Capítulo 3: "La cara de la desesperación"

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El horror se mostraba en su cara, mientras escuchaba el reporte de la IA, no pudo evitar colocarse las manos sobre la boca, deseaba vomitar, cómo podía ser posible, pero lo que más le sorprendía era la persona frente a ella, ese hombre, sintió una furia que subía por su cuerpo, ¿por qué hablaba tranquilamente con la IA?, ¿no es humano?, ¿ cómo es que no está impactado por este accidente?, se aguantó el pecho mientras pensaba estas cosas. Maldijo por dentro, se intentaba contener, su respiración se entrecortó, quería salir de ahí, no se sentía segura, temblaba, intentó correr, pero sin la presencia de ese hombre ella sería una extraña en ese lugar tan secreto, ya no podía contenerse más.

—¡Basta!, hablamos de seres humanos, no de números —Gritó con los ojos cerrados.

Jadeaba, el dolor en el pecho se amplificó, sintió sus oídos pitar, su cara hervía, sintió una mano en su hombro.

— Laura, perdóname, pero...—Tomás intentó decir una frase, pero fue interrumpido.

— ¡Pero qué...!, ¡¿Cómo puedes ser tan insensible?!, ¡dos mil cuarenta personas han muerto!, ¡nada lo justifica! —Gritó lo que hace rato tenía en su corazón.

Sentía un peso menor en su pecho, estaba aterrorizada, se imaginaba lo cruel que podía ser morir bajo los efectos de esa mezcla de gas, ella había leído sobre los efectos del amoníaco en las personas y como era el patrón asesino de este gas, no podía imaginárselo mezclado con otros cuatro gases que podían potenciar los efectos del mencionado anteriormente. Su pensamiento oscuro fue detenido.

—Laura —Tomás la abrazó—, soy el encargado de la IA y un ser humano, pero si dejo que mis emociones me gobiernen, ¿ quién le dirá las órdenes a la IA?, ¿Cómo puedo saber qué pasó si mi mente se oscurece? —La miró fijamente a los ojos, su mirada era incómoda, secó las lágrimas de Laura que corrían por sus mejillas.

Laura en cambio quedó en shock, no podía creer su error, el hombre que estaba frente a ella era uno de los más calificados para estas situaciones, un hombre que muchos admiraban, no solo por su inteligencia, sino por sus decisiones e influencias, una persona que cargaba con las vidas de ocho mil veintitrés personas, había sido muy desconsiderada, sentía los latidos del corazón del Dr. Fernández, sentía seguridad ahora, sintió como el cuerpo del segundo se alejaba, lo miró fijamente mientras le daba la espalda, "a esto se refería Lia", un recuerdo de su amiga surcó la mente, sonrío por un momento, la IA y Tomás hablaban con muchas palabras que no entendía, su mente se quedó en blanco, volvió en sí.

—Dr., ..., ¿no sería más efectivo enviar a contención para extraer el gas y liberar los recintos del Sector 5? —Propuso.

El hombre le realizó una seña para que se acercara y formara parte de la conversación, cuando llegó a donde estaban.

—Laura, hacer eso sería contraproducente, el gas ha entrado en los conductos de ventilación y como no se han cerrado las válvulas, se llena más y más el sector, si empezamos a remover el gas, habrá tanta exposición que la contención fallará, ya la IA lo simuló—Respondió seguramente y mirándola, ahora que lo miraba bien, podía ver que su cara no era la misma que por la mañana, sus ojos cafés estaban inyectados con venas rojas, se encontraba despeinado y el cuello de su bata desalineado.

—¡¿Cómo puedes confiar en ella?, por su culpa todas esas personas murieron! —Dijo Laura, la ira casi se apodera de ella otra vez.

—Eso no lo sabemos, la IA no tiene sentimientos, si ella mató a todas esas personas tuvo que tener un motivo lógico, pero no sabemos qué pasó, la IA no puede acceder al Sector 5, le es imposible acceder, dice que un muro de datos le bloquea el acceso. —Seguía hablando fríamente, esto molestó a Laura.

El día que todo cambió: C1BERATAQUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora