Capítulo 5: Seguro

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Marzo 1998

Desde que pone un pie en la estancia sabe que es una mala idea. Asistir al cumpleaños sorpresa de Remus es una completa mala idea. Debería estar en su piso, contando dragones o memorizando hechizos por diversión. Cualquier cosa menos estar ahí.

Pero ya que está ahí, no hay más remedio que resignarse: a lo mejor no es tan malo, a lo mejor Remus ya ni siquiera lo recuerda, a lo mejor sólo está paranoico -y no pueden culparlo, Remus actúa extraño y Sirius tiene la sensación de que lo observa todo el maldito tiempo-. Era una tontería adolescente, después de todo, ya no tiene importancia.

Una parte de él quiere que Remus le pregunté cuál será su obsequio -como hacía en Hogwarts-, quiere que lo haga por los vuelos tiempos. Pero otra parte quiere evitarlo aunque sea su cumpleaños, porque si Remis se atreve a preguntar por su obsequio, probablemente terminé llorando, es decir, esta vez de verdad.

-¿Acaso tienes pulgas, Canuto? -inquirió James- ¿Por qué pareces a punto de morder a alguien?

-No es nada, sólo olvidé algo en casa -masculló. No miente, puede que haya olvidado sus pelotas en la percha o en la ducha.

Si tuviera pulgas, serían pulgas metafóricas y serían recuerdos.

Hace años, décadas y siglos, cuando ellos estaban juntos -como más que amigos pero sobre todo amigos-, Remus no le dió ningún obsequio en su cumpleaños, no hasta que fue la madrugada del 4 de noviembre y le susurro al oído mientras lo sostenía -le sostenía el alma, la vida y el placer con la palma de su mano- "¿Ahora sabes cuál era tu obsequio?". Y joder, claro que lo supo. Sirius le dió un obsequio en su cumpleaños, obviamente, y además, poco antes de la medianoche le preguntó: "¿Se te ocurre cuál será tu obsequio?".

Y desde entonces sólo han sido variaciones de lo mismo: "¿Cuál podría ser? ¿Imaginas cuál será? ¿Cuál obsequio será mejor? ¿Cuál obsequio prefieres?" hasta que salieron de Hogwarts y la guerra cayó sin paracaídas sobre ellos.

A decir verdad, Sirius huyó en su cumpleaños. Proclamó hasta el cansancio que debía ir a los más antiguos bancos de duendes para solucionar las viejas escrituras de la abuela Lyran -porque quizá por eso su madre seguía en los muros- y volvió -covenientenente- el día que Remus trabajaba todo el día, y después fingió que nada pasó. Hace años que no celebra su cumpleaños, años más, años menos, bah, ya es un hombre, ¿qué más da?

-¿Olvidaste el regalo de Remus? -volvió a preguntar. Sirius negó de inmediato y le mostró su paquete envuelto, si James insinuaba algo sobre obsequios a Remus, Merlín lo libre.

Bueno, no es tan malo. Si Remus llegase a preguntar, podría hacerse el desentendido, excepto por la parte donde su rostro lo traiciona y claro que entendería, Remus sabría que entiende y, no, mejor no pensar en eso.

-Es un tomo de libros de Defensa, para los nuevos EXTASIS de Hogwarts -aclaró jugueteando con el listón, James no necesita saber que también hay una excelente barra de chocolate suizo y limitadas bolsitas de té negro con especias silvestres. Remus es su amigo y Sirius siempre ha dado los mejores obsequios, no es personal.

-Uhm, es una pena que Harry jamás tendrá clases con Remus -se lamentó James-, habrían sido fantásticos -añadió con una sonrisa. Sirius asintió de acuerdo y se encogió de hombros.

-Ustedes le enseñaron bien, él será fantástico en todo lo que haga -sentenció con orgullo.

-¡Pads! -exclamó Teddy, interrumpiendo lo que sea que James iba a decir-. Tu obsequio, debes llevarlo a la mesilla -indicó risueño, atrapando su mano para guiarlo.

Un cambio en la historia (Wolfstar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora