Capítulo 4

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— Que no me entere de que ésto sucedió de nuevo, maldito extra.

Ryan estaba en el suelo, casi inconciente. Su rostro estaba manchado de sangre al igual que las manos de Katsuki. No toleraba que le hagan daño a su Izuku.
El rubio reaccionó recordando al pecoso, se limpió la sangre de sus manos y se acercó rápidamente a el.

— ¡Izuku! Maldita sea... Te dejó muy mal.

Molesto observó como su mochila estaba en el suelo y todos sus cuadernos también. Apretó con fuerza sus dientes, sin poder comprender la necesidad de hacerle eso.

— No creo que tenga problemas con ellos... Nunca los vi interactuar y el nunca tiene problemas con alguien. ¿Por qué llegar a éste punto?

Murmuró tratando de guardar todas sus cosas en esa mochila, aunque la mayoría estuviera hecha pedazos. Luego lo ayudaría con eso.
Una vez guardó todas sus cosas, sus amigos se acercaron.

— Pobre... Que malditos son. Vamos a dejarlos ahí tirados.

— Obviamente.

— ¿Lo llevarás al hospital?

— No, a su casa.

Después de todo sabía muy bien donde vivía.
Colgó la mochila del peliverde en su espalda y acomodó su bolso. Luego lo tomó en sus brazos al estilo princesa.

— Nos vemos mañana.

— Adiós.

Lo despidieron ambos antes de que el rubio corriera rápidamente hacia el domicilio de su amigo. De reojo lo observaba, su nariz había dejado de sangrar, pero tenía restos debajo de ella hasta sus labios. Rechisto molesto, apresurandose para llegar a su casa.

Un par de minutos después, llegó a ese complejo de departamentos. Subió las escaleras y se paró al frente de esa puerta de las escaleras. No podía tocarla formalmente, así que tuvo que patearla para que abriera.
La madre del pecoso escuchó aquel ruido fuerte en la puerta, por lo que se alarmó. Seguramente era su hijo pues era la hora de su regreso, pero nunca abría la puerta así, por lo que tomó el palo de cocina a modo de defensa y fue hacia la puerta.

— Al menos no pesas tanto.

Katsuki subía las escaleras que llevaban a la puerta defenitiva del departamento con rapidez, hasta que estuvo por abrir la otra de nuevo con una patada, pero Inko fue más rápida.

— Oh, Katsuk- ¿Izuku? ¡¿IZUKU?!

— Está desmayado.

— T-traelo al sofá, por favor.

La siguió sin pensarlo dos veces a aquel sofá, donde dejó al pecoso con cuidado. Aquella madre preocupada comenzó a derramar lágrimas.

— ¿Q-que le pasó...?

— Un idiota lo golpeó por quien sabe qué. Pero no se preocupe, lo golpeé también.

— ¡¿L-lo golpeaste?!

— Si, lo dejé igual o incluso peor.

Katsuki estaba totalmente orgulloso de su trabajo, Inko estaba preocupada por su hijo y por el rubio también, pues podrían incluso expulsarlo de la escuela.
La peliverde miró por unos segundos a Katsuki para después sonreírle nerviosa pero amable.

— No es la manera, pero gracias por defenderlo y traerlo. Mañana iré a reportar lo que pasó, tu también hazlo por favor. Después de todo fuiste testigo.

El Héroe y el Enfermero ⎜⎜ᴷᵃᵗˢᵘᴰᵉᵏᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora