estaba tan nervioso mientras hablaba con la señora.
Caminé cerca del puerto olía a brisa de mar y pescado, la gente empezaba a emigrar a sus casas después de un no tan caluroso día de verano. Además, estaba casí apunto de llover.

Después de caminar durante un tiempo, llegué al porche de mi casa, podía oler el delicioso aroma a carne con salsas que hacía mi madre, encaje las llaves en la cerradura y con mis lanos algo pesadas ycansadas abrí la puerta. Nada más entrar los grutos de mi hermana y mi tía se escuchaban por todas partes.

- ¡No! ¡Leogebaldo!

- ¡El no puede morir! ¡María carmen lo necesita!

Me asomé al salón en donde Melany parecía haber perdido la oportunidad de conocer a si escritora favorita, y la tía Sarah se secaba dramáticamente las lagrimas. Mamá por el contrario rodeaba los ojos de una forma algo sarcástica, no pude evitar sonreir, las mujeres de esta casa se dividen en dos grupos, las extremadamente extremistas y las que pasan hasta del clima

- ¿Cansada?

- Ni te lo imaginas cielo... ¿Te lo has pasado bien?

- Claro que si, ya sabes lo mucho que me gusta pasar un tiempo en la cafeteria.

Mi madre asintió un pico distraída mientras cortaba el pimiento, el humo del pollo cociendose me impedía ver su cara con claridad.

- ¿Mamá?

La expresion de mi madre era completamente inexpresiva, su mano derecha limpió una pequeña lágrima que caía por su piel canela, estaba llorando. Me impresione ante el repentino estado de animo de mi madre, ella solia mostrarse alegre y de rara vez lloraba.

Fuck I'm LonelyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora